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HE encontrado este articulo sobre un querido compañero de estudios en un tramo de mi vida - JOSE DUQUE- hermosa semblanza de los tiempos que contribuyeron a forjar mi pensamiento y compromiso con la vida y hermanos de camino terrenal. EN EL NOVENTA ANIVERSARIO DE LA UNIVERSIDAD BIBLICA LATINOAMEROCANA antes Seminario Bíblico Latinoamericano *Por: Juan Esteban Londoño* /A veces pienso que no hacíamos historia, / /sino que la historia nos hacía./ /(Elsa Tamez)/ En las publicaciones sistemáticas sobre Teología Latinoamericana aparecen nombres que nos son gratamente conocidos: Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Rubem Álves, José Míguez Bonino. Luego vienen los de segunda y tercera generación: Ivone Gebara, Elsa Tamez, Jon Sobrino. ¿Y un colombiano? Bueno, tenemos al grupo Golconda, a Alberto Parra. Pero siempre me queda la sensación de que falta alguien. Ese alguien que no ha publicado mucho, pero que ha inspirado oleadas reflexivas a lo largo de América Latina. El encuentro de CETELA en La Paz, Bolivia, le dedica las memorias y lo llama visionario. El Departamento Ecuménico de Investigaciones en Costa Rica lo reconoce como uno de sus motores. La Universidad Bíblica Latinoamericana le debe gran parte del proceso de creación de recintos de estudio descentralizados y la titulación universitaria para tantas persona que se han formado en la teología. José Duque Zúñiga nació en Bucaramanga el 12 de octubre de 1943. El más pequeño de 14 hermanos y hermanas. Vivió en el campo cuando niño, en una gran finca. Después de la muerte de su padre, migró con su familia a la ciudad, cuando se fueron acabando los recursos. Empezó a trabajar desde los 13 años. A los 17 volvió al campo para “colonizar” un terreno selvático, pero le dio tifoidea y malaria, y tuvo que regresar a la ciudad. Cuando tenía 14 años, encontró una comunidad que lo acogiera, en la Iglesia Cuadrangular. Este movimiento de origen pentecostal, fundado por una mujer, ha tenido la peculiaridad de abrir las puertas a muchas personas marginadas, mujeres, afrodescendientes, campesinos. Su creencia emotiva en que Jesús sana, bautiza, salva y vuelve por su iglesia da una fuerte cohesión y un llamado a la coherencia entre lo que se comprende como el bautismo por el Espíritu Santo y la vida santa que se debe llevar. Duque se fue a Nueva York a los 23 años. Trabajó durante largo tiempo en pintura industrial. Se conectó con los migrantes de la Iglesia Metodista, e inició su proceso de vinculación a tal comunidad. La santidad como respuesta de inmersión social de los cristianos ante la gracia Divina. El diálogo con la fe, la razón, la experiencia y la tradición. Quiso estudiar teología, y para sus inquietudes por la realidad latinoamericana le recomendaron el Seminario Bíblico Latinoamericano en Costa Rica. Llegó a Costa Rica a estudiar. Edesio Sánchez recuerda la geografía humana del Seminario en los años 70: La riqueza étnica, nacional y cultural fue fabulosa: unos eran de piel cobriza o trigueña, otros de piel morena o negra y algunos de piel blanca; varios estudiantes hablaban con orgullo de su trasfondo europeo, otros por las raíces indígenas que nos definían, otros por su herencia afrocaribeña; había estudiantes de Puerto Rico, Estados Unidos, México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Venezuela, Perú, Brasil, Paraguay, Argentina y Chile” (1998: 89). Duque era uno de ellos. Colombiano viajero. Ciudadano del mundo. En el 72 se conoció con una estudiante mexicana, Elsa Tamez, con quien se casaría a finales de 1975. La realidad interpelaba a los cristianos en América Latina. La situación de pobreza del continente, expresada en subdesarrollo, miseria y desigualdad. El carácter profundamente creyente, religioso y sencillo de la población latinoamericana. La peculiaridad de ser el único continente pobre y cristiano a la vez. La