Hoy me siento satisfecho. Asaz. He comprado otro pack de Bonsais para la abuela marito. El primero fue, por error, para mi viejo, a quien tanto debo y nunca se lo digo, el que sagazmente escondía los libros prohibidos que había que leer para que yo los encontrase, el que, en definitiva, siempre ha sido y sigue siendo un gran tipo, el gran tipo, un referente total. Mi padre, mi querido Antonio. Y el error es porque pensaba regalarle un ejemplar del primer número de Bonsai pero le van a llegar 10. Y es un error maravilloso, porque así podrá donar a su vez las 9 restantes a otros tantos abuelos. Porque se trata de recuperar ese momentazo en el que el patriarca o la patriarca o alguien de la familia lee en voz alta al resto de la comunidad. ¿Se puede? Sí, amigos, lo prometo, si del deporte se sale, como bien dice La Pandilla Voladora, la tv se puede tirar al contenedor, vea lo que le ofrecemos a cambio, y estoy recitando de mala memoria un ya longevo artículo de Francisco Ayala que instaba al respecto, y la hemeroteca no me traicionará. O sí, porque a estas alturas a saber lo que es una hemeroteca, pero me la suda. Os lo dice alguien que lleva viviendo 10 años sin tele. Y que tiene una, empotrada en un armario. Venía con el alquiler y la tuvimos que castigar mirando a la pared. Tranquilos, ni sufre ni ná. Ahora, ¿a qué viene esta diatriba? Bueh, como ya parece clarinete que esta página no es promocional, a eso, a contaros cosicas. Yo me quito del prurito periodístico que siempre me acompañará y de paso os narro nuestras andanzas. Y vosotros ustedes podéis hacer, claro está, lo que os venga en gana, venga, pero va, suéltense, que menos likes y más palabros, ¿no? Retomando, que es gerundio, el asunto venía siendo la Bonsai. A ver, para quien no sepa de qué estoy hablando, suelto un nombre: Hernán Casciari. ¿Ni papa? Ya, bueno, pues si lo buscas en internet te saldrá que es el autor del libreto de la obra de teatro más vista en la historia de Buenos Aires. Que es mucho decir, que acá, cuando el corralito, los teatros, cientos, no sólo no cerraron sino que aumentaron su oferta. Pero Hernán es, también, un gordo fumeta que está revolucionando el mundo editorial y al que si abrazas ya quieres incondicionalmente. Lo hice una vez. Abrazarle. Y ya de antes era uno de sus feligreses. El genio se abrió un blog, orsai, cuando se extraditó, por amor, allá por el principio de siglo, y a partir de ahí se ha terminado montando la que a buen seguro será recordada como la mejor revista literaria de, al menos, la década, sí, hala, vamos a matar todos a la imprenta, pero para el siglo que viene, como siempre, que hay que rentabilizar las rotativas que hemos vendido al Congo y su obsolescencia programada caduca en 50 años. Y esta boutade tiene una muy fundada explicación, aunque sé que es también eso, una sobrada. Pero quedará para otro post, o se me pasará la paranoia. Anyway, Casciari logró hacer una publicación en ese momento, sin nadie en el medio, esto es, ni publicidad ni distribuidores al uso y, aunque me consta que no ha resultado del todo rentable, se mantuvo bimensual y a tope de calidad. Y de ésto algo sé, porque hice lo mismo, a mucha menor escala, 4 números de Barbacana, en eso, 2 años. Y el gordo ahora va y la mata para parir Bonsai, una revista bimensual que narra la historia de una familia que se queda sin figura materna, pensada para que se lea en voz alta y con la tv apagada. Clap hands, bro. Así que eso, que vamos a cumplir otro sueño en la abuela marito, y este es ser un punto de venta de la revista del Casciari para prolongar el ancestral rito de la narración oral. Y que ya tengo colocados/regalados los 9 ejemplares restantes de mi primer pack entre mis amigos argentinos con descendencia. Y que ellos no lo saben. Y que todo esto me hace muy, muy feliz. Besos de la abuela.
Posted on: Sun, 01 Dec 2013 05:25:49 +0000
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