Mito 2: La minería es un “motor de desarrollo” que impulsa - TopicsExpress



          

Mito 2: La minería es un “motor de desarrollo” que impulsa la economía nacional Uno de los mitos más ampliamente difundidos y, sin embargo, más endebles de la minería transnacional a gran escala versa acerca de sus impactos macroeconómicos positivos sobre las economías nacionales, constituyéndose presumiblemente como “motores de desarrollo” que impulsan en conjunto la expansión y maduración de las economías donde se instalan. Tales aseveraciones suelen sostenerse y “fundamentarse” apelando a los grandes montos financieros de las inversiones iniciales, que las empresas mineras realizan, y a los altos valores de exportación que generan. Estas sociedades, al mismo tiempo, alegan ser también significativas fuentes de divisas, importantes generadores de ingresos fiscales y grandes dinamizadores del resto de los sectores económicos. Las posturas apologéticas, por lo general, no consideran las condiciones político-institucionales que hicieron posible la “expansión minera”, tampoco la significación ni losefectos que dicho “crecimiento” implica en términos de la estructura productiva y las relaciones de poder resultantes. Al analizar el impacto de las transformaciones del sector minero dentro del conjunto del funcionamiento de las economías nacionales y de la posición de éstas dentro del sistema económico mundial, se observa sus drásticos efectos negativos sobre el propio potencial de “desarrollo económico” de los países receptores de inversiones mineras, aun en términos estrictamente convencionales del “crecimiento económico”. En términos de relaciones económicas, la globalización planteó una nueva división internacional del trabajo que acentuó aún más las asimetrías entre los países centrales y los periféricos. Se trata de la tendencia de los países del norte a desplazar fuera de sus fronteras las primeras fases de la actividad extractiva, privilegiando el cuidado del ambiente local, pero a costa de un mayor deterioro del ambiente a nivel global, y, particularmente, de los países del sur, cuyos territorios son utilizados como fuente de recursos y sumidero de residuos (Naredo, 2006). En tal sentido, los principales efectos “macro” de la radicación de las fases extractivas de la minería transnacional a gran escala sobre las economías nacionales están vinculados a la recreación geopolítica y económica de asimetrías entre países proveedores de recursos primarios y países consumidores de bienes ambiente-intensivos y, correlativamente, la extranjerización, concentración y reprimarización del aparato productivo interno. Estos impactos redundan en mayor dependencia económica, comercial, financiera y tecnológica respecto a los “mercados internacionales” y a las estrategias corporativas de las empresas que controlan el sector a escala global, y provocan mayor vulnerabilidad de las economías nacionales en relación con los flujos cíclicos y los vaivenes especulativos de la economía mundial, trasladando al interior dicha inestabilidad. Veamos punto por punto estos impactos: a) Expansión de la megaminería y nuevas asimetrías geopolíticas. En términos macroeconómicos y geopolíticos, las reformas mineras, que impulsaron la expansión inusitada de la minería transnacional en las economías latinoamericanas y en nuestro país en particular, han implicado una significativa pérdida de la capacidad de regulación y control de los territorios y sus recursos para los estados nacionales frente a las grandes corporaciones transnacionales. Sin ningún “ánimo nacionalista”, las reformas neoliberales han hecho del territorio latinoamericano un proveedor intensivo de bienes y servicios ambientales para abastecer la “carrera productivista” del mercado mundial. Tras la “maduración de las inversiones”, la región se convirtió nuevamente en un “proveedor” por excelencia de ciertos recursos minerales estratégicos para el desarrollo industrial del mundo: en los últimos años, la riqueza geológica de la región ha abastecido el 45% del cobre, el 40% de la plata, y poco más del 25% del zinc, el estaño y el oro que se consume a nivel mundial, siendo que, en promedio, el consumo de minerales de la región representa apenas el 5% del consumo mundial (Sánchez Albavera y otros, 1998; Sánchez Albavera y Lardé, 2006; Campodónico y Ortiz, 2002; Moussa, 1999). Desde un punto de vista estructural, el principal efecto del mismo ha sido el de reinstalar un nuevo patrón de asimetrías económicas y geopolíticas a través de la creación de territorios especializados en la provisión de bienes naturales, intervenidos y operados bajo el control de grandes empresas transnacionales. De tal modo, éstas se constituyen, por un lado, en modos de apropiación de rentas generadas políticamente a través de los beneficios fiscales y