Emboscada contra la revocatoria Por: JAIME CASTRO | 8:05 p.m. | 14 de Septiembre del 2013 Jaime Castro Las 150 ocasiones en que se ha propuesto prueban bien la necesidad y la conveniencia de un instrumento que permite castigar el desgobierno y los abusos de poder. Comparte este artículo Twitter17 1 Read LaterInstapaper La Constitución establece que a través de la revocatoria del mandato el pueblo ejerce su soberanía, participa en la vida pública de la Nación y controla políticamente la gestión que cumplan los alcaldes y gobernadores que eligió (artículos 40, 105 y 259). Agrega la ley que corresponde a todas las autoridades, sin excepción alguna, promover y proteger su ejercicio por parte de la ciudadanía. Las 150 ocasiones en que se ha propuesto prueban bien la necesidad y la conveniencia de un instrumento que permite castigar el desgobierno y los abusos de poder. No ha prosperado en ningún caso porque falta información sobre su naturaleza y alcances (no hay campañas que ilustren siquiera sobre su existencia, ningún partido la tiene en su agenda) y por la cantidad de requisitos exigidos para su validez. Contra dos alcaldes de Bogotá se intentó hace un tiempo. Gustavo Petro, como congresista, lideró activamente una de esas revocatorias. Ninguno de los alcaldes objeto de las mismas cuestionó la institución ni interpuso recurso administrativo o judicial alguno contra ellas. Como ahora está sobre el tapete la suya, el alcalde Petro, para evitar que la ciudadanía defina en las urnas el futuro de la ciudad, ha decidido descalificar y satanizar la iniciativa en curso e interponer contra ella todos los recursos habidos y por haber. Lo ha hecho directamente o a través de su barra brava (los secretarios de Gobierno Asprilla y Jaramillo y los abogados que con ese fin ha contratado). Cuando apenas se empezaban a recoger las firmas, celebró que así ocurriera, porque el debate público era el escenario que él prefería para relegitimar su mandato. Pero cuando supo que la gente hacía fila para firmar los formularios, cambió el discurso. Dijo que la revocatoria, que alcanzó a llamar “golpe de Estado” promovido por la “corrupción mafiosa”, atentaba contra la paz y la democracia. Remató con esta amenaza: si no gano la votación, es porque hubo fraude, y recuerden que el M-19 tuvo origen en conocido fraude electoral (EL TIEMPO, 16 de junio de 2013, págs. 2 y 4). A lo anterior sumó la contratación de grafólogos, con los que montó Registraduría paralela encargada de controvertir las decisiones de la Registraduría oficial. Interpuso tutela y luego recurso de desacato a la tutela. Pidió reponer decisión de la Registraduría que validó las firmas. En subsidio, apeló de la negativa anterior. Ha anunciado acciones popular y de nulidad, complementarias de la penal, que también fue presentada contra quien organizó la recolección de firmas. Reunió en su despacho embajadores de distintos gobiernos para pedirles que apoyaran su solicitud de veeduría internacional ante la Fundación Carter, la OEA y la Unión Europea. Las firmas de quienes pidieron la revocatoria y que la Registraduría entregó al Alcalde terminaron en manos de contratistas del Distrito que las hicieron públicas en Internet. La Registraduría le pidió a la Fiscalía determinar qué delito cometieron los autores de esa maniobra. Todo lo resumido tuvo un propósito único: dilatar el proceso, enredarlo, ganar tiempo y mamarles gallo a los 355.000 bogotanos que ejercieron fundamental derecho ciudadano y piden que se respete su voluntad. Pero como todo tiene un límite y los recursos se agotaron, la Registraduría, que ha actuado con serenidad, sin prisa pero también sin pausa, seguramente fijará pronto fecha para votar la revocatoria. Si el alcalde Petro y sus amigos hubiesen gastado en la solución de los problemas de la ciudad la imaginación y los esfuerzos que han empleado contra la revocatoria, Bogotá no viviría las situaciones que hoy padece. Jaime Castro [email protected]
Posted on: Sun, 15 Sep 2013 16:39:01 +0000
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