Interesante!!! El frío del pavimento le lastimaba los pies - TopicsExpress



          

Interesante!!! El frío del pavimento le lastimaba los pies descalzos mientras caminaba en línea recta entre todos los autos vacíos y abandonados. En ese lugar, alguna vez, hubo personas ¿Que había ocurrido? Ella lo sabía, la Guerra. Alana se detuvo frente a un automóvil con los vidrios espejados, miró su reflejo y noto por primera vez donde se encontraba. El Golden Gate. Rápidamente tomó control de su cuerpo y aclaró su mente, notó que estaba sin zapatos y llevaba puesto un largo camisón blanco que permitía que el viento la azotara sin piedad. Trató de abrir el coche torpemente pero solo logro aumentar su desesperación. -¡AYUDA!- gritó con todas sus fuerzas pero no siguió haciéndolo, sabía que era inútil, detrás de El Muro no había nada ni nadie. Estaba sola. -No grites- susurró un hombre que estaba a metros de ella, pero la muchacha no pareció verlo antes. Llevaba puesto un traje negro sin corbata, descalzo y encorvado. Parecía agotado como si hubiera tenido una mala noche. Qué ironía-. Todo irá bien mi niña. -¿Quién eres? ¿Por qué me llamaste así?- Alana espetó sin mucha fuerza en su voz, no podía reconocer a la persona que tenía en frente y no sabía el porqué. En vez de contestar a sus preguntas, el misterioso hombre, se alejó caminando hasta la baranda del puente, apoyó sus manos y empezó a llorar. Un llanto que parecía tener dentro de su pecho por años y al fin lograba liberarse de él. -¿Qué le sucede?- continuó Alana logrando las fuerzas necesarias para acercarse a él. Algo le resultaba escalofriantemente familiar y escucharlo llorar le provocó una profunda angustia. - ¿Puedo ayudarlo? Solo dígame que hacemos aquí, señor, y prometo que lo ayudaré. -Solo sigue la luz-. Murmuró el hombre sin rastro de llanto en su voz. Ahora más cerca de él, la muchacha, pudo notar que las sombras junto con la niebla, le ocultaban el rostro, pero aun así había algo que la unía a esa persona. Pronto el pánico dominó la situación, el misterioso hombre, aferró sus manos al fierro oxidado que lo separaba de una caída al agua y se impulsó del otro lado. Alana ahogó un grito mientras se abalanzaba, por instinto, a él y lo sujetó del brazo. -¡No lo haga! Sea cual sea el problema lo resolveremos por favor-. Dijo la chica con lágrimas en los ojos. -Tengo que hacerlo- continuó y en su voz se podía escuchar la tristeza y resignación-, sólo así estarás a salvo mi niña-. Dio vuelta su rostro a medida que hablaba para revelar su identidad. Era Nerón, su padre. Y luego saltó. -¡NO!- chilló Alana dominada por la desesperación que le hacía un hueco en el pecho. Era su padre y estaba suicidándose frente a ella. Se apoyó desorientada a la baranda como si su vida dependiera de ello, aferrando sus manos temblorosas tan fuerte que sus nudillos estaban completamente blancos. Abalanzó la mitad de su cuerpo hacia el vacío buscando algún rastro de Nerón. -Papá- llorisqueó como una niña de cuatro años perdida en el centro comercial. Necesitaba a su padre y él no estaría nunca más para ella-. ¿Por qué papá?- continuó mientras sus lágrimas caían para unirse a las agitadas aguas del océano que acababan de llevarse a su padre. -Sigue la luz- susurró una escalofriante voz al oído y luego hubo un empujón. Alana cayó al vacío tan rápidamente que no tuvo tiempo de gritar. Una persona que no reconocería nunca la había empujado fuertemente desde atrás. El agua era tan helada que lastimó su piel como miles de agujas logrando ingresar hasta sus pulmones ahogándola. Y entonces despertó. -¿Tenías que tirarle esa agua tan fría?