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HOLA GENTUZILLA DE CINE GENTUZILLA DE TORMENTAS NOCTURNAS QUE ME ENCANTAN.... AYER NO COMENTE LA PELICULA DE BUSCANDO A ERIC....HAY DIAS QUE MI CABEZA NO DA PARA MAS.... HOY VAMOS CON UNA GRANDISIMA PELICULA QUE RIDICULIZA LA POLITICA DE LA ONU....Y LA GUERRA EN SI....BASADA EN LA GUERRA QUE ASOLO LOS BALCANES... YO ESTUVE HACE TIEMPO EN CROACIA Y LA VERDAD QUE LA GUERRA QUE SUCEDIO ALLI FUE ESPANTOSA POR QUE SE MEZCLARON LAS RELIGIONES Y LAS ETNIAS QUE CONVIVIAN JUNTAS EN LOS PUEBLOS, BARRIOS, CIUDADES.... GANO EL OSCAR A MEJOR PELICULA DE HABLA NO INGLESA EN 2001.....Y MUCHOS PREMIOS MAS Y FUE MUY BIEN ACOGIDA EN EL MUNDO DEL CINE..... PELICULA BOSNIA DIRIGIDA POR DANIS TANOVIC SI PODEIS VERLA NO LO DUDEIS ES UNA GRAN PELICULA CON TOQUES DE HUMOR, COMEDIA NEGRA, DRAMA...... EN TIERRA DE NADIE DE DANIS TANOVIC EN 2001 En tierra de nadie (título original en bosnio: Ničija zemlja) fue primer largometraje del joven director bosnio Danis Tanović. La película muestra, desde un punto de vista tragicómico, el duro y espinoso conflicto de los Balcanes. Sinopsis Dos soldados de dos bandos diferentes, Čiki y Nino, uno bosniaco y el otro serbobosnio, se encuentran atrapados entre las líneas enemigas, en tierra de nadie, durante la guerra de Bosnia de 1993. Mientras Čiki y Nino tratan de encontrar una solución a su complicado problema, un sargento de los cascos azules de las Naciones Unidas se prepara para ayudarles, contraviniendo las órdenes de sus superiores. Los medios de comunicación son los encargados de transformar una simple anécdota en un show mediático de carácter internacional. Mientras la tensión entre las diferentes partes va en aumento, y la prensa espera pacientemente nuevas noticias, Nino y Čiki tratan por todos los medios de negociar el precio de su propia vida en medio de la locura de la guerra. Premios En tierra de nadie ha recibido, entre otros, los siguientes premios:1 2001: Óscar a la mejor película de habla no inglesa. 2001: Premio del Festival de Cannes al mejor guion. 2001: César a la mejor ópera prima. 2001: Mejor guionista en los Premios del Cine Europeo. 2001: Premio del público en el Festival de San Sebastián. 2002: Globo de Oro a la mejor película en lengua no inglesa. Las películas bélicas deben ser tan devastadoras como las guerras que narran. En tierra nadie (No Man’s Land, Danis Tanovic, 2001) lo es. No necesita explosiones, mezcla de sangre y barro ni espectaculares planos aéreos de batallas. Nada de eso. Por no necesitar, no necesita música. La única que se oirá en la película es la ofrecida dentro de las mismas escenas de la película. Tampoco necesita gritos de dolor, ni llantos –acaso algún sollozo–. No. No necesita nada de eso para señalar una de las muchas putadas de la guerra a través de una historia pretendidamente ridícula: nadie sabe quién empezó la guerra, nadie sabe el por qué de nada, nadie sabe cómo darle marcha atrás, y nadie quiere hacer nada por remediarlo. Así, la clave del guión funciona como metáfora de todo ello. ¿Qué de qué va? Un pequeño grupo de soldados bosnios se dirige, a través de una noche cerrada en niebla, a sustituir a sus compañeros de un puesto de guardia. A causa de la desorientación, cruzan las líneas enemigas y allí son fulminados. ¿Todos? ¡No! Una aldea de irreductibles… Sobrevive uno de los bosnios y se refugia en una trinchera fronteriza. Del lado serbio, envían dos soldados para asegurarse de que la trinchera está limpia de enemigos. Y eso creen. Mientras el superviviente bosnio aguarda oculto en la trinchera, uno de los serbios tiene la brillante idea de colocar una mina de presión bajo un cadáver bosnio, con la esperanza de que cuando los suyos levantara el cuerpo, explotaran… Y entonces, empieza lo bueno. En tierra de nadie no perdona a los periodistas, no perdona a la ONU, no perdona a Estados Unidos. No perdona a nadie. Ni siquiera perdona a los protagonistas de la película. Tomando como referencia del humor surrealista balcánico a Emir Kusturica, esta película del bosnio Danis Tanovic se inserta de manera muy clara en esa corriente aunque sin ser tan disparatada como las de Kustu. Tanovic demuestra en esta cinta que se puede trasladar el horror de la guerra hasta el espectador, utilizando como vehículo el surrealismo, el humor ácido, y sin necesidad de grandilocuentes escenas de muerte y destrucción. Valores que le valieron al cineasta el Óscar a la mejor película extranjera en 2001, premio que completo el obtenido en Cannes como mejor guión, el premio del público en San Sebastián, y el César a la mejor película extranjera. Tanovic sabe muy bien de lo que habla, no en vano conoció la guerra de Bosnia como documentalista para el ejército bosnio. El absurdo de la guerra hace que coincidan en una trinchera abandonada en medio de las posiciones serbias y bosnias, un soldado de cada bando, además de otro malherido al que dan por muerto y al que los serbios colocan una mina trampa de tal forma que si alguien lo moviera estallaría. Ciki y Nino se ven en una situación absurda de tener que buscar una solución que les permita volver a sus puntos de partida para poder seguir matándose. En ese escueto escenario de la trinchera, y los dos enemigos que no son capaces de ponerse de acuerdo para salir juntos del atolladero, se va construyendo una historia esperpéntica a la que luego se unirán los Cascos Azules (“los pitufos”) incapaces de tomar una decisión coherente enredados como están en un entramado de intereses y presiones internacionales imposibles de comprender, y que