Hola, bueno soy la admin IsabelDS, creo que no podré publicarles - TopicsExpress



          

Hola, bueno soy la admin IsabelDS, creo que no podré publicarles mas, pero no me olvido de ustedes, voy a seguir subiendo los capítulos de la novela, le encargue a una admin que los suba, y aquí les dejo el capítulo 16 Capítulo#16 una broma de mal gusto. —_____... —murmuró. Ella estaba temblando de pies a cabeza, tenía los ojos como platos y sollozaba incontrolablemente. El rostro de Nate se contrajo, y extendió una de sus grandes manos para secarle las lágrimas y arreglarle el revuelto cabello. —Está bien —le susurró en un tono de voz tan suave que no parecía el suyo—, está bien, _____, no voy a hacerte daño... Tendría que haberme dado cuenta de que... Dios, ¿por qué no me has dicho nada? Vamos, deja de llorar, por favor... —le rogó sacando un pañuelo de su bolsillo. Pero ella siguió tensa mientras le secaba las mejillas, y la inquietud no se había borrado de sus grandes ojos castaños cuando se encontraron con los de él.. —Yo no soy... no soy esa clase de mujer... no soy una... —murmuró con voz entrecortada—, y tú... tú no haces más que tratarme como si lo fuera... Las facciones de Nate se endurecieron. —Escucha, _____, yo... Pero ella no quería oírlo. —Déjame —le imploró, empujándolo por el pecho—, por favor, déjame tranquila... Y, como si fuera un animal herido y asustado, se acurrucó contra la portezuela, cerrando los ojos con fuerza. —¿Por qué no me dijiste desde el principio que eras virgen? — inquirió Nate quedamente, observándola. _____ abrió los ojos, pero no se movió, ni lo miró, y tardó en contestar. —Porque no tenía ni idea de que ibas a intentar nada conmigo —farfulló—, y porque no me habrías creído aunque te lo hubiera dicho. Nate dejó escapar un pesado suspiro. —Después de cómo reaccionaste cuando empecé a besarte y acariciarte junto al lago, tal vez sí te habría creído —repuso con la vista fija en sus mejillas —. ¿Te he hecho daño? _____ se sonrojó aún más, y sacudió la cabeza nerviosa. —¿Podemos volver ya al rancho, por favor? —le suplicó. —_____... Nate hizo ademán de acercarse a ella, pero al instante ella se echó más hacia atrás, con los ojos desorbitados y el cuerpo rígido. Él se detuvo con el rostro ensombrecido. Se volvió hacia el volante y puso el coche en marcha. La observó de soslayo, preocupado, mientras volvían a salir a la carretera, pero para su alivio al cabo de unos minutos pareció empezar a calmarse. Durante el resto del trayecto, sólo la suave música de la radio rompió el silencio. —¿Ha estado molestándote de nuevo? —le preguntó Libby a _____ esa noche tras la cena, cuando las dos subían a dormir. _____ se limitó a asentir, y entró en su dormitorio, consciente de que su amiga la había seguido. Libby cerró la puerta tras de sí, y se sentó en la cama, con las manos sobre el regazo, y observó a la otra joven detenerse frente a la ventana con una mirada vacía. —_____, por favor, dime qué es lo que ha ocurrido —insistió—. Esta mañana sales tan contenta, y vuelves pálida como un fantasma; Nate se marcha y es la hora que es y aún no ha regresado... hasta mi madre, intuye que ha pasado algo. —No puedo hablarte de ello —musitó _____. Se apartó de la ventana y exhaló un profundo suspiro—. Libby, he pensado que lo mejor será que mañana por la mañana me vuelva a Nueva York. — ¡Oh, no, por favor, _____! —exclamó su amiga poniéndose en pie, con una tristeza enorme en el rostro—. Tienes que contarme qué ha sucedido. ¿No habrá... ha intentado algo? _____ no quería contestar, pero su vacilación y el miedo en sus ojos la delataron. —Oh, _____... —murmuró Libby, yendo a abrazarla—. Dios, iría y lo molería a palos si con eso pudiese consolarte. Es un bruto y un idio.ta —masculló—. Y, sin embargo, si te odiara como tú crees, ¿por qué iba a intentar nada contigo? ¿No te parece extraño? No sé, yo diría que en el fondo sí siente algo por ti. _____ se apartó de ella y le dio la espalda. —No, odio es lo único que siente por mí. Me odia y me lo ha demostrado. Tengo que marcharme, Libbby, no puedo seguir aquí por más tiempo. ¿Es que no lo ves? —Al menos podrías esperar hasta mañana para tomar esa decisión —le suplicó Libby, preocupada—. Sé que ahora mismo no puedes ver salida a esto, pero, te lo ruego, consúltalo con la almohada. Las cosas podrían cambiar... —No cambiará nada —repuso _____ pesimista—, pero lo haré porque tú me lo pides. Libby la besó en la mejilla, la abrazó de nuevo, y salió del dormitorio. _____ empezó a andar arriba y abajo. ¿Consultarlo con la almohada? Aquello no serviría de nada. No podía quedarse allí y permitir que Nate siguiera tratándola de esa forma tan denigrante. Durante mucho tiempo se había preguntado cómo reaccionaría si Nate intentara algo con ella, y ahora ya lo sabía: había sentido verdadero