FRAUDEAMPLISMO EN ACCIÓN- El cascabel y el gato Entrado el - TopicsExpress



          

FRAUDEAMPLISMO EN ACCIÓN- El cascabel y el gato Entrado el segundo semestre de 2013 es claro que los temas más importantes del gobierno de Mujica han quedado relegados. No nos referimos al plan de vivienda Juntos o a la austeridad en el gobierno, que ninguno se verificó en la realidad de su administración, sino a la educación, a la infraestructura y a la seguridad pública. El énfasis en educación fue un fiasco. Lejos de ser un instrumento de ascensión social, se ha consolidado a la educación pública como el mayor garante de la reproducción de la pobreza en las clases populares más jóvenes. La urgencia de infraestructura para el desarrollo fue un fiasco. Lejos de potenciar el crecimiento, la incapacidad de gestión y las demoras de realización nos dejan un país sin ferrocarril, con peores rutas, sin mayores obras en los puertos, con comunicaciones carísimas, pero soñando con los mismos proyectos que hace cuatro años atrás. La mejora en la seguridad pública fue un fiasco. Lejos de invertir la tendencia de largo plazo, Montevideo es ya hoy más violento que Buenos Aires o que San Pablo; bandas de narcos gobiernan zonas enteras de la capital; las cárceles están abarrotadas de jóvenes; y los uruguayos han ido cambiando sus hábitos más cotidianos -ir de paseo a la plaza del barrio; caminar con tranquilidad a la tardecita volviendo del trabajo; o ir a ver un partido de fútbol en familia- porque viven con temor. Estos problemas pendientes y cada vez más urgentes deberán ser enfrentados por la próxima administración. Y desde ya, la pregunta clave es: ¿quién le pone el cascabel al gato? ¿Qué candidato presidencial y qué partido o coalición de partidos es capaz de tomar las medidas que se precisan para enfrentar con eficiencia estos problemas? Hablando sin rodeos: ¿quién está dispuesto, de verdad, a enfrentarse a la dictadura sindical en la educación para defender los intereses de las clases populares? ¿Quién está dispuesto a abrir a la inversión privada las necesarias infraestructuras nacionales, contrariando así a la izquierda radical que pesa en el Frente Amplio y en la barra sindical? Finalmente, ¿quién está dispuesto a ejercer mano dura con la delincuencia que azota el país, a la vez que generar las condiciones estructurales urgentes para reinsertar a los jóvenes marginados que reproducen esa delincuencia? El posible precandidato Vázquez es presentado por la hegemonía cultural dominante de la izquierda como el hombre cantado para la nueva circunstancia: tiene la experiencia de gobierno y además, dicen, marca un rumbo más firme que el actual presidente. Sin embargo, quienes añoran esta restauración vazquista se cuidan bien de mencionar que su administración es grandemente responsable de los fracasos actuales. La ley de educación de su gobierno fue un retroceso enorme que dio a los sindicatos un poder inaudito. Su derogación se impone, y no parece ser Vázquez quien esté dispuesto a desandar ese camino ciego. La inacción en materia de infraestructura, por no admitir rápidamente el protagonismo de los privados en este asunto, se arrastra desde 2005, y tampoco aquí Vázquez ha dado señales convencidas de abrir un juego que contraríe a sus compañeros de ruta sindicales y políticos. Finalmente, todas las cifras muestran que el mayor deterioro de la seguridad pública se da a partir de 2005, con las nefastas tareas ministeriales de Díaz y Tourné en particular, bajo su presidencia. La restauración vazquista quiere presentarse como una mejor opción que la pusilanimidad de esta administración Mujica. Sin embargo, a poco que se analicen los verdaderos desafíos del país, cualquiera sabe que esa restauración no tiene la voluntad de ir a fondo. No romperá con las fuerzas ideológicas conservadoras de izquierda que en el sindicato y en el Frente Amplio impiden todo cambio estructural. En la oposición se van delineando candidaturas sólidas, de perfiles distintos y atrayentes. Pero aquí también importará calibrar que el desafío es tremendo porque, de ganar la mayoría, las fuerzas conservadoras de la reacción izquierdista estarán furiosas y prontas, como en los años noventa, a conducir una oposición desleal y furibunda. Como ocurrió en la histórica alternancia de 1959, la clave estará en la convicción de que el bienestar del país precisa de que haya una dirigencia con coraje que decida de una buena vez por todas ponerle el cascabel al gato.
Posted on: Wed, 10 Jul 2013 12:17:51 +0000

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