El guionista Lamar Trotti fue hijo predilecto del gran Zanuck en la Fox durante los gloriosos años cuarenta. Sus películas son ejemplos arquetípicos de guiones clásicos: lineales, sólidos, lúcidos, claros. Y a un hijo predilecto se le permiten cosas que hechas por otros les habrían condenado al ostracismo. Esta película dirigida por William Wellman es uno de los grandes westerns, pero en 1943 su planteamiento es inusual: ético, casi teatral, poca acción, protagonismo difuso, casi coral, y un final realmente sombrío, tan negro que los acordes finales que parecen intentar que el espectador se vaya a casa contento son patéticos. Es una mirada sobre el conflicto central en el Western: el que opone la civilización a lo salvaje y pone el estado de derecho como fundamento de la cultura estadounidense (no sin reconocer cierta nostalgia por los espacios abiertos). Un grupo de cowboys nerviosos, emocionales e irreflexivos busca culpables de ciertos delitos, aplican un concepto de justicia atávico: casi toda la historia gira en torno a esta decisión. Henry Fonda transmite la confusión y la ética esencial del hombre común, pero no es el único protagonista: sale Jane Darwell en un papel de diesel dyke que sorprenderá a quienes enjugaron lágrimas en Las uvas de la ira, Dana Andrews que nunca estuvo mejor, un casi irreconocible Anthony Quinn, intenso en uno de sus primeros papeles en Hollywood, Harry Davenport e incluso, Margaret Hamilton.
Posted on: Wed, 30 Oct 2013 00:42:08 +0000
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