LA MEJOR IMITACIÓN Por Mary Carmen Sánchez Romano Aaron - TopicsExpress



          

LA MEJOR IMITACIÓN Por Mary Carmen Sánchez Romano Aaron DiazOR MARY CARMEN SÁNCHEZ ROMANO D. QUÉ SABES DE LOS ELEFANTES... POR MARY CARMEN SÁNCHEZ ROMANO D. Los estragos ocasionados por los golpes recibidos el día anterior todavía estaban presentes. Y es que fue una verdadera paliza. A tal grado que Donna estuvo a punto de contravenir sus propias convicciones y atacar a su agresor. Donna, una elefanta de circo que era extraordinaria, tenía al domador más irascible que alguien pudiera imaginar. Pero también al más ambicioso, de manera que la excelencia de Donna al ejecutar sus actos se traducía en mayores exigencias de parte del hombre, quien pedía más allá de las posibilidades del pobre animal. (Si podía esto, podía también tal y cual cosa…) Esa mañana, con la oreja destrozada Donna masticaba un poco de heno pero la verdad no lo saboreaba. Estaba tan deprimida que comía más por costumbre que por hambre y hasta para compensar el vacío que sentía. Odiaba sentirse así, pero la verdad sentía pena por si misma. ¿Qué había ocurrido? Siempre imaginó ser una afamada estrella de circo. Porque ella sí era feliz de vivir y trabajar en un circo. Es lo que siempre quiso, sin embargo nunca imaginó que sufriría maltrato de parte de su instructor, que más que un maestro, tal y como lo concibió en un tiempo, era su verdugo. ¿Por qué la golpeaba? Si modestia aparte cumplía casi al pie de la letra las instrucciones, hacía lo que podía con su enorme cuerpo, porque había detectado que los actos más aplaudidos eran aquellos que exhibían agilidad y ligereza, esto para sorprender a los espectadores en función de sus características. El Creador de los animales le había proporcionado una cara agradable, ejecutaba sus actos con verdadero primor y todo salía bien, excepto que su instructor nunca estaba contento con ella. Ya en innumerables ocasiones, el propietario y director del circo, Mister Arie, un canadiense que amaba a los animales, le había llamado la atención, sin embargo le resultaba casi imposible estar al pendiente de otras tantas acciones que victimaban a Donna. Giró la cabeza mientras masticaba y vio la vida transcurrir a través de otros animales del circo. No pudo evitar preguntarse si también ellos enfrentaban la misma situación que ella, entonces sintió pena por ellos. Porque ella era muy fuerte en su interior y su amor al circo la hacía soportarlo todo, pero muchos estaban ahí en contra de su voluntad: “Que el Creador de los animales, los consuele”, pensó. Hundida en sus pensamientos nuevamente se preguntó si el hecho de vivir encierro en el zoológico al lado de su madre, en donde había sido adquirida, la había acondicionado a vivirlo ahora. Pero como la cabeza le daba vueltas, decidió dormitar para contrarrestar la enorme tristeza que ya dijimos la invadía. Realizaba ejercicios que su entrenador le había dejado y se enorgullecía de lo bien que le salían al grado que ya quería que Mahogan, su entrenador, regresara. Y justo cuanto más avanzaba en la calidad de su quehacer apareció el hombre no solo para reprenderla sino para hacerle daño, porque a su parecer la gran Donna era la imagen de la torpeza misma. “¡Concéntrate! ¡Otra vez! ¡Más rápido!”, le gritó, al tiempo que la golpeaba. Y cuanto más dolor sentía, despertó… Y sin poderlo evitar lloró, porque se dio cuenta que su vida era peor aún que esa pesadilla. ¿Sería así siempre? ¿Cuánto más? ¿Qué más le esperaba? Definitivamente algo tendría que hacer, ¿pero qué?... Que el Creador de los animales le otorgara la respuesta porque ella no tenía la capacidad para encontrarla. Fue así que perdió el interés en lo que en otro tiempo fue su realización, su sueño. Sabía que no importaba lo que hiciera, siempre tendría como recompensa una dotación de golpes. Cuando atravesaba momentos de verdadera desesperación, solía implorarle al Creador de los animales que interviniera. Y al parecer el Creador de los animales la escuchó porque un buen día llegó una compañera, una elefantita bebe que tenía que aprender el oficio, Donna tendría que enseñarle. Pero entre más la veía y contemplaba sus ansias de convertirse en una estrella grandiosa, como ella un día sonó, más la detestaba. Realmente llegó a odiarla, para