Los esquemas corruptos, que en Argentina se retrotraen directamente al peronisno en cualquiera de sus pretendidas formulaciones "distintas" o incluso "antagónicas", llevan a cualquiera con dos dedos de frente a preguntarse quién es realmente quién y qué pretende en la política Argentina. Uno confiesa que desde siempre, desde mucho antes de que acabara viviendo en el país, ha sido antiperonista. Este mismo uno siempre ha identificado, y hasta ahora mismo no ha tenido motivos razonables para cambiar de criterio, que ese pretendido movimiento nacional y popular sólo es una versión del fascismo mussoliniano y hitleriano que se ha adaptado a la idiosincrasia argentina. Me explicaré: en las primeras décadas del siglo veinte había un desconcierto evidente sobre como superar las consecuencias de las crisis que se vivían en Europa; entonces aparecieron allá esos "movimientos" nacionales y populares (el fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán) a los cuales adhirió personalmente e ideológicamente un militar golpista argentino que viajó por aquellos lares en funciones digamos "diplomáticas". Su objetivo siempre fue el mismo que aquel que habían enunciado sus "maestros" destruir los movimientos antipatria (de allá) que representaban los distintos movimientos izquierdistas, usurpando su papel en las sociedades en las cuales anidaban, por una parte asumiendo demagógicamente una parte de sus postulados, pero no para promoverla sino para neutralizarla, y por otra alcanzar el poder como resultara más oportuno dado el lugar en el cual aspiraba a implantarlo. Una de las cosas que le impactó fueron los "movimientos fuerza" que representaban las escuadras de acción fascistas o las macromanifestaciones militarizadas nacionalsocialistas. Por ello usó de toda la demagogia de la cual fue capaz para encauzar sus pretensiones hacia caminos formalmente democráticos (elecciones) mientras al mismo tiempo trataba de absorber "por las buenas" la fuerza de los partidos políticos realmente de izquierda. No lo consiguió del todo, y alguno de sus verdaderos líderes acabó en la cárcel bajo el régimen que consiguió implantar bajo el nombre indistinto de "justicialismo" (como nueva doctrina a tener en cuenta desde la izquierda frente al socialismo, el comunismo o el anarquismo) o simplemente "peronismo". Desde esos años cuarenta/cincuenta el país entero ha vivido bajo ese espejismo, bien para apoyarlo en cuerpo y alma, bien para oponerse al mismo con la fuerza que realmente pudieran poner en juego. Han pasado décadas en las cuales ha ocurrido de todo, pero esa miseria ideológica facho-peronista siempre ha acabado por salir a flote y siempre con el mismo objetivo que tuvo tanto el Padre Fundador (y su demagoga cónyuge Eva Duarte) como sus secuelas posteriores: controlar el país políticamente para poder hacerlo con lo que realmente ha acabado por ser su objetivo máximo: la caja del país para forrarse a modo. Mi opinión, puesto que de eso de trata, es la siguiente: Argentina no dará un decisivo paso adelante como país mientras no se libre de una vez de todas y cada una de las manifestaciones de esa lacra fascista, tan fascista como los promotores de todos y cada uno de los golpes militares del pasado. El descrédito del "movimiento" conseguido por su actual representante máxima, permite pensar en un momento realmente histórico, a pesar de que sus recambios peronistas ya se han avivado para ver de conseguir lo único que realmente les interesa: el poder para controlar la caja y robar a mansalva... como siempre. Ni Massa, ni De Narváez, ni Pino Solanas, ni de la Sota, ni Scioli representan realmente alternativas a los K, aunque aparenten, o quizás realmente lo tengan, un aspecto menos sectario que el kretinismo rampante, demagogo e inoperante. Si siguen en el poder roban y robarán, y, lo que es peor, seguirán hundiendo al país en la miseria, en el lodo y en un descrédito internacional absolutamente merecido y ganado a pulso.
Posted on: Sun, 01 Sep 2013 20:35:17 +0000
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