Fabulilla de Homobono Era el día de la Virgen del Carmen de un - TopicsExpress



          

Fabulilla de Homobono Era el día de la Virgen del Carmen de un año cualquiera. La bella advocación que congrega en el centro de la ciudad a multitudes de férvidos creyentes. Y a señoras, que en algunos casos, tienen años de no salir a la calle. Todo por la virgencita del Jardín, que creo es de donde toma el sonoro nombre. HomoBono estaba en un banco, cobrando por ventanilla, como dicen, un chequecito de poco menos de cincuenta…. mil. La hora de salir fue llegada y los porteros del banco procedieron a cerrar las puertas, permaneciendo dentro los usuarios que ya estaban. El cajero comenzó a contar de un fajo de billetes de a mil, que se acababa en sus dedos de prestidigitador, rápidamente, e hizo señal a un “patín”, de que lo proveyera de más efectivo. Así el “patín” volvió y por sobre su cabeza le lanzó al referido cajero dos fajos. Pero eran de la denominación de a dos mil, que ya corrían en el curso forzoso. Y el desventurado, hasta ahora, cajero, no se dio cuenta dando a HomoBono, cobrador del cheque, el doble…. cien mil pesos, contantes y sonantes, y como tales facultaban a su poseedor a quedarse con ellos sin problema. En el barullo del sinfín de gentes, el deseo era tomar el auto y dirigirse al hogar. Al llegar y contar fue como en la fábula, el dinero sumaba el doble del valor real del instrumento-valor. Y comenzó la misma conceptuación de la mujer del pescador de un pez que se había tragado un anillo. Es decir, comenzaron las suposiciones y los comentarios de qué hago, o mejor, de qué haré con este dinero. Llegaba la noche y ya se había hablado de una gargantilla de oro para ella, de nuevas toallas y sábanas, que ya estaban las de diario raídas del mucho uso, o pagar las infaltables deudas de los de la afligida clase media que no puede dejar de firmar contratos leoninos pero tampoco tiene mercancías a las que subirles, en readecuación, los precios a voluntad. ¿Qué hacer?.... Rápidamente la duda se cortó, como el famoso “nudo gordiano”, llamando al gerente del banco afectado. Este dijo, aun estamos aquí reunidos por ser viernes, pero en el arqueo todavía no hay reporte de un faltante como el que usted dice. La voz al fin del hilo dijo, es que yo quiero devolver esta suma esta misma noche. Le fue respondido que ya que había avisado podrían esperarlo, buenamente, el siguiente lunes. Y así fue. Días después, el gerente amigo falleció en infausto y absurdo trance, a la edad en que aún se está en medio del camino de la vida. (Dante dijo: “Nel mezzo del cammin di nostra vita mi ritrovai per una selva oscura”). ¿Y qué pasó con la gargantilla deseada por la esposa del personaje de este suceso? Pues que, aunque parezca mentira, éste se ganó una en una rifa y ésta la luce aún, con el doble orgullo de tenerla y de que su oro no brille con la desgracia de otro. En cuanto a las sábanas y toallas y demás ropas de baño y casa, lo que en francés, bellamente, se llama, “la linge”, está hoy vieja otra vez, pero es otra en todo caso, es decir, siempre se pueden fiar otra vez con la tarjeta de crédito. Lo que he contado es digno de creerse y me limito a transcribirlo. 27 de diciembre de 1988.
Posted on: Tue, 17 Sep 2013 05:27:36 +0000

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