su fortuna estaba bajo su custodia y preparación, por eso podía desquitar ese malestar que le ocasionaba. Era ruin y villana con la pequeña, sin embargo entre más intentaba socavarla más se esforzaba la pequeña Alba y hasta consideraba la firmeza y exigencias de su mentora como muestra del cariño que le tenía en aras de hacerla la más grandiosa estrella de circo que existiera en la tierra después de Dumbo; por consiguiente Donna tenía que desplegar una actitud todavía más hostil. Fue en una ocasión en que vio deprimida a la pobre Alba por los insultos y descalificaciones que le había dictado, dado que los golpes no hacían mella en ese gran espíritu que la amaba entrañablemente por lo que le enseñaba y que se esmeraba en ser mejor cada día, tal y como fue ella en otro tiempo, que se dio cuenta que había realizado su mejor imitación de lo que más odiaba: la actitud represiva de ese mal hombre. Si Mahogan la hubiera visto en esta ocasión lo bien que lo había imitado, por primera vez en su miserable vida le hubiera incluso aplaudido. Fue extraordinaria, excelente la forma como abatió a ese espíritu que intentaba conquistar el mundo, si lo habían hecho con ella ¿por qué no hacer lo mismo? En estos pensamientos estaba cuando vio a la pequeña Alba ir a masticar un poco de paja, sin el enamoramiento por la vida de otras ocasiones, más por inercia que por hambre, vio en su mirada un espíritu herido, la vio mirar su tristeza a través de la vida del circo y luego la vio intentar dormitar con tanto pesar que seguramente deseó no despertar. Entonces se volvió para ver las cadenas que la ataban al suelo y se percató que esas no eran las únicas cadenas que la sostenían, dedujo que su alma estaba también encadenada, con ataduras tanto o más resistentes que las que le aprisionaban la pata. Y en un instante recordó su feliz infancia al lado de su madre y luego algunos episodios agradables en el circo, por supuesto antes de la llegada de Mahogan que casi había amargado su vida y pudo vislumbrar como se tejía una cadena alrededor de su alma que luego de apresarla inexplicablemente tenía que encadenar a otro ser…ahora la pobre Alba. La grandiosa Donna, la de sus sueños, la que pensó un día conquistar el mundo parecía sucumbir frente a la tiranía y ¿miedo, dolor, ira? del malvado entrenador. Fue cuando decididamente reaccionó, ni un eslabón más de esa cadena de herrumbre, que ya la había contaminado casi obligándola a olvidar sus sueños. Pero no contaminaría a Albita, ni a nadie más, definitivamente cortaría con esa cadena, en este mismo instante. - ¡Arriba floja! Nada de dormir. Hay mucho trabajo que realizar. Alba apenas y abrió los ojos, estaba tan desanimada que todo lo que ocurría en su entorno le valía maní. Un regaño más no le haría ningún daño… - ¡Arriba dije! Ese gran talento que tienes no puede ser desaprovechado, insistió Donna. Vamos tu serás grande por las dos. Tú serás lo que yo no fui, tú recuperarás los sueños que a mí me robaron. Al escuchar estas palabras Alba recobró algo de interés e intentó preguntar que querían decir esas palabras. Por eso descubrió una mirada plagada de afecto, vio que Donna la miraba como nunca la había mirado antes: era la mirada de quien sentía responsabilidad por ese ser que contemplaba. Fue precisamente esa mirada la que le devolvió a Alba las ganas de recuperarse. Los sueños que empezaban a hundirse en su inconciencia aparecieron nuevamente y le lubricaron la piel. - ¿Algún día me contarás tu historia? - Algún día, sí. Pero primero vamos a hacer que llegues más alto de lo que tu propia imaginación concibió. - ¿Algún día quisiste ser una estrella? - Yo voy a ser una estrella, claro que si. - ¿De verdad? Eso me gusta - Voy a ser una gran estrella a través de ti. Pero no pasaré a la historia por eso, sino por haber roto las cadenas que me ataban el alma y que intentaban aprisionar también tus ilusiones. - ¿Eso qué significa? - Basta de charla, otro día hablaremos. Ahora a trabajar, que el éxito solo se alcanza con mucho esfuerzo. Sin embargo pensó: “Ojalá que el Creador de los animales le permita a todos sus hijos que reciben maltrato, romper sus cadenas para no amarrar sus sueños, ni los de los demás”.
Posted on: Thu, 03 Oct 2013 23:51:04 +0000

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