realidad pedía ser reflexionada teológicamente. Exigía una nueva teología. Entre los estudiantes del Seminario aparecían las preguntas. Llegó a sus manos la tesis doctoral de Rubem Alves, publicada bajo el título /Religión, opio o instrumento de liberación/. También los escritos de Gustavo Gutiérrez y Hugo Assmann. Las preguntas. ¿Cómo ser cristiano en un mundo gobernado por la injusticia? ¿Cómo hablar de un mensaje de salvación en un continente dominado por las dictaduras? ¿Cómo responder a la necesidad de los pueblos creyentes que claman por sus derechos? José Duque reflexionaba sobre estas inquietudes. Pero no todos los profesores del Seminario estuvieron de acuerdo con estas inquietudes teológicas. Algunos se fueron, especialmente los extranjeros, que no podían reconciliar en su mente la fe con las preguntas latinoamericanas. Claro, no eran sus preguntas. Otros más osados, como Ricardo e Irene Foulkes, se quedaron. Y los estudiantes estaban abiertos. Apertura al Otro. Apertura al Todo. Apertura a Dios a partir del pobre. Un pobre que se fue ramificando con el tiempo. Un Dios que se fue expandiendo. En 1976 se formó en Costa Rica el DEI, Departamento Ecuménico de Investigaciones. Duque y Elsa, siendo aún estudiantes y sin mucho recorrido, entraron a formar parte del equipo de investigadores. Se trataba de un grupo de intelectuales de distintas disciplinas que discutían temas desde la economía y la teología. Ésa fue otra escuela para ellos. Allí Duque se acercó a Hugo Assmann, cuyo pensamiento se hizo fundamental para su quehacer. De su maestro, como lo llama el colombiano, aprendió a dialogar con todas las disciplinas: sociología, economía, historia, filosofía, pedagogía. Años setentas y ochentas. Efervescencia revolucionaria, según Elsa (2001: 651). Duque percibió el rostro del Dios liberador y el del Jesús histórico, quien por su práctica por la justicia fue condenado a muerte por la ley romana. El intercambio con las comunidades cristianas de base en toda América Latina. Una nueva manera de ser iglesia. “Del 78 al 86 viví intensamente la historia marcada por la revolución, juntamente con mi esposo José Duque, con quien me había casado en el 75. A veces pienso que no hacíamos historia, sino que la historia nos hacía”, comenta Elsa (Ibíd). Reflexión teológica en medio de noticias de muerte, tortura o desaparición de amigos o parientes. Varios talleristas del DEI y estudiantes de la UBL, amigos suyos, fueron desaparecidos al regresar a sus países. Los mártires latinoamericanos. “Mientras más sangre derramada había en Guatemala, el Salvador y Nicaragua más teologizábamos sobre la vida” (Ibíd.), reflexiona su compañera de camino. Después de cinco años, llegaron los dos hijos, Tairo y Xipatli. Época de campamentos, salidas a la playa. Vida en familia. A finales de los 80, se trasladaron a Lausanne, Suiza, a realizar estudios de doctorado. Extrañaban América Latina enfrente de los lagos. Allá les tocó presenciar la caída del muro de Berlín, el fracaso del socialismo soviético, la ruptura de una visión que, lejanamente, algunos pensarían como modelo para América Latina. Pero nada de esto acabaría sus esperanzas. Su modelo no estaría en una organización de carne y hueso, de máquina y dictadura. Algunos piensan que la Teología Latinoamericana provenía de la ideología soviética, pero qué mala interpretación se hacía de pensadores como Duque. El reinado de Dios no podía someterse a un modelo histórico, “de este mundo”, tan limitado. El reinado de Dios pone en crisis todo tipo de realidad, la invita a la pregunta, para exigirle más. Regresaron a Costa Rica en 1990, pero la situación era totalmente diferente. El movimiento popular estaba debilitado. Emergía el modelo económico neoliberal, exceso de explotación sobre la tierra y los obreros. Frente a la globalización del usufructo, surgió también la globalización de las resistencias. El pobre afianzó su diversidad. Una