Francisco I. Madero, personaje emblemático del primer capítulo - TopicsExpress



          

Francisco I. Madero, personaje emblemático del primer capítulo del movimiento mexicano de Revolución. Tantos años de educación básica han dejado tatuada su imagen en nuestras memorias, pero por supuesto como sucede con todos los temas que engloba el actual programa de educación de nuestro país, esta imagen se ha quedado inerte, grabada en el frió bronce en que han convertido nuestra conciencia. Historia muerta, cúmulo de datos, documentos apolillados guardados bajo llave en el último cajón del almacén negro de la inconsciencia, aquel que tiene un gran letrero color naranja fosforescente que en grandes letras dice: OLVIDO. 20 de noviembre de 1910: Le conocemos, le recordamos y, por qué no, le celebramos. ¡Viva Madero! Sin embargo hay algunas cosas que nos cuesta comprender y mucho más aceptar de este personaje: Credo, que la más importante de señalar y por la que hoy me propuse a escribir estas pequeñas líneas para ustedes, es la realidad de que Francisco Madero, simplemente, NO es un revolucionario. Explico a continuación (antes de que censuren): Francisco Madero es no-revolucionario, no desde la concesión del termino en sí, sino que es no-revolucionario desde la situación por la que en ese momento (inicio del s. XX) se encontraba nuestro país. La dictadura interminable de Porfirio Díaz había dejado al país en un desequilibrio abrumador (parecido al que hoy vivimos gracias al PRI, pero esa es otra historia): Algunos grandes terratenientes, unos cuantos inversionistas extranjeros, otros muy pocos caciques regionales, y claro, uno que otro militar, cercanos al dictador todos, disfrutaron de magnos privilegios; mientras desde la otra esquina, los muchos campesinos (peones en su gran mayoría), los miles de obreros, cientos de profesionales y la burguesía nacional fueron excluidos de la vida política del país, pero sobre todo del “progreso económico” del que solía ufanarse Díaz. Y bien, pues teniendo cono escenario esta situación en el país, emerge a escena la figura de Francisco Madero como “Apóstol de la democracia”. Todo sucede increíblemente rápido. En abril de 1910 se funda el Partido Nacional Antirreelecionista donde se agrupan los partidarios de los ideales de Francisco Madero. Este partido pretendía dar cumplimiento de la Constitución del 57 y la creación de reformas constitucionales que condenaran la reelección del presidente, de los gobernadores y de los legisladores. Claro el partido eligió a Francisco I. Madero como candidato a la presidencia de la república y de inmediato se echó a andar una intensa campaña electoral por todo el país. Madero recibió todo el apoyo de los sectores marginados por la dictadura. Se organizaron mítines y asambleas donde Madero exponía el principio del partido: “Sufragio efectivo y no reelección” levantando con dichas palabras el animo de los marginados que estaban ya hartos del régimen de Díaz. Claro el presidente Díaz trató de meterle el pie a la campaña maderista por todos sus medios posibles, y al no lograrlo y verse en situación desventajosa, el 6 de junio, mando a reducir a prisión a Madero antes de llevarse acabo las elecciones presidenciales el 26 del mismo mes. Como ya era costumbre para Díaz, los comicios se llevaron acabo excluyendo al pueblo por medio de la violencia, llenando las cárceles de ciudadanos independientes y cometiendo los fraudes más desvergonzados (cualquier parecido a la situación actual del país es “mera coincidencia”). Díaz se reeligió nuevamente. Terminadas las elecciones, Madero fue liberado bajo la condición de permanecer en San Luis Potosí, pero en los primeros días de octubre logró huir hacia los Estados Unidos y el cinco de ese mes proclamo en San Antonio Texas el Plan de San Luis que declaraba nulas las pasadas elecciones y convocaba a los mexicanos a empuñar las armas para derrocar la dictadura de Díaz. La fecha elegida para el comienzo del movimiento fue el 20 de noviembre de 1910 a partir de las seis de la tarde. En casi todos los estados de la República el plan proclamado por Madero fue bien acogido, se organizaron grupos armados que apoyaban no las propuestas del Plan de San Luis como tal, sino la oportunidad de terminar de una buena