Hola mis querid@s amig@s. Deseo contarles mi historia porque sé que much@s se identificaran conmigo y terminaremos unid@s para alcanzar junt@s esa meta que es nuestro mayor anhelo. Mi nombre es Vanessa, una comedora compulsiva que ha tenido muchos altibajos en la vida con respecto al tema que ocupa uno de los primeros lugares en la tabla de problemas de salud mundial: el sobrepeso. Actualmente tengo un sobrepeso de 30 kilos, mismo que aumenté en menos de dos años y el cual deseo eliminar y no volver a recuperar nunca, ya que me tiene destrozada, con mi autoestima por el piso y sinceramente no quiero llegar a mis 40 años siendo gorda, y por experiencia sé que el querer es poder, aun así, debo resaltar que mi problema principal a lo largo de mi vida no ha sido bajar, si no mantener el peso. Cada vez que sucedió algo importante en mi vida, busqué refugio y consuelo en la comida, principalmente en los bocadillos dulces, siento que una manera de autocastigarme y en ocasiones una forma de autodefensa, al pensar que estando gorda evitaría que me hicieran daño. Desde que tenía nueve años empecé a engordar, recuerdo cuando mi maestra de tercer grado me envolvía el brazo con su mano y al presionar me decía que estaba poniéndome apretada, lo cual entendía pero no era importante. Conforme fueron pasando los años iba engordando más, de los diez a los doce parecía una bolincha y mis hermanos disfrutaban con insultarme llamándome gorda, mi madre sentía vergüenza y hacía cosas como tallarme con fajas cuando iba a llegar la familia, repitiendo una y otra vez: uy, que vergüenza! Por otro lado mi papá me consentía, cuidaba y defendía dándome comida. Cuando llegué a los doce años empecé a conseguir cosas a escondidas para bajar de peso y a hacer ejercicios. Tras de mí, las burlas y ofensas de mis hermanos, la vergüenza de mi mamá y el aliento de mi padre a tragar y tragar. Recuerdo toda mi adolescencia con sobrepeso y desde entonces con visitas al sicólogo, sin ganas de salir, con miedo en la calle de que me gritaran groserías, con el temor de no pasar por el trompo del bus o de no caber en el asiento. Para no cansarles con el cuento, fui bulímica, anoréxica, y viví las peores pesadillas que se puedan imaginar, si bajé de peso, asombrosamente, llegué a perder 44 kilos en un año, pero lamentablemente volví a subir, a bajar y a subir de nuevo, pero si me preguntan como me veo a mis cuarenta años, les diré que con un peso saludable, quiero disfrutar la vida ya pasé cosas muy feas y hoy entiendo que la felicidad está dentro de mí... Así que caí, pero voy a levantarme, la idea de escribir todo esto y abrir la página es porque sé que no estoy sola y que hay mucha gente con el mismo problema, de modo que confío en que la unión hace la fuerza!
Posted on: Sun, 23 Jun 2013 20:00:05 +0000
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