En el intervalo del combate, el guerrero descansa. Muchas veces pasa días sin hacer nada, porque su corazón se lo exige; pero su intuición permanece alerta. Él no comete el pecado capital de la Pereza, porque sabe adónde puede conducir ésta: a la sensación tibia de las tardes de domingo, cuando el tiempo pasa... y nada más. El guerrero llama a esto paz de cementerio. Se acuerda de un fragmento del Apocalipsis: Te maldigo porque no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero como eres tibio, yo te vomitaré de mi boca. Un guerrero descansa y ríe. Pero está siempre atento.
Posted on: Thu, 14 Nov 2013 15:46:29 +0000