La escuela secundaria en la que estuve no estaba en mi ciudad, estaba en una ciudad cercana, unos 14 kilómetros de distancia de donde yo vivía. Era una muy buena escuela asi que mis padres, y los padres de muchos niños que viviamos en mi ciudad, se aventaban el jalesito de llevarnos todos los días. Lo que hacían era un rol, es decir, se juntaban 5 padres de familia y se ponian de acuerdo para pasar casa por casa por los niños del rol y luego llevarnos a la escuela. Le tocaba a un papá cada día de la semana. Recuerdo que el primer día que le tocó a mi padre (qepd) el dichoso rol nos llevó en su pickup, entonces veniamos todos apretados en la cabina y la última persona por la que llegamos era una niña, Lillian Edith Flores Garcia, cuando llegamos por ella yo me bajé para que ella se subiera, según yo era un acto de caballerosidad, estaba muy pendejo (no se me ha quitado) y en ese momento no sabía que era exactamente lo contrario. Sin embargo junto con Lillian salió su mamá y puso una cara que todavía recuerdo, me señaló con su dedo indice con cara de mira cabroncito y me dijo amablemente: súbete tu primero hijo, que ella se vaya en la orilla. Inmediatamente entendí el tamaño de mi estupidez, jeje, tal vez por eso se me quedó tan grabado. Pero bueno, adelantemos relojes 30 años, ahora tengo tres hijas hermosas, una de 15, otra de 13, otra de 10 y esa expresión de mira cabroncito ahora se me está quedando marcada en la cara de tanto hacerla. Hasta dormido tengo pesadillas en las que levanto mi dedo indice, señalo a un werco calenturiento y le digo amablemente: mijo, muevete tres pasos a tu izquierda, a esa distancía te puede escuchar perfectamente bien para luego pensar jijo de tu calenturienta abuela.
Posted on: Thu, 17 Oct 2013 21:39:08 +0000
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