Las fronteras de la miseria, mutación de la especie humana. De Eduard Javier Pita Guayacan en Desarrollo humano cambios de comportamiento (Archivos) 05.02.12 | 12:00. Archivado en Actualidad La distancia entre pobres y ricos comienza a ser de tal magnitud que podríamos hablar de la primera mutación fáctica en el género humano. Hay una parte cualificada, aventajada o segregada de la "sociedad global" que cada vez se aleja más de la otra, de la “gran masa pobre”, la carente de recursos y acceso a la cultura. No se trata sólo de pobreza material, aunque es ahí donde comienza la pobreza: también lo es instructiva, educativa y cultural, que quizá sea mayor pobreza. Quienes han tenido la suerte de nacer en un país desarrollado, quienes pertenecen a una clase media acomodada, por supuesto los ricos y, en general, los ciudadanos insertos en sociedades desarrolladas disponen de bibliotecas personales, asisten con asiduidad a conferencias, tienen para su uso recursos informáticos, pueden acudir a museos, realizar estudios, cultivan la música, leen habitualmente, disponen de personas a su servicio , gozan de ocio, suelen estar exentos de trabajos físicos, se rodean de aparatos sofisticados para su salud... Frente a eso, ahí está ese mundo carente hasta de tiempo, cansado, ocupado y preocupado del cuidado y porvenir de los hijos, con alimentación deficiente, cegado el porvenir, gentes dependientes de la naturaleza para malvivir y morir... La distancia "cuantitativa" podría hacerse "cualitativa", como si de dos especies distintas de humanos se tratara. Lógicamente la pobreza crea ignorancia y ésta cae en los brazos de la credulidad, la que sea, entre ellas la “política”, la gran manipuladora de esperanzas. Cuando accede a determinada información, sólo llega a nutrirse de contenidos banales, fácilmente asimilables --he ahí uno de los males perversos de la televisión--, funciona con cuatro verdades jamás discutidas, se entrega a ciencias de pacotilla (como la adivinación, los horóscopos, las soflamas de los líderes), se deja llevar por aquel que más grite o más convenza. ¿Se puede hacer algo? ¿Puede la sociedad alzarse contra eso? Los que están sumergidos en el piélago de la miseria, poco pueden hacer. Pero nosotros, a los que nos sobra gran parte de lo superfluo, sí debemos gritar, desenmascarar, denunciar... En un mundo donde el dinero y la información no tienen fronteras, los países ricos alzan fronteras impenetrables entre las personas. Se entregan sumas ingentes de dinero a los países pobres para que compren productos que sobran en los países ricos; a cambio se apropian de sus riquezas, tasadas en círculos totalmente ajenos a quien las produce. En países cuya población es rehén de su pobreza, la clase política que la dirige se enriquece, endurecido el corazón ante el sufrimiento de su propio pueblo. En esta tragicomedia de la vida, los caudillos parecen vengarse de aquellos que los han aupado al poder. Su pensamiento divinizado les llega a decir que no, que su poder no proviene del pueblo, proviene de Dios o de Alah. La hipocresía de los países "civilizados" no condena al dictador, condena al pueblo a la miseria, la enfermedad y la incultura cuando alguno de sus dirigentes ha osado clamar contra el expolio de sus recursos... Pero el odio fomentado contra ellos, que se traduce en guerras, paradójicamente es alimentado con armas suministradas por quienes deberían usarlas para superar ese odio... Lo único que le queda al pueblo sufriente es su propia conciencia, quizá a la altura de su paciencia. Denunciar · 5 de febrero de 2012 a la(s) 11:09
Posted on: Wed, 18 Sep 2013 20:43:15 +0000