solidaridad desde lo macro. Mientras Elsa se concentraba en la publicación de sus investigaciones teológicas, Duque se afianzó en la consolidación de instituciones de carácter abierto, ecuménico, solidario. Llegó a ser rector de la Universidad Bíblica Latinoamericana, director del DEI y presidente de CETELA. Propuso la Hermandad de Instituciones teológicas, con el fin de apoyar a las instituciones pequeñas, compartir recursos pedagógicos y económicos, y ampliar el rango de educación en el continente. Participó, además, en el paso que diera el Seminario a convertirse en universidad en 1997. Desde 2009 reside en Colombia, vinculado al Departamento de Formación y Ministerios de la Iglesia Colombiana Metodista. Un gran regalo para nosotros. Repatriar a nuestro teólogo, invitarlo a desparramar el fruto de las raíces que lo han alimentado en su recorrer el mundo. Para Duque, la teología es siempre una reflexión secundaria ante la realidad que se nos presenta. La teología proviene del entorno, de las prácticas de la gente, de las experiencias de fe. Por esto la “Misión de Dios” no consiste en ir a darle al otro un discurso. Es aprender del diferente. Escuchar su voz distinta, interpretar cómo se revela allí lo Divino, sin que necesariamente sea como uno. Según el teólogo colombiano, la Creación, la Redención y la Consumación se dan paralela y continuamente en la historia humana. Son metáforas o imágenes para hablar del actuar de Dios constante. Proceso dinámico y cualitativo. La creación es una obra comenzada y abierta, la historia permanece atenta. En la salvación también hay creaciones sucesivas, todas nuevas. El Éxodo y el Retorno del destierro son nuevas creaciones. La consumación no tiene como meta el fin del mundo, sino un nuevo comienzo. Y todo puede estar sucediendo en este momento. Debemos aprender a participar de estas dimensiones. Este hombre apasionado por las plantas y los árboles constantemente se actualiza. En los setenta, la sociología. En los ochenta, los nuevos modelos para interpretar la realidad. En los noventa, las nuevas teologías y visiones pedagógicas: el género, la interculturalidad. En la actualidad, se ha dedicado últimamente a pensar la neurociencia y la teoría de Gaia. La vida fomenta y mantiene adecuadas unas condiciones para sí misma. Con o sin el hombre, la tierra permanece. Gaia, la vida del planeta, lo Divino, lo Sagrado, es lo que abarca todo y en lo que nos insertamos. En la labor de José Duque se demuestra que la Teología Latinoamericana no es un asunto de teoría. No consiste en pararse en el balcón a observar al pueblo que se mueve abajo y hacer teología para él. Por ello ha escrito poco pero ha vivido mucho. A sus setenta años aún se le ve viajar a los pueblos indígenas de Colombia, intercambiar experiencias de fe con los zenúes, visitar las aldeas olvidadas, donde no hay siquiera policía. Dormir en casitas de madera. Comer en platos sucios. Llorar al darse cuenta que las comunidades hacen sopas con las sobras de los huesos de los restaurantes. Estar ahí. Una teología inserta. Encarnada. En consonancia con su temática pedagógica: la misión de cristiana. *Bibliografía* -Duque, José. (2008). Una visión articulada de la historia de la salvación. Medellín: Materiales para el curso “Misión de la Iglesia” enseñando en PROMESA, 2008 -Duque, José y Foulkes, Irene. “El quehacer teológico de la UBL: Herencia, desafíos, horizontes/./ En: Vida y Pensamiento 18,1. Junio de 1998, pp. 34-70 -Sánchez, Edesio (1998). “La generación del ’71. Remembranzas”. En: Vida y Pensamiento 18,1. Junio de 1998, pp. 86-95 -Tamez, Elsa. “Elsa Tamez. Descubriendo rostros distintos de Dios”. En: Tamayo, Juan José y Bosch, Juan. (2001). /Panorama de la teología latinoamericana/. Estella (Navarra): Verbo Divino, pp. 647-665. POR CRISTO Y LA AMERICA LATINA
Posted on: Sun, 20 Oct 2013 03:40:05 +0000

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