obligan a sus soldados a tomar decisiones imposibles en medio de la hostilidad general. Una crítica hacia la pasividad internacional que se extiende hacia los medios de comunicación internacionales, más preocupados por conseguir una buena noticia que colocar en la conexión en directo con los informativos, y eso al precio que sea posible, olvidando que detrás de los dramas hay personas que sufren, víctimas que no le importan a nadie. Toda la historia transcurre en un largo y cálido día de verano, donde el tiempo transcurrre de forma lenta, sólo agitado por momentos de violencia puntual con todos empeñados en demostrar que el otro es el culpable de la guerra a golpe de cañón de fusil. El final llega con el ocaso, un ocaso que nos deja un poso pesimista ya que Tanovic no deja resquicio a una esperanza acerca de la convivencia pacífica de los distintos pueblos que forman la antigua Yugoslavia. Cierro con las palabras del propio director explicando el mensaje que quiso transmitir con esta película: “Quería que la película estuviera repleta de contrastes y elementos inarmónicos. Pero también tenía que mostrar que la falta de armonía y el odio no son naturales y que no aportan ninguna solución. Leí en alguna parte que el amor lleva la armonía a un conflicto sin que ninguna de las partes se destruya. El odio hace justamente lo contrario. Si el odio fuera el principio por el que se rigiera nuestra sociedad no quedaría ningún tipo de oposición en el mundo. Pero, como el fuego y el agua coexisten, creo que es el amor el que dirige el mundo”. En tierra de nadie es una producción bosnia dirigida por Danis Tanovic que se alzó en el año 2001 con el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Ambientada en la guerra de los balcanes, narra la relación que mantienen dos soldados de diferente bando en una situación bastante incomoda en plena batalla. Con unos diálogos demoledores y sagaces, esta atípica comedia no dejará a nadie indiferente. Sinopsis: 1993, Bosnia. Dos soldados enemigos entre si se ven atrapados entre lineas, en tierra de nadie.Un sargento de los cascos azules de la ONU se dispone a ayudarlos, contraviniendo las órdenes de sus superiores. Los medios de comunicación no tardan en hacer presencia y tratar de convertir aquello en un show mediático de carácter internacional. Mientras la tensión bélica crece y la prensa espera impaciente nuevas noticias, los dos soldados intentaran como sea salir vivos del entuerto. Ópera prima del realizador Danis Tanovic, el filme tuvo un éxito moderado y una unánime acogida positiva por parte de la crítica haciéndose con numerosos premios como el citado Oscar además del Globo de Oro a la mejor película extranjera, mejor guion en Cannes y el premio del público en el festival de cine de San Sebastián. La considero una cinta maravillosa e inolvidable, ya que podía mantenerte en tensión, hacerte reír y revolverte por dentro en el espacio de 5 minutos sin caer en los tópicos habituales del género, y eso a día de hoy en el cine es mucho, además de la denuncia que representa hacia las banderas, la horrible lucha fraternal y la ridiculez de las guerras. Tanovic tiene talento y narra con solvencia, algo que decae un poco en sus dos siguientes obras pero que recupera en su último estreno Cirkus Columbia volviendo al contexto de la guerra de la antigua Yugoslavia que tanta fama le dio. La niebla dificulta la visión de unos soldados bosnios que van a hacer el cambio de guardia. Totalmente perdidos, deciden esperar a que desaparezca, volver a recuperar la visión. Al amanecer, todos son aniquilados excepto dos que logran entrar en una trinchera en tierra de nadie. Dos soldados serbios acudirán a comprobar si hay supervivientes. Este es el comienzo del primer largometraje de Danis Tanovic (Zenica, Bosnia y Herzegovina, 1969) después de una amplia experiencia como documentalista bélico. Con guion y música propia, se rodó en coproducción entre Eslovenia y otro cuatro países -que afortunadamente no se han empeñado en imponer actores-. La película elige dos líneas argumentales, la peripecia de tres soldados en la trinchera y la actuación de las fuerzas de la O.N.U., enhebradas por la actuación de los periodistas internacionales. En la trinchera, un soldado bosnio está herido e inmovilizado sobre una mina que estallará si se levanta. Junto a él, su compañero y un soldado serbio intentan en la misma lengua convencerse de que su bando empezó el conflicto o recuerdan a la vecina de uno que fue novia del otro, pero no son capaces de apoyarse mínimamente para salir de la situación. Es el absurdo de la guerra: dos bandos irreconciliables y un país -presentado mendiante picados- sin solución. Los soldados de la UNPROFOR, franceses, alemanes e ingleses, intentan ayudarlos pero sus mandos los entorpecen, prefieren jugar al ajedrez. Es la burocracia de la no complicación y, por otra parte, el retrato más flojo, por esquemático, de todos los grupos. Los periodistas televisivos, su intervención me recordó la obra maestra El gran carnaval (1955) de Billy Wilder, tampoco se salvan de la quema porque aunque catalizan la intervención final del ejercito neutral, son aves de presa ante cualquier noticia, su intervención humanista es en realidad oportunismo en busca de audiencias. El antibelicismo se impone al partidismo logrando una película muy recomendable con momentos bastante brillantes como la pedición de auxilio sin uniformes o el ácido y pesimista final. filmaffinity/es/film892752.html
Posted on: Fri, 04 Oct 2013 08:50:53 +0000

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