- chilló una voz familiar. Era Isaac. O eso creía la muchacha, estaba cubierta de agua y tuvo que refregarse los ojos para poder ver, y aclararse la garganta para poder hablar. -Había que despertarla o se iba a hacer daño- contestó fríamente Aarón mientras miraba directo a Alana. Los ojos celestes, del muchacho, se veían tensos bajos las cejas negras que fruncían el ceño agregándole unos cautos años a su rostro. Parecía preocupado. A su lado estaba Félix también observándola consternado. La muchacha se preguntó qué era real y que no. Sintió dolor en las palmas de las manos donde ahora había rasguños provenientes de sus uñas. Antes que Isaac pudiera hablar ella interrumpió. -Estoy bien Isaac, cálmate- dijo Alana notando que su garganta estaba áspera de gritar. Se preocupó por el show que habrá dado mientras soñaba. Si eso era un sueño. Se levantó con demasiada rapidez y lamento haberlo hecho, el mareo le revolvió el estómago de haber comido algo antes hubiera vomitado sobre la inmensa cama con dosel donde se encontraba tumbada. Al tacto se sentía tan agradable que la muchacha se preguntó si las sabanas eran de seda. Pronto dedujo que estaba en una de las habitaciones del Calix. Se tomó la cabeza con ambas manos, estaba empapada y tenía frio, cuando recordó que Aarón seguía mirándola. -¿Qué?- preguntó Alana casi ofendida por su insistente mirada. -Cuando estés lista hablaremos- sentenció sin una gota de sentimiento en sus palabras, como si fuera protocolar y se fue por una elegante puerta balcón decorada con largas cortinas blancas. Majestuosa era la palabra para describir el cuarto en donde se encontraba. -¿Dónde estamos?- dijo la muchacha aunque sabía la respuesta. Un hueco de dolor se le hizo en el pecho al recordar la llamada de su padre. -Estamos en Calix- contestó Isaac. Sus ojos color miel la observaban preocupados como si fuera a romperse. Se veía afligido y cansado. -En nuestra casa de hecho. Mia y la de mi hermano- corrigió Félix con una sonrisa amable en el rostro. No necesitaba preguntar sabía, ahora, quiénes eran los que organizaban las fiestas clandestinas. Los hermanos Bourmont. Al menos uno de ellos parecía agradable-. ¿Cómo te encuentras Alana? -Mojada, gracias a tu hermano- contestó la muchacha fríamente. Se sintió mal por hablarle asi al joven que parecía preocupado por ella de verdad y corrigió su tono de voz-, pero estoy bien gracias. -Perdona a Aarón, puede ser un gran idiota pero cuando llegas a conocerlo es tan solo idiota- bromeó Félix mostrando una enorme y cálida sonrisa. A la muchacha le cayó bien casi instantáneamente asique rio de su chiste casi olvidándose de lo que realmente estaba sucediendo. La fiesta, la llamada, el sueño y su padre. Y solo había una persona que tenía que saber algo al respecto y estaba en el balcón esperándola. -Tienes que explicarme que paso haya abajo, Al. ¿Qué te dijo Nerón para que te afectara tanto y te desplomarás en plena pista de baile? Nos asustaste a todos- dijo Isaac. Alana recordó la multitud sudorosa de jóvenes bailando y formulo una pregunta. -¿Siguen todos abajo? -No, Aarón hecho a todos mientras nosotros te subíamos a mi habitación. Creo que ahora no es un gran secreto que vivimos aquí- murmuró Félix borrando su sonrisa del rostro. Ahora estaba preocupado, algo que a diferencia de su hermano, no le sumaba años sino que se los restaba, parecía un adolescente de catorce años. La muchacha se preguntó cuántos años tenía en verdad. -Lo siento mucho, yo… yo tengo que hablar con tu hermano ahora- se mordió el labio. Lo último que quería era enfrentarse a un desconocido que ahora resultaba ser su única pista para saber qué demonios estaba pasando. Posó su mano blanca y fría sobre la manija de la puerta balcón haciendo una mueca por las recientes heridas que tenía. Todo estaba hecho de piedra, realmente magnifico, el paso del tiempo solo agregaba belleza al Calix. O era ella que le encantaba todo lo referido al pasado. Pronto pudo visualizar con ayuda de la luz lunar al joven que estaba apoyado sobre la baranda. Recordó su sueño y como su padre se lanzó desde el puente, quiso que Aarón se alejara de ahí casi de inmediato. -¿Cómo están tus manos?