LAS NUEVAS FORMAS DE COMUNICACIÓN EXIGEN NUEVAS TEORÍAS La - TopicsExpress



          

LAS NUEVAS FORMAS DE COMUNICACIÓN EXIGEN NUEVAS TEORÍAS La comunicación, en tanto praxis humana, ha ido evolucionando, complejizándose a través de la historia y la cultura. Como todas las formas de la cultura, las aproximaciones teóricas que se hacen de ella suelen darse post facto: las comunidades humanas operan simbólicamente por necesidades e imperativos objetivos y contextuales y después, muchas veces desde afuera, viene el análisis, la explicación y la construcción de una estructura teórica. A modo de ejemplo, los modernistas en el arte sabían de algún modo que estaban en un momento revolucionario, de ruptura con el academicismo; es más, aunque algunos de ellos se mostraron desde un inicio opuestos a la rigores y emplazamientos de la “academia”, otros tantos no fueron aceptados en los salones y galerías y de allí, más que de una postura y planteamientos concretos, se nuclearon en el movimiento de sus pares. No es casual que los nombres de las tendencias nacieron desde fuera de su seno, y ocasionalmente con significaciones peyorativas. Los lineamientos conceptuales fueron, cuando mucho, a la par de esta eclosión del nuevo arte, pero nunca aparecieron primero los postulados y luego la producción significativa. El ejemplo, si bien atañe más a la historia del arte que a la comunicación, viene al caso por algunas razones: el arte es una forma de comunicación; lo que sucede en el arte (la acción primero y el análisis teórico con posterioridad) sucede también con la comunicación y, finalmente, porque el campo de los estudios de la comunicación es más restringido, en el conocimiento popular, que la historia del arte. Por todo ello, como ejemplificación, tiene cierta pertinencia. Volvamos, pues, al campo sobre el que proponemos el debate. El hombre, como individuo o como comunidad, desde la base o desde los poderes fácticos y reales, viene haciendo comunicación de hace milenios, impelidos ora por necesidades básicas e instintivas, ora por cálculos más complejos y direccionados, como el dominio, la manipulación o el control, pero en todos los casos fue tarea de los teóricos el levantamiento conceptual y metodológico de lo ya dado. Formas de hacer comunicación funcionalista, por poner un caso, se hacían antes de que se alguien sistematizara la información de lo observado y levantase un cuerpo teórico. Primero se hicieron intentos de determinación y manipulación a través de la comunicación y luego, sobre ellos, se elaboró el concepto de “aguja hipodérmica”. Tal vez el mejor ejemplo sea el “Informe McBride” que no es una escuela o una teoría de la comunicación en sí misma, pero sí una constatación de cuanto estaba ocurriendo a nivel mundial con la comunicación e implicó, por tanto, un análisis de situación. “Configuraciones de agenda” (agenda settings) ya se hacían antes de que alguien los bautizase así. En todos los casos nos hallamos ante prácticas que ya se venían dando y que los teóricos de la comunicación observaron que operaban bajo ciertas constantes; las ordenaron, sistematizaron y estructuraron en cuerpos teóricos analíticos y/o operativos. Hernán Reyes, estudioso y catedrático de la comunicación, sostiene, con argumentos sólidos, que ninguna de las teorías, en especial aquellas que llama lineales, puede explicar las formas de comunicación derivadas de la informática, las tics, las plataformas multimediales y las redes sociales que son, por definición, plurilineales y multifuncionales. Si bien es cierto que muchos de los planeamientos mediológicos -McLuhan a la cabeza-, parecen revivir y redimensionarse (el mundo es cada vez más una aldea y a ratos se hace más difícil para algunos diferenciar entre medio y mensaje), también es cierto que el mecanicismo y determinismo de la mediología resulta insuficiente, por no decir, inviable, para descifrar el peso ideológico de las nuevas tecnologías que nos deslumbran con el espejismo de la globalización y la “democratización” de los medios. Hoy, más que nunca, la desideologización y el apoliticismo se ciernen como el principal efecto nocivo del tecnicismo y el fetichismo de la tecnología. En la otra banda, se ha escrito mucho apelando a la buena intensión, a la moral, a la ética, al humanismo y al “progresismo político”, analizando la vacuidad de los mensajes y las falacias cognoscitivas, lógicas y sociales que abundan en los mensajes virtuales y en su entorno mediático; no obstante ni las apreciaciones, ni las impresiones y, ni siquiera, las buenas intenciones, hacen ciencia. El fetichismo tecnológico y la sacralización del discurso sociológico, por tanto, son trampas epistemológicas que debemos evitar. Algunas perspectivas cultorológicas y la escuelas crítica y dialéctica pueden ofrecer, y de hecho lo hacen, muchas luces para empezar a esbozar una teoría que funcione por y para estas nuevas estructuras. Pero el campo está, por ahora y de cierta manera, inexplorado o, al menos, insuficientemente teorizado. Las nuevas generaciones tienen la palabra.
Posted on: Fri, 05 Jul 2013 03:02:52 +0000

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