LA EXPEDICION MALDITA II Por Fernando Abel Maurente Cuando la - TopicsExpress



          

LA EXPEDICION MALDITA II Por Fernando Abel Maurente Cuando la estrella de Napoleón se opacó para siempre. Fernando volvió por sus fueros. Y transformó la primavera liberal de 1812, en un oscuro invierno de contrarrevolución. De un plumazo dejó sin efecto la Constitución Liberal y el más retrógrados de los absolutismos volvió de la mano de El Deseado que empezó a trasnformarse en el Indeseable. Cuatro años después a la sombra de la Santa Alianza, el restaurado Fernando, decidió organizar una expedición con miles de hombres con la finalidad de recuperar sus reinos del otro lado del océano. Cádiz 1818. Miles de hombres esperaban a ser embarcados. Día tras día, mes a mes, la partida se retrasaba. Este retraso conspiraba contra la moral y la disciplina de esos miles de hombres. El acinamiento, pronto trajo una epidemia de diezmó ese Ejército encorcetado. Todo parecía estar en contra. Los recursos no llegaban, faltaban las naves para embarcarlos. Pronto empezaron a escasear los alimentos. Esa expedición maldita parecía estar condenada. La conspiración ganó los oídos de aquellos desesperados. La fracción liberal del Ejército español en resistencia contra el indeseado, los hombres de Pueyrredón infiltrados y los ingleses que especialistas en intrigas y en comprar voluntades hacían un cocktel humano explosivo. Gran Bretaña había invertido tres millones de duros. Había que evitar que Fernando recuperara sus colonias insurrectas. Si eso ocurría ese gran mercado sudamericano se le escurriría como agua entre las manos. Así que el Freing Office tenía trabajando varios James Bonds decimonónicos para lograr sus objetivos de “independizar” América del Sur. El primer año de la década del 20, se produce una sublevación de la fracción liberal del Ejército. A esa fracción había pertenecido San Martín y Alvear. La esperanza no solo renacía en España con la Revolución del coronel Quiroga y el Comandante Riego, también renacía en América donde esa misma guerra civil con otras geografías y otros personajes enfrentaba ejércitos. Criollos y peninsulares contra peninsulares y criollos de un lado y del otro, el enfrentamiento era sin cuartel. Sin prisioneros. Esa insurrección contra Fernando VII era conducida por un pequeño grupo de militares y un puñado de intelectuales revolucionarios que se habían nutrido de la Revolución que había estallado del otro lado de los Pirineos. Esa Revolución del verano caliente del 89 que había vomitado como un volcán incandescente la lava que avanzaba incontenible. El capitalismo ese nuevo sistema económico que prometía libertad, fraternidad e igualdad a la Humanidad había ganado la cabeza y los corazones de la pequeña burguesía española. Fernando, inmediatamente acató las exigencias de los revolucionarios y congeló su poder absoluto ganando tiempo, a la espera de las decisiones de la Pentarquía que hegemonizaba la Santa Alianza. De los cinco países que componían este organismo internacional (Prusia, Rusia, Austria y Francia) la que se oponía era precisamente la nación no cristiana y capitalista de la Alianza, Gran Bretaña. 1822. Verona. El canciller Metternich, el Kisinger del siglo XIX, convoca a un Congreso para tratar la situación española. El “si se enciende la casa del vecino…”, la doctrina ejecutiva de la Alianza, iba a aplicarse en la España Negra que esperaba ansisosa la intervención extranjera. Un Ejército de 100.000 hombres, pertrechados con el armamento de última generación, al mando de duque de Angulena, ingresa a la península. 1823. En pocos meses la resistencia del Ejército liberal es arrasada. La Revolución de Riego no contaba con el apoyo de las masas. Como recurso desesperado, la resistencia se abroquela en Cádiz, llevando a Fernando como rehén. Los revolucionarios habían entrado en un callejón sin salida. Solo era cuestión de días. Octubre, el mes del cumpleaños de Fernando VII, los conspiradores deciden acordar la libertad de su rey cautivo. El acuerdo refrendado por la palabra de monarca, permite a éste salir de su cautiverio sano y salvo. En cuanto Fernando arriba al campamento de Angulena, rompe su palabra. Y el ejército de la Santa Alianza toma Cádiz. La resistencia y sus principales jefes, incluídos Riego y Quiroga son pasados por las armas o ahorcados. Angulena soporta estoicamente asqueado la represión fernandiana. El abolutismo indeseable volvía de la mano de El Deseado. (FAM
Posted on: Tue, 23 Jul 2013 23:28:46 +0000

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