Escoleosis39 -Emitido en programas ELEMENTAL y EL OTRO MUNDO- Radio Nihuil Producción La distancia no es la responsable, pero debemos admitir que mientras más lejos esté el conflicto, menos real nos resulta el dolor que emana. Aunque esa distancia no consiste sólo en una cuestión de carácter física o geográfica, sino en la proximidad que le damos a través de los medios. Tal vez el acontecimiento sucede a unos pocos kilómetros, pero si no hay cámaras, periodistas y un interés específico de quienes conforman la agenda pública, quizás jamás conoceremos el hecho, o lo observaremos distorsionado, malformado, confuso. Apelo en reiteradas ocasiones a una frase atribuida a Stalin. Dice así: la muerte de una persona es una tragedia, la de un millón, una estadística. El tenor cruel de esta aseveración no le quita severidad. Cuando fallece alguien del que conocemos su historia, o porque hayamos compartido momentos, o debido a que nos une el sentimiento, el deceso de ese ser nos resulta atroz. Cuando se incorpora la aritmética, y la muerte se hace impersonal, es acaso un dato de la realidad que se suma a los números. Algo así es lo que sucede ahora mismo. El sitio es remoto y en vez de nombres hay cifras. Referencias lejanas, pirámides, misterio y desierto. Hay once mil ochocientos kilómetros de separación entre la ciudad de El Cairo y Mendoza. No nos salpica la sangre ni escuchamos los estruendos de las bombas ni el rugir de las balas. El espectáculo es espantoso pero es allá, en ese país que nos resulta tan exótico que hasta nos permite suponer que todo es un cuento ecléctico, como la historia de la ópera de Mozart La Flauta Mágica, ó una invención literaria como la emblemática obra de Agatha Christie “Muerte en el Nilo” Ocurre que no hay nada de fantasía y lo faraónico hoy es el horror. Más de mil personas murieron. La represión brutal del régimen actual es peor que muchos de los actos imperdonables que acometió Mubarak. Mubarak , quien gobernó durante casi tres décadas, fue reemplazado por Mursi. Mohamed Mursi, primer mandatario elegido mediante sistema democrático, perteneciente a “la Hermandad Musulmana” fue derrocado. Pero retrocedamos un par de años. Sin hacer un exagerado ejercicio de memoria, y tal vez con sólo acudir al archivo eterno de internet, podremos reecontrarnos con la publicitada “Primavera Árabe”. Fueron protestas para instaurar un régimen político mediante la participación activa del pueblo. Hay quienes la llamaron la “revolución de los jóvenes”, debido a que hubo movilizaciones que –según relatan- se originaron desde la convocatoria genuina a través de las redes sociales. Prontamente se multiplicaron elogios para estos modernos –o postmodernos- métodos de comunicación interpersonal y hasta pensadores críticos de las políticas expansionistas y coloniales de Estados Unidos, como el lingüista Noam Chomsky, se apresuraron en auspiciar estas manifestaciones sociales. Pero la alegría emancipatoria dura tanto como el humor de los países hegemónicos. Un islamista en el poder no garantizaba las expectativas y –vaya novedad- un golpe de Estado, perpetrado por las fuerzas militares interrumpió el efímero proceso democrático egipcio. Las coincidencias de la historia son sintomáticas. Las casualidades ya no pueden explicar esta masacre. Y no fueron las redes sociales capaces de anticipar la intransigente postura del ministro de Defensa Abdel Fatah al Sisi, general que estudió en Washington y participó activamente en ejercicios de cooperación de guerra y operaciones de inteligencia. Egipto tiene una población que duplica a la de Argentina. Pero los cruentos enfrentamientos entre compatriotas hacen suponer que cada vez serán menos, menos personas vivas. La lectura es simple, para Estados Unidos la democracia es el mejor sistema, siempre y cuando quienes ganen sean aliados, sino, nunca viene mal un baño de realidad militar, o sea, un baño de sangre, esta vez, en las narices del Nilo.
Posted on: Wed, 21 Aug 2013 16:50:19 +0000
Trending Topics
Recently Viewed Topics
© 2015