El diablo sabe que su lugar ya está determinado. Nada puede suceder que cambie su situación de condenado. Entonces, su trabajo y todo su tiempo están dedicados a impedir que el ser humano, creado a la imagen y semejanza del Altísimo, tenga un fin diferente al suyo. El Señor dijo: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí. En la casa de Mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, Yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.” Juan 14:1-2 Son muchas las razones que dejan el corazón turbado: el fin de una relación, los problemas económicos, los problemas de salud, en la familia, la pérdida de alguien, en fin. El diablo y sus demonios lo han usado todo para penetrar en el interior de la persona e instalar el caos. (corazón turbado). Cuando la persona cree en el Señor Jesús, los problemas no desaparecen como por arte de magia. Todos tienen sus luchas y desafíos – la diferencia está en la fe, en la calidad de la fe. Si yo pienso que voy a vivir unos míseros 70 u 80 años o un poquito más, entonces mi mente va a gemir por los dolores de los problemas. Las moradas de la casa del Padre no fueron inventadas por nuestro Señor solamente para sosegarnos, para que tengamos con qué ocupar nuestra mente, pues, si fuese así, Él nos lo hubiera dicho. Las moradas existen y están listas para los que permanecen firmes, que no se entregan a causa de las batallas, sino que siempre salen fuertes de ellas; los que entienden que están en este mundo, pero no pertenecen a él. Su unión mayor no es con las cosas ni con las personas de este mundo, sino con Aquel que vino, sacrificó Su vida en la cruz, y fue a preparar el lugar en el que vamos a pasar la eternidad.
Posted on: Sat, 07 Sep 2013 03:48:05 +0000
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