MIS MEMORIAS—CAPÍTULO XXVII— El Capítulo anterior terminaba - TopicsExpress



          

MIS MEMORIAS—CAPÍTULO XXVII— El Capítulo anterior terminaba así: “Pero allí no termina esta historia de “reencuentros” propios de un libro del Dr. Brian Weiss, en el Matrimonio de Plubio y Ma. Auxiliadora había invitados de Guasipati y de Guayana, hasta una Prima mía de apellido Gruber; esto fue debido a que el Padre de María (el Sr. Richemont), y su señora Madre, son paisanos, y conocían a la Familia Gruber (de Papá Víctor), y a la Familia Lovera (de mi Abuela Rosario); más aún, a través de Cristina (Odreman de Gruber), primera esposa de mi Tío José Miguel (Gruber), mi doble Comadre Ma. Auxiliadora, y quien esto escribe somos Primos “Paralelos”, pues ella, por su Abuela Paterna, es Prima de los Gruber Odreman. Otro sí, mi Matrimonio con Ma. Esperanza se celebró en la casa de Plubio y María (14—08--1981) con la asistencia de parientes y amigos de todas las familias involucradas… ¿De que salen, salen; de que vuelan, vuelan?... ¡Sean ustedes los Jueces!...” Como escribimos en capítulos anteriores, la vecindad y amistad de nuestros Abuelos maternos (Don Jacinto y Doña Rosario) y de nuestra Tía Materna (Julie), en la Urbanización Guaicaipuro, con la Quinta de la Familia Maldonado, determinó que el Ing. Recao, casado con Yolet (Maldonado), le ofreciera a nuestro Padre (Víctor) el contrato de acarreo de materiales necesarios para petrolizar la carretera de Campo de Carabobo a San Carlos, pasando por Tinaquillo y el Tinaco. Ello generó que mientras los “morochitos” Antonio y Víctor estudiaban internos en el Colegio Salesiano de Sarria (de 11 años en 1948), el resto de la Familia (Mamá Antonia, Marilú, Michelle, Leonardo, y Darlene) se mudó a Tinaquillo. Al pasar al 6º. Grado nos inscribieron en la Escuela Federal Graduada “General Anzoátegui” a los cuatro mayores. Nuestros Padres tenían la costumbre de vestirnos “igualitos” (a los morochos), dormíamos en el mismo cuarto, comíamos uno al lado del otro, y en la Escuela también estábamos “amorochados”. Esto generaba muchas tensiones entre dos preadolescentes que estaban luchando por formar su propia imagen y personalidad, y por tanto constantes peleas. Por ello fui enviado a Caracas a casa de mis Abuelos maternos y terminé mis estudios de Primaria en el Colegio Salesiano de Sarria, como alumno externo. Por tanto yo fui el “caraqueño” de los dos gemelos: primero por el accidente que tuve a los 04 años (1941); luego por estudiar 3er, Grado externo, viviendo en la casa de mis padrinos de Bautismo, Rafael Huncal y su Esposa (1946); más tarde estudié el 5º. Grado interno (1948); y por último el 6º. Grado externo (1949), todo ello en Caracas. Ello fortaleció mucho mis vínculos con los Abuelos maternos (Don Jacinto y Doña Rosario); con mis Tíos maternos Julie, Alejandro, y Eduardo (de Figarelli), y sus respectivas esposas; y mi Prima-hermana Marina (Hija de Alejandro), nativa de Guasipati, e inseparable compañera de crianza, de juegos, y paseos, en el hato de “San Pedro”, en El Callao, Guasipati, y Caracas. En el año 1941, cuando mi accidente y envío urgente por avión a Caracas, y en todas mis otras estadías, mi Abuela (Rosario) me sacaba a pasear por el Parque de los Caobos, por el viejo Mercado de San Jacinto, por la Plaza Bolívar y La catedral; por la Casa de Bolívar, el interior del Congreso de la República; y por los Museos de Bellas Artes y de Ciencias; también íbamos al cine (Teatro Caracas), allí recuerdo vimos en color “Blanca Nieves”, “Bambi”, “Alí Babá”, historias de las “Mil y una Noches”, “Sandokan”, “Tarzán”, y filmes de piratas. En esa Zona estaba la “Cervecería Caracas”, y la “Cruz Roja” de Venezuela, y un poco más allá, a la derecha, la Iglesia y la entrada principal de Colegio Slesiano. Recuerdo que había un pequeño Parque de diversiones en Los Palos Grandes; La Plaza Altamira muy linda y concurrida; la tienda “Sears” y el “Almacén Americano” en Bello Monte; el “Centro Venezolano-Americano” en Las Mercedes, y casi enfrente una especie de Fuente de Soda instalada a la “americana”. Con motivo de las carreras y la urgencia de mi primer viaje, Mamá (Antonia) metió en la maleta un par de zapatos nuevos (esos que en Guasipati se usaban para ir a Misa los domingos, o Fiestas de Guardar), pero se equivocó y metió, dos (nuevos) del mismo pié, y por tanto dejó un par, también nuevos del otro pié…(JáJá)… Cuando se dio cuenta le escribió a la Abuela y le mando el zapato correcto y nuevo, pero el “correspondiente” ya estaba muy usado, porque yo muy obediente a la voz de mando: ¡Ponte los zapatos que vamos a salir! Me los ponía a como diera lugar, y salíamos a nuestras “excursiones” culturales o de compras. Recuerdo una foto que me tomaron en el Mercado de San Jacinto, por un fotógrafo ambulante, armado de una gran cámara montada sobre un tripoide; me sentaron en una silla de cuero y madera, mis pies no tocaban el suelo; pusieron por detrás una lona pintada para hacer de “fondo”; con una orden: ¡Mira el pajarito! Prendió fuego a una porción de magnesio que portaba cerca de su aparato y… ¡Zas! Un relámpago de luz blanquísima me iluminó, y simultáneamente accionó el obturador…¡Click!...Quedé medio ciego por unos segundos, el Señor manipuló la película en unos recipientes con líquidos que olían raro; recortó aireó y me entregó la foto testimonial de mi paseo por el Mercado con la Abuela, y de mis gastados zapatos de un solo pié…(JáJá)… …(Continuará)…
Posted on: Sun, 15 Sep 2013 05:37:06 +0000

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