La ley de Enfiteusis y el reparto de tierras públicas: En 1822 - TopicsExpress



          

La ley de Enfiteusis y el reparto de tierras públicas: En 1822 Rivadavia dictó la ley llamada de Enfiteusis, que fue aprobada el 18 de agosto por la Junta de Representantes, entre cuyos miembros se contaban, como siempre desde su creación, los Anchorena y los apellidos más prominentes de la oligarquía. Teóricamente la ley se proponía una distribución racional de la tierra, una diversificación de la producción rural, fomentando la agricultura y la creación de una nueva clase media de colonos que enfrentara a la oligarquía terrateniente. Pero al ser llevada a la práctica esta ley produjo su propia negación: no fueron los inmigrantes labriegos, con los que soñaba utópicamente Rivadavia, quienes se repartían la tierra, sino precisamente la gran oligarquía terrateniente y hacendada, que ya tenía tierras desde la época de la colonia y que no hizo sino extender sus posesiones. Basta leer las listas de enfiteutas para comprobarlo. "La mayoría de los nombres de los enfiteutas —dice Jacinto Oddone— son bien conocidos. Los oímos pronunciar todos los días. En cualquier momento los podemos leer en la crónica social de los grandes diarios de la Capital Federal y de las ciudades y pueblos de campaña. Los llevan los personajes más encumbrados de nuestro gran mundo y muchos directores de la política nacional y provincial. Sin embargo, es seguro ¿que por más previsores que hayan sido aquellos enfiteutas, han de haber estado lejos de sospechar que la tierra pública que el gobierno concedía en el año 1822, de valor ínfimo, casi nulo, convertiría en millonarios a sus descendientes de tercera o cuarta generación, haciéndolos dueños del suelo de la provincia". En la lista de enfiteutas figuran los siguientes apellidos famosos: Aguirre, Anchorena, Alzaga, Alvear, Arana, Arroyo, Azcuénaga, Basualdo, Bernal, Bosch, Bustamante, Cabral, CascaMares, Castro, Díaz Vélez, Dorrego, Eguía, Echeverría, Escalada, Ezcurra, Gallardo, Gowland, Guerrico, Irigoyen, Lacarra, Larrea, Lastra, Lezica, Lynch, López, Miguens, Obarrio, Ocampo, Olivera, Ortiz Basualdo, Otamendi, Pacheco, Páez, Quiroga, Quirno, Rozas, Sáenz Valiente y tantos otros. Los inmigrantes que quería Rivadavia, por supuesto, no llegaron nunca .a ocupar esas tierras. Es fácil prever cómo se sabotearía el proyecto de inmigración, si observamos que la comisión para organizar la contratación de inmigrantes europeos —creada por decreto de Rivadavia del año 1824— estaba presidida por el primo de Anchorena, Juan Pedro Aguirre, e integrada entre otros por el propio Juan Manuel de Rosas. En 1828, la oligarquía terrateniente que domina la Legislatura consiguió modificar la Ley de Enfiteusis para que aprovechara más aun a sus intereses. En un debate de la Legislatura llevado a cabo en enero de 1828, , el general Viamonte combatió la cláusula de la ley que prohibía a los enfiteutas adquirir nuevas tierras, limitando así el derecho de propiedad. En sesiones que van del 6 al 16 de febrero, Tomás de Anchorena sostuvo el proyecto de reforma en el sentido en que lo promulgaba Viamonte. De este modo la Ley de Enfiteusis perdía hasta su último rasgo progresista, para convertirse lisa y llanamente en el gran negociado de la burguesía terrateniente bonaerense. Como los que resultaban favorecidos con la Ley de Enfiteusis eran los mismos que la habían votado en la Legislatura, puede decirse que comenzó con esa Ley la historia del latrocinio y el despojo de las tierras» públicas por la oligarquía porteña. Durante el gobierno de Rosas no le resultaría muy difícil a esta misma oligarquía, que seguía vinculada al gobierno, conseguir que éste les concediera la propiedad privada de las tierras que les habían sido entregadas en carácter de enfiteusis. El despojo quedaba de ese modo legalizado. En 1837 vencían los diez años de plazo otorgado a la enfiteusis: se aumentaba a partir de entonces el canon al doble. El gobierno de Rosas, mediante un decreto del 19 de mayo de 1836, vendió 1.427 leguas —de las otorgadas en enfiteusis— a 253 adquirentes. En la nómina de los compradores se repiten los mismos nombres que en la de los enfiteutas, es decir, los tradicionales apellidos de la oligarquía porteña. Pero no solamente la oligarquía se aprovechaba de todos los privilegios que le otorgaba su participación en el gobierno, sino que, además, trataba, cuantas veces podía, de estafar al propio gobierno. En 1825 y 1826 fueron multados, entre otros, Tomás, Juan José y Nicolás Anchorena por evasión de impuestos.
Posted on: Wed, 24 Jul 2013 16:30:23 +0000

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