pánico. Pero... pero no había sido así junto al lago, se dijo. No, junto al lago había sido dulce y tierno, y ella no se había asustado. Incluso había deseado que siguiera. Se cruzó de brazos y suspiró. Tal vez, si no hubiera sido tan brusco con ella en el coche, habría reaccionado del mismo modo. No le habría negado nada si hubiera sido menos rudo. No, no podía seguir en el rancho, pero la idea de tener que volver al apartamento de Nueva York la deprimía. Se puso el camisón y se metió en la cama decidida a no pensar en Nate, ni en el futuro tampoco, pero no pudo evitarlo, y dio muchas vueltas en la cama antes de dormirse. A la mañana siguiente, _____ se levantó antes que nadie. Al bajar, se encontró la cocina desierta ,pero, como no quería marcharse sin despedirse de nadie, decidió que haría bien en entretenerse con algo para no ponerse nerviosa antes de enfrentarse a Nate, y se le ocurrió que lo que haría sería preparar un buen y abundante desayuno. Hiizo tortitas, galletas, huevos revueltos, café y jugo de naranja, y justo cuando estaba terminando de poner la mesa en el comedor, apareció Nate y se quedó paralizado en la puerta al ver todo aquel banquete _____ se giro al oírlo llegar, y casi se arrepintió de haberlo mirado. Estaba tan endiabladamente guapo y masculino con aquella camisa blanca de algodón y esos jeans, y el cabello húmedo de ducharse... Con el corazón desbocado, se dio la vuelta lo más deprisa que pudo. —¿Te importaría ir a llamar a tu madre y a Libby? —le pidió—. Ya está todo listo. —¿Por qué has hecho esto? —inquirió él con aspereza—. No has venido aquí para hacer de criada, sino como invitada. —Lo sé, pero quería hacer algo para agradecerles mi estancia antes de tomar mi vuelo. —¿Qué vuelo? —inquirió Nate, frunciendo el ceño. —El que me llevará a Nueva York —contestó ella, fingiéndose muy tranquila. Le dio la espalda y se dirigió a la cocina para ir por el azucarero, pero Nate la siguió. —Cancélalo —le dijo. _____ lo miró con el azucarero en la mano. —No pienso hacerlo. De todos modos no podía, ya que aún no había hecho la reserva. —En ese caso lo haré yo. _____ soltó ruidosamente el azucarero sobre la encimera y apretó los puños junto a caderas. — ¡No puedes retenerme aquí! ¡No soy tu prisionera! —No, no lo eres, pero me gustaría que no te fueras —murmuró él en un tono tan suave que ella se quedó sorprendida. Mirándolo, a _____ le pareció que sus ojos estaban enrojecidos, y que tenía mala cara, como si tampoco él hubiera pasado muy buena noche. —¿Para qué? —le preguntó desafiante—. ¿Para que puedas empezar a atormentarme de nuevo?, ¿Para que sigas donde lo dejaste ayer?, ¿Es eso? Nate inspiró profundamente, metiéndose las manos en los bolsillos, se apoyó en la pared y la miró a los ojos. —_____, ayer averigüé lo que quería saber de ti —le dijo—, y lo hice de la única manera que podía hacerlo sin que me quedara la duda de si estarías diciéndome la verdad o no. No pretendía asustarte de ese modo, pero necesitaba respuestas que de otro modo tú no me habrías dado. _____ se puso rígida. —¿Estás diciéndome... que lo hiciste a propósito? Nate asintió muy serio. —En cierto modo. Para mí fue como una revelación. Tenía la sensación de que no podías ser ni la mitad de experimentada de lo que yo creí en un principio. Ya lo intuí la primera vez que te besé, porque tu respuesta no fue la de una mujer que sabe mucho de besar —añadió con una leve sonrisa—, y luego, junto al lago, te quedaste tan agitada, que no pude menos que pensar que aquello era algo totalmente nuevo para ti. Y, por supuesto, cuando te empecé a besar en el coche de vuelta a casa, el modo en que reaccionaste, aturdida ante mi ardor, también se sumó a mis conclusiones anteriores. Lo que no esperaba —añadió con un suspiro—, era el miedo. ¿No pensarías de verdad que sería capaz de forzarte? —Por supuesto que lo pensé —le espetó _____—. ¿Cómo no iba a pensarlo con la rudeza con que me trataste? Nate embozó de nuevo una leve sonrisa. Era cierto, una chica inocente no podía saber lo que era la pasión. —Algún día comprenderás por qué me comporté así, pero no creo que éste sea el momento de explicártelo. En tres zancadas se plantó juntó a ella, y su repentina proximidad la puso aún más nerviosa. Podía sentir el calor de su cuerpo, su aliento sobre la frente... _____ subió la vista aprehensiva de lo que pudiera ocurrir, pero sin poder evitarlo, pues era como si sus ojos de plata la atrajeran cual un imán. —No quiero que te vayas —le repitió él suavemente—. Ahora que sé la verdad, no volveré a tratarte con rudeza, te lo prometo. La amabilidad era algo que _____ había aprendido a no esperar de Nate, y precisamente por eso la desconcertó aún más, haciéndola vacilar……. IsabelDS
Posted on: Sat, 17 Aug 2013 02:14:34 +0000

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