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Ir al Inicio Si deseas leer todo el contenido del número actual de Machetearte en una versión de sólo texto (que también puedes imprimir) haz clic aquí. El Asalto Final a Excélsior Por Fernando González Mora No se trata de una película al estilo de Silvestre Stallone, el famoso Rambo, o del también fortachón, Arnold Schwarzenegger, el famoso Terminator, ni de Oaxaca, ni de la Cámara de Diputados, héroes cinematográficos, que ante la violenta realidad, escándalos y corrupción que se vive, muchos desearían que esos justicieros del celuloide fueran reales y vinieran a México y agarraran a pescozones a todos los delincuentes, liosos y corruptos y corrigieran las complicidades entre altos funcionarios del gobierno y millonarios, para que estos se hagan más ricos, en daño grave de los trabajadores, y sus familias, de los medios de comunicación...En el cine, las historias son talento e imaginación. En la realidad son perversión, amargura, tristeza, desaliento y superan a la ficción. El Asalto Final, es la historia cruda del desmembramiento de los trabajadores del periódico Excélsior, para reventar la cooperativa y ponerlo en manos del exitoso empresario del dolor y sufrimiento humano, Olegario Vázquez Raña y que José Manuel Nava, que fuera Director General, lo ha convertido en un interesante y revelador libro, que fue presentado el pasado día 6, en el Orfeo Catalá, por el escritor, Eduardo Luis Feher, el periodista Gustavo Rentaría Villa, el académico y político Mario Ruíz de Chávez y el editor Octavio Colmenares, quienes a su estilo y manera, vertieron interesantes comentarios en torno a la truculenta historia que venció a Excélsior y anécdotas del acontecer del periodismo y de sus actores. El famoso y una vez prestigiado rotativo, el clásico lo llama Nava, fue víctima de la mezquindad, divisiones internas y de la complicidad entre funcionarios del gobierno y empresarios millonarios, que coronaron la traición, la puntilla para el diario, tras haber sido acorralado hasta llevarlo a la quiebra económica y financiera...consumada la venta y la toma del periódico por los nuevos ejecutivos, los cooperativista vivieron ahí, dentro de los que fueron los muros de su vida, los peores momentos de humillación, jamás pensados. En tiempos pasados la llamada prensa, vivía en torno y para el servicio del poder. Era habitual ver, que todos los impresos titulaban con la misma noticia, generalmente un discurso o declaraciones del Señor Presidente, o boletín de alguna de las secretarías de Estado, que los medios electrónicos, como pericos, repetían hasta el cansancio sin brincarse una coma. Era parte del oficio, escuchar en los periódicos, decir al dueño: critiquen a quien quieran, pero con el Presidente no se metan; es mi amigo, con lo que la crítica anidaba en periódicos y periodistas ajenos a favores. Los tiempos y las cosas cambiaron y la bien pagada sumisión de los medios al gobierno, dejando como epitafio aquella famosa frase de: yo no pago para que me peguen, terminó, lo que no fue para bien de la sociedad, al no surgir medios ni a su servicio ni provecho. La televisión se transformó en un monstruo, la telecracia, que no solamente difunde noticias, sino que acusa, juzga y enjuicia. Si bien ahora los medios son críticos, se distinguen por su predilección a magnificar declaraciones y acusaciones, mejor si estas se convierten en escándalo o espectáculo morboso, despojados del rigor de la información, a partir de la verdad y de la utilidad de las decisiones y enfocan su función a privilegiar a la persona o grupos que los poseen o de los que dependen. La denuncia se torna un problema y el problema grave, porque no se trata solamente de trabajadores despojados de su patrimonio, víctimas y rateros son cuestión vulgar, si no por lo trascendente que es para la sociedad y para la nación, el que se trate de un medio de comunicación y de la indefensión en que están los periodistas, como clase trabajadora. ¿Por qué asesinar Excélsior?, si finalmente se trata de millonarios que lo mismo compran un hotel que una línea aérea. Teniendo capital de sobra, lo lógico hubiera sido crear un nuevo periódico, porque finalmente es lo que hacen ahora, otro diario, que nada tiene ver con el tradicional, el histórico Excélsior, aunque así lo diga su cabezal. Esta maquinación de complicidad y abuso entre el poder económico y político no es maldición única contra el diario del Búho. Ya con anterioridad, otra cooperativa, la del Gallo, El Día, fue llevada a una situación de pobreza y abandono total, tanto que hoy subsiste penosamente; y siguió la cooperativa del León, La Prensa , que con simulaciones de compra-venta, los Mario Santaella, Carlos Abedrop, Jesús de Polanco, Manuel Sabido y cooperativistas, se engañó a los prensistas para despojarlos de su patrimonio, que está en manos de otro preclaro empresario, Mario Vázquez Raña. La Prensa , que fuera líder en ventas y circulación, no de México, sino de América Latina, es hoy un tabloide más, en ese mundo de papel que son los periódicos...El Asalto Final es la denuncia vigorosa del atentado mortal de que ha sido víctima Excélsior, que por necesidad se hace extensivo a la prensa en México, simbolizada en la agresión a los también rotativos El Día y La Prensa , que han sido, los 3, de particular e histórica importancia en la vida de la sociedad y de la nación. Asunto grave porque no se trata solamente del despojo brutal de bienes, sino de la destrucción a una forma de asociación de los trabajadores, como es la cooperativa, sistema de equitativo reparto de la riqueza... INICIO
Posted on: Fri, 09 Aug 2013 14:43:44 +0000

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