LEAN AHORA MI COLUMNA ENTERA DEL "EL SUR" DE - TopicsExpress



          

LEAN AHORA MI COLUMNA ENTERA DEL "EL SUR" DE HOY: ................................................................ El invierno de nuestra desventura Es un error común creer que el invierno ha comenzado para este hemisferio el 21 de junio pasado. Es más bien una convención repetida a voces y recalcada en los noticieros de televisión. Como me explica mi amigo Hugo Jara, que mucho sabe de astronomía, el invierno ha empezado antes, el 6 de mayo, y que este día equivocado del 21 de junio es el punto de inflexión, la mitad de las tinieblas, algo así como el peor día del año, y que a partir del 22 de junio todo mejorará. Ya nada podrá ser tan horrible, tan helado, tan lluvioso. Es conocido como el solsticio de invierno: la noche más larga, el día más corto. La luz atragantada por los vaivenes orbitales de la tierra, y el frío y la humedad causando estragos en los huesos y en los muros de esta ciudad levantada encima de un pantano. Eso lo sabemos ahora con certeza matemática de minutos y segundos, aun cuando no podamos ver al Sol que, desde el viernes pasado, deja de arrancarse para el norte y regresa poco a poco a calentarnos las manos y los pies ateridos. ¿Pero cómo lo sabían antes? Esa pregunta siempre me ha causado pavor. Se sabe que todas las culturas antiguas adoraban y marcaban los solsticios y equinoccios: entendían exactamente cuándo el Sol estaría más inclinado al norte o al sur. Las ruinas de Stonehenge son prueba de ello, esas enormes piedras, imposibles de mover con fuerza humana, están orientadas perfectamente para anotar la salida y puesta del Sol en aquellos días claves para proyectar las siembras anuales. Muy interesante, claro, pero da miedo pensar en cómo lo lograron. No se trató de un viejo sabio que se percató del fenómeno y movió a su gente para armar ahí un templo, sino de cientos de generaciones de viejos que fueron anotando y corrigiendo cada año el día en que el sol más se inclinaba, hasta alcanzar la perfección. Leí en una enciclopedia (ese hábito hoy en vías de extinción) que tardaron unos 1500 años en construir Stonehenge. ¿Se fijan que da un poco de julepe? Al otro lado, en América, los mayas y los aztecas habían llegado a la misma conclusión. Si el remoto 21 de junio estaba nublado, sin posibilidad de ver al Sol, debían esperar al siguiente 21 de junio. Así la paciencia, por siglos. Tengo una fijación personal con el 21 de junio: de verdad creo que es el peor día del año, el día más oscuro y menos esperanzador. Todo por culpa de un edificio de la calle Castellón que me tapa el sol exactamente seis meses del año, y que por eso mi departamento es un humedal en que podrían habitar nenúfares, aves silvestres, batracios, libélulas y hongos en general. Bueno, lo de los hongos no es talla. Todavía me faltan tres meses para que el Sol se asome con timidez por la esquina superior izquierda de mi ventana, pero desde hoy recupero el optimismo perdido en tantos nubarrones recientes y me animo a asaltar el escritorio a ver si se me ocurre una idea, un proyecto nuevo, algo, digamos, algo, que me permita olvidar el invierno de nuestra desventura, como decía Shakespeare. Tito Matamala.
Posted on: Sun, 23 Jun 2013 15:45:03 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015