Lo prometido es deuda. he tardado mucho en animarme a escribir - TopicsExpress



          

Lo prometido es deuda. he tardado mucho en animarme a escribir pero por fin lo he hecho. Como diría Cloud allé voy. Fue un martes como otro cualquiera, me desperté por la mañana, fui al trabajo y regresé a casa. Hacía tiempo que en clase llevaban pregonando que iban a realizar un torneo. Yo personalmente no le presté mucha atención, no tengo la equipación necesaria para tirar con un acero a dos manos a plena potencia. Pero llegó el día, estaba todo practicamente listo cuando entré en la sala. Un par de mesas en el medio, los banderines de los árbitros, y todo lo necesario para llevar a cabo el evento estaba esparcido por el suelo. Llegó el momento de inscribirse, yo pasaba, pero Martin, el pro de la sala, me miró y me preguntó ¿no participas? le contesté que no tenía equipación, que para la próxima. En un instante me llevó al armario donde guardan el material y me dejó equipación para ir a una guerra. De modo que me envalentoné y me inscribí. Si el día que me enfrenté a Martin estaba algo nervioso imaginaos como estaba entonces. Traté de calmarme realizando los típicos movimientos que llevo practicando tanto tiempo, pero no lo conseguí. Además peleaba el primero. Hay muchas cosas a partir de aquí que no recuerdo con claridad, entre el dolor y los nervios las imágenes que quedaron plasmadas en mi mente son muy turbias. En cambio os hablaré se sensaciones. Empieza el duelo, me siento torpe, mucha ropa, mucha protección, la rodillera derecha está algo suelta, miro a mi oponente miro a los árbitros, son tres. El calor me ofusca, ya no es solo el sudor, es el agobio de sentirme encerrado, notar mi propio aliento rebotar contra la rejilla de la máscara. Me muevo como si jamás hubiera tocado una espada, lento, torpe, en realidad casi ni me muevo, cuando habitualmente es lo que más hago y lo que define mi estilo, ser rápido de pies. Pero esta vez no es así, y como dice el dicho inglés, si la vida te da limones... Puede que si hubiera optado por recuperar mi estilo el destino hubiese deparado otro final para mi. Pero decidí luchar en esas condiciones. Los asaltos se resumían en dar dos pasos al frente, mirarnos unos segundos y soltar espadazos a ver qué pasaba. Recuerdo dos de mis puntos más claramenteque otros, y no porque hiciese algo espectacular y habilidoso, si no porque recurrí a lo más bajo de la esgrima a dos manos, soltar una de ellas. Uno de esos puntos lo logré lanzando un corte a las rodillas soltando la mano derecha. Impactó y conseguí moverme para evitar su respuesta. El segundo fue una estocada a una mano soltando la izquierda, impactó dirctamente en su cara. Poco después empezó mi caída. Cómo fue normal en ese duelo, nos falcamos en medio, dimos un par de mandoblazos cuando un dolor recorrió mi mano derecha. Lo reconocí perfectamente, una uña partida, afortunadamente me dan punto a mi, 4-2 voy ganando, queda poco más de un minuto. Siguiente encontronazo, no sé que pasa pero cuándo me quiero dar cuenta su espada impacta en mi meñique izquierdo, por el lateral, justo donde no hay protección. Duele, duele, mucho, no se a que se debe, e intento recordar si algún golpe que me haya dado me ha dolido de esa manera. Me autoconvenzo de que es así, solo es un golpe más, nada que en un par de semanas no esté curado. Miro el reloj, un minuto, 4-2 ¿Podré aguantar? En ese momento todo aquello que me molestaba se reunió y me atacó diez veces más fuerte que mi oponente. La saturación de sensaciones embotaba todo mi ser. El calor, la molestia de la gruesa ropa, las piezas de protección que se descolocaban, el agobio de la máscara y lo más impactante, el penetrante dolor de ambas manos. Recuerdo perfectamente, solo para que os hagáis a la idea de mi incapacidad psíquica y motora, como mi oponente cargó la espada a todo lo alto, posta di falcone, sé perfectamente lo que hay que hacer frente a esa guardia. No pueden estocarte, ni lanzarte ascendentes es sencillo lograr un doble contra esa posición, incluso con algo de suerte llevarte un punto. Lo veo avanzar, trato de moverme pero no lo hago, nada responde, ni las piernas, ni los brazos, me limito a comerme un lindo descendente en la cabeza 4-4. Los siguientes 30 segundos se me hicieron eternos, era un saco, un peso muerto dejado en mitad de la sala y que un tío se limitaba vapulear. Pero siempre por la mínima conseguía un doble, no recuerdo nada de esos treinta segundos, solo dolor, tensión y frustración. Final de la primera ronda de Omar: 4-4 dedo roto
Posted on: Mon, 28 Oct 2013 13:15:05 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015