La Favela demostró nuevamente que las tres estrellas no son - TopicsExpress



          

La Favela demostró nuevamente que las tres estrellas no son ninguna casualidad. Lejos de la improvisación y repleto de profesionalismo, el conjunto se prepara de cara al triangular final a disputarse entre jueves y sábado. En el predio de Villa Domínico, cedido amablemente por Ariel Martinez, el plantel practicó en simple turno. Citados a las 10 de la noche, los jugadores fueron llegando a su ritmo y 10:10 ya estaban disfrutando del buen juego que demostraban los equipos del partido anterior. Sorprendidos por el grito de "hora", cayeron en la cuenta de que les tocaba a ellos. Ya no estaban seguros de qué podrían hacer y hasta se sugirió que siguieran los muchachos que tan bien lo hacía. Rápidamente tomaron coraje y los amigos se dividieron en dos grupos bien claros. De un lado el fútbol europeo, pase veloz, presión, físico atlético y buena pegada. Era el equipo comandado por il capitano Leandro Nobile y su secuaz, el Ruki. Del otro, el potrero, el Parque Domínico, la gambeta, el caño, la pisada, el fútbol que le gusta a la gente. Comandaba Pablo Esteban, referente del team, y su compañero inseparable la Vena (a quien aprovechamos para felicitarlo por el vigésimo tercer aniversario de su natalicio). Otros seis jugadores completaban la plantilla. Todo estaba listo, pero faltaba un integrante. Guido Biagioni no había llegado y sería castigado con una pena dura para su persona: no podría molestar al gordo este miércoles de 3 a 6 de la mañana. Con la promesa del zurdo de su pronto arribo, el partido comenzó. Pato Martínez, conocedor como pocos de los rincones de esa cancha, madrugó a todos y clavó con un zapatazo el primer gol para los europeos. Pese al buen ritmo del encuentro, el equipo del capitano dominaba la situación y lo plasmaba en el marcador. Con la suerte de su lado y la confianza por las nubes, lograron conseguir una diferencia de ¡seis goles seis! De repente, suena fuerte, una ráfaga de potrero recorrió las canchas. El pampa la metía de todos lados, la Vena era imparable y Guido un goleador de raza. En pocos minutos, y acompañado de un fútbol brillante, el equipo potrero se ponía a tiro, empataba y lo daba vuelta. Faltaba poco pero quedaba mucho para vivir. De un lateral y tras una serie de rebotes, el Ruki conseguía el empate y el deshago para los europeos. Segundos después el grito que auguraba el final cortó el tenso silencio: "la hora". Explicada la situación de igualdad y gentileza mediante, el encuentro finalmente se definiría por mete gol gana. Quien haya jugado alguna vez al fútbol conoce el vigor de esos escasos minutos en donde un acierto o un error concede la gloria o devoto. Poco importa ahora aclarar de qué lado llegaría el gol. Las diez almas que habitaban la cancha se movían como si sólo hubieses trascurrido cinco minutos de partido. Las piernas no les pesan, el aire sobra, la pelota no quema. Este es el fútbol de la Favela y así se entrena para sumar su cuarta estrella.
Posted on: Wed, 31 Jul 2013 03:54:26 +0000

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