vez con la tiranía desprendida de la dictadura de Díaz. No congenio con la torpe historia de los Serdán en Puebla, así que sólo diré que soy poblano por Zaragoza (que no era poblano sino texano) y no por los Serdán, y que no es aquí donde comienza la Revolución. Continuo: En Chihuahua se producen los levantamientos de Villa y de Orozco, y en Morelos el de Zapata. Los ejércitos de maderistas vencieron varias veces a las tropas porfiristas, haciendo posible el regreso de Madero al país y su participación en la toma de Ciudad Juárez por las tropas de Villa y de Orozco. Por fin en mayo de 1911 Madero y un representante de Díaz firmaron los Tratados de Ciudad Juárez, en los que se firmaba la renuncia de Díaz y el nombramiento de Francisco León Barra como presidente interino, dando pauta, claro, al cese de hostilidades por ambas partes. Mientras el interinato de León de la Barra el Partido Nacional Antirreelecionista fue sustituido por el Partido Constitucionalista Progresista, que volvió a designar candidato a la presidencia a Madero y esta vez a la vicepresidencia a José María Pino Suárez. Los comicios les favorecieron y así, el 6 de noviembre de 1911, Madero tomo posesión de la presidencia junto a Pino Suárez. Pero aquí comienza la novela negra. Madero había ya alcanzado el culmen de su vida política, su anhelado sueño de regresar a una democracia, y comenzó a dejar ver la verdadera cara del “presidente chaparro” como lo bautizaron sus enemigos. Madero, tal vez por miedo a un posible golpe de estado de parte de los aun porfiristas, comenzó a otorgarles grandes concesiones a estos, como el control del ejercito federal, les invito a formar parte del gabinete presidencial y les permitió a muchos porfiristas seguir desempeñando sus funciones, tal y como lo hacían antes del movimiento. Claro, al ver estas primeras acciones del gobierno maderista, la prensa conservadora calumnió e insultó al presidente, lo que debilitó mucho más a dicho gobierno que por esos momentos se comenzaba a derrumbar. Y todo comenzó a empeorar: Pascual Orozco se rebeló contra Madero por no haber obtenido la gubernatura de Chihuahua, en marzo de 1912 proclamo el Plan de la empacadora que desconocía el gobierno de Madero. Apenas cuatro meses después el ejército federal sometió a este pequeño movimiento. Por otro lado Emiliano Zapata demandó a Madero el cumplimiento de lo prometido en el Plan de San Luis, sobre todo la parte agraria. Al no obtener respuesta favorable, Zapata proclamó el Plan de Ayala, que también desconocía a Madero y exigía el reparto agrario. Madero designó a Victoriano Huerta para dirigir el combate contra las fuerzas zapatistas. Antiguos porfiristas como Bernardo Reyes y Félix Díaz (sobrinísimo de Díaz) también se alzaron en contra de Madero aunque sin éxito. A principio de 1913 el gobierno de Madero se encontraba bajo el embate de varias rebeliones, y fue este el momento favorable para que los enemigos de Madero se aliaran, y en conjunto con empresarios estadounidenses, confabularan para derrocar al gobierno de Madero. El 9 de febrero de 1913 los confabulados libertaron a Bernardo Reyes y Félix Díaz y fueron estos quienes encabezaron el alzamiento en contra de Madero. Intentaron, sin éxito, tomar Palacio Nacional y después establecieron su cartel general en la Ciudadela. Madero volvió a acudir a Huerta para que comandara a las fuerzas que se encargarían de someter a los alzados. Del 9 al 18 de febrero en la Ciudadela se dio el enfrentamiento entre federales y alzados, la famosa “Decena Trágica”. Huerta atacó a los alzados, pero de una forma débil sin hacerles mucho daño, y eso se explica muy fácil pues Huerta estaba en el complot contra Madero. El embajador estadounidense, Henry Lane Wilson, “para defender los intereses de los inversionistas y empresarios gringos”, se había encargado de reunir a Félix Díaz ya Hurta en la embajada de EUA en México para que firmaran el Pacto de la Embajada que concedía la presidencia de la República a Huerta, claro tras el derrocamiento de Madero. La conspiración concluyó el 22 de febrero de 1913 con los asesinatos de Madero y de Pino Suárez. Leonardo D Amador Ochoa - 20 de noviembre del 2013
Posted on: Thu, 21 Nov 2013 03:39:43 +0000

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