FRAGMENTO DE LA NOVELA "EL SUSURRO DE LA GÁRGOLA". Acto Segundo. - TopicsExpress



          

FRAGMENTO DE LA NOVELA "EL SUSURRO DE LA GÁRGOLA". Acto Segundo. Subcapítulo 5. Pág. 319/321. elsusurrodelagargola.blogspot [...] Un grito en la oscuridad me levantó del suelo donde permanecía en estado de semiinconsciencia, sudando, quizá como consecuencia de la repentina subida de fiebre que empezaba a padecer. La herida, sin ser más que una magulladura superficial de veintitantos centímetros, parecía habérseme infectado de forma vertiginosa. De nuevo, sobresaltado, templé en un soplo el percutor de Lennon que dejase en reposo minutos antes. Sin pretenderlo aquel chillido había salvado mi vida de una muerte segura, ya que, sin advertirlo, había sido nuevamente localizado. Al incorporarme de donde me encontraba recostado vi aproximarse lentamente hacia a mí un organismo amorfo y gelatinoso que podía rondar con facilidad cinco o seis mil kilos de peso. De su aspecto, seboso y repugnante, emanaba un repugnante olor. Tras de sí, igual que los caracoles, dejaba un reguero de viscoso moco. Unas antenas telescópicas instaladas en su mínima cabeza exploraban nerviosamente el terreno anticipándole los movimientos que debía seguir. Únicamente disponía de seis proyectiles, del resto podían dar buena cuenta los muertos. Así que tuve que reflexionar acerca de dónde disparar para evitar gastar más munición de la necesaria. Una vez efectuada la comprobación de que efectivamente aquella monstruosa babosa de media tonelada no se desplazaba más veloz que una oruga, lo tuve claro. Fui yo, seguramente en contra de lo que pensaba la bestia, el que se aproximó. A no más de metro y medio de la imponente masa de gelatina descerrajé sin parpadear un infalible disparo en lo que supuse tenía por testuz. La descarga retumbó como un trueno en la abandonada galería. Al unísono, ésta, reventó como un melón de agua emanando viscosidad a borbotones. — ¡Otro día nos vemos en el infierno…! —propuse con tensa calma. Mientras observaba la mórbida montaña de babas retorcerse como un gusano, escupiendo su último hálito de vida, un nuevo grito de auxilio llamó mi atención. — ¡Socorro! ¡Aquí…! El eco de favor propagó su reverberación de tal forma por los amplísimos pasadizos que inicialmente desorientó mi rumbo. La polifonía pareció proceder de varios sitios a la vez. Dudé. Por último, un nuevo alarido me puso en la dirección correcta. A la vez que paso a paso acortaba la distancia que me separaba de la anónima persona a la que pretendía auxiliar fui considerando que aquel grito, sin duda, resultaba humano. No me equivocaba. Algo después irrumpía en una amplísima y desmantelada estancia en la que una mujer maniatada y sujeta por una argolla al cuello, sollozaba desesperadamente. — Tranquila. Ya ha pasado todo… —dije al tiempo que me cercioraba examinando en todas direcciones posibles tratando de evitar caer en una emboscada. Entretanto desataba sus ligaduras, pregunté. — ¿Cómo has llegado hasta aquí? —Igual que tú, a través de la fantasía... —musitó entrecortadamente. — ¿Cómo? — Sí, Mauriel, esto no ha sucedido... es únicamente un sueño —susurró. La miré. Sus ojos invadieron los míos. Mantuvimos el silencio. De repente, el universo se detuvo. No había escuchado sus últimas palabras. Sólo supe, un segundo antes de que todo se oscureciese, que aquella mujer era el amor de mi vida. El amor que tanto tiempo había esperado… [...]
Posted on: Wed, 25 Sep 2013 09:39:35 +0000

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