- dijo Aarón sin darse vuelta. La muchacha a modo de reacción cerro sus palmas, algo que lamentó con una mueca. -Bien- mintió-, pero esa no es la pregunta que realmente quieres hacerme ¿no? Aarón ahora estaba dado vuelta y mirándola. Su mirada era luminosa hasta con la noche más cerrada y la niebla mas densa. Todo en él emanaba incomodidad. Entonces Alana decidió hablar de nuevo pero esta vez se aceró al muchacho. -¿De donde conoces a Nerón Bloom?- preguntó casi escupiendo las palabras, deseaba terminar con esto lo mas rapido posible y salir corriendo a su casa. -No lo conozco- enarcó una ceja Aarón como si no estuviera entendiendo del todo a donde quería llegar la chica. “Para de hacer eso" pensó Alana. Se mordió el labio y siguió hablando. -Mi padre me dijo… que… que me quedara contigo, algo esta pasando-tartamudeó la joven algo avergonzada por la situación-, y creo que tu sabes que esta ocurriendo-. Dijó finalmente. El muchacho se limitó a mirarla más serio que nunca, evaluándola. Alana le sostuvo la mirada decidida. No sabía que podría saber Aarón de su padre, esta situación le resultaba tan disparatada tanto a ella como a él, pero algo los tenía que unir. -No se de que estas hablando, no me relaciono con… operadores- dijo Aarón casi como si la palabra fuera un insulto-. Se quien es tu padre pero por suerte no tengo relación con él. Y si estas aquí montando un show para arruinar La Resistencia te prometo que te arrepentirás- ahora sonaba amenazador. -¿De que diablos estas hablando?- preguntó desorientada-. ¿Qué es La Resistencia? Aarón dudó un minuto en contestar, finalmente habló. -Son todo lo contrario a tu padre, eso tenlo claro. No voy a permitir que los vuelvan a encerrar en este infierno- respondió Aarón. Sonaba como líder, pensó Alana, pero ¿Un líder de que? Fuera de El Muro no había nada, no quedaba nada, todo el mundo sabía eso. Los unicos que salían era los operadores en busca de vida, para ayudarlos y reincorporarlos en La Comunidad, pero hace años que no se encontró a nadie más. La Guerra había acabado con todo ¿O no? Alana sintió nauseas. -Mi padre no es un monstruo como lo haces sonar. No lo conoces, no tienes derecho a… - ¡¿DERECHO?! Es una palabra muy delicada como para que lo diga una hija de un operador. Ellos le quitan el derecho a todos ¿Que no lo ves?- chilló Aarón realmente molesto. El odio que sentía hacía toda persona que formara parte de la Capital era notable, pero su padre no era como lo describía, él solo brindaba un servicio, conocer que va a suceder en tu vida ¿Era tan malo? Alzó la vista al horizonte, el cual no pudo ver por El Muro que se interponía. “Infierno" pensó. Suspiro. -Mi padre no le hace daño a nadie-dijo Alana fríamente con la vista en El Muro todavía-, fue un error trata de razonar contigo- declaró mientras se marchaba con paso firme por donde entro sin mirar atrás. Su padre estaba loco si creía que lo mejor era que ella se quedase con Aarón quien ahora resulta que representa todo lo ilegal en la Comunidad. Debía hablar con su madre y ahora. Entró en el cuarto, tomó a Isaac, quien estaba cómodamente charlando con Félix, del brazo, y se despidió lo más rápido posible del muchacho de cabellos violetas. Quería irse, olvidar lo ocurrido aunque solo podía pensar en su padre y La Resistencia. -Gracias por todo Félix, ojala nos volvamos a encontrar- mintió Alana, verdaderamente no quería volver a entrar al Calix nunca más, quería conseguir su maldita linea y que todo volviera a su curso natural, sin llamadas misteriosas, sueños extraños ni resistencias fuera de El Muro. Isaac y Alana salieron disparados del hotel a la calle oscura, fría y cubierta de niebla. Él no emitió palabra ni preguntó que había sucedido con Aarón o en Calix con la llamada de su padre. Respetaba el tiempo de su amiga, cuando ella estuviera lista le contaría todo. La joven sintió que Aarón todavía estaba allí arriba en el balcón. Percibió esa mirada celeste tan amenazadora y llena de odio que le había dedicado minutos antes, sobre ella y se abrazo a si misma, para encontrar calor, mientras se dirigia de camino a casa.
Posted on: Wed, 24 Jul 2013 04:46:36 +0000

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