comerciales; y por el otro, cumplen la “función geopolítica” de asegurar, a nivel global, la provisión de insumos críticos y estratégicos para las dinámicas de transformación y consumo controladas desde las potencias que detentan el monopolio de la innovación tecnológica y de los flujos financieros mundiales. En términos generales, estas transformaciones tuvieron la función y el efecto de crear nuevos dispositivos de subalternización de las economías nacionales, y de apropiación y transferencia de grandes excedentes financieros, asociados estructuralmente a la pérdida del peso relativo del Estado en la producción y regulación económica de sus territorios y al correlativo incremento de la participación y el poder de las grandes empresas transnacionales, tanto en las economías nacionales como en el plano mundial. Bajo tales niveles de concentración de la producción mundial, la determinación de las condiciones de radicación y funcionamiento de las explotaciones en sus variables más críticas (régimen de propiedad, condiciones tributarias, financieras y comerciales, de regulación ambiental y laboral, precios de productos e insumos clave) pasan de hecho a estar fuertemente sujetas al poder decisorio de las empresas. Si en los ’90, esa subalternización dio lugar en la región al “ranking de los países imanes”, esto es, según la mayor liberalización comparativa conducente a la concentración antes referida; en la actualidad, el escenario, que hacen visible las 500 empresas mineras canadienses que actúan a nivel global-regional, es que el sector sigue prospectando la expansión y concentración en términos de los “atractivos de las políticas” de los gobiernos.(9) b) Impacto sobre el aparato productivo interno. Los impactos que la minería transnacional a gran escala produce en la estructura productiva de los países donde radican sus fases extractivas se pueden sintetizar en la siguiente ecuación: economías de enclave = extranjerización, concentración y reprimarización de la estructura productiva. La expansión de la minería transnacional, promovida por las reformas de los ’90 de la mano de las privatizaciones y el ingreso masivo de inversiones extranjeras directas, coadyuvó a un fenomenal proceso de transformación de la estructura productiva regional; la extranjerización de la economía acompañó un proceso de redireccionamiento en dos sentidos: • Por un lado, la prioritaria orientación al mercado interno es desplazada por un creciente esfuerzo exportador como factor dinamizador de la economía en su conjunto. • Por el otro, se verifica un retroceso relativo del sector industrial que genera mayor valor agregado, y cuya contrapartida es la creciente reprimarización generalizada del aparato productivo regional. Resumiendo una evaluación ampliamente indagada, Arceo indica que como resultado de estas transformaciones, al cabo de la década, América Latina se encuentra con […] una estructura productiva extranjerizada y reprimarizada, donde la apertura económica ha acarreado la desaparición de los segmentos más complejos del sistema productivo, y las altas tasas de interés ligadas a las exigencias del pago de la deuda externa han transformado, en la mayoría de los países, la actividad financiera y la especulación en las áreas de más alta rentabilidad. [...] la radical reducción de la capacidad de regulación y control de los aparatos del Estado […] expresan en gran medida una reconfiguración del bloque dominante […] donde pasan a ocupar un lugar central el capital financiero transnacional y los sectores productivos, nacionales y extranjeros, ligados a la producción primaria para el exterior” (Arceo, 2007: 53). (9) “Canadá sería el principal territorio minero del mundo”, 2011. En: El fuerte “esfuerzo exportador” asumido por los países de la región se refleja en el incremento del porcentaje de las exportaciones sobre el PIB, cuyo promedio regional pasó del 11,6% en 1975 al 23,7% en el 2003. Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe —CEPAL— (E. Gudynas, 2010) refleja esta tendencia a través de los indicadores del año 2009, los cuales registraron un incremento en relación con el año precedente: así, en la Comunidad Andina el porcentaje de exportación de productos primarios pasó del 81% en 2008 al 82,3% en 2009, y para el caso del MERCOSUR, el crecimiento fue aún mayor, ya que estas pasaron del 59,8% al 63,1%. En la región, Bolivia se halla a la cabeza del proceso de reprimarización (92,9% de sus exportaciones corresponden a productos primarios), pero la dinámica alcanza incluso a Brasil, pues durante las dos presidencias de Lula da Silva, la participación de los bienes primarios en las exportaciones pasó del 48,5% en 2003 al 60,9% en 2009. Según la Organización Mundial del Comercio, entre 2000 y 2009, los productos agropecuarios pasaron del 34,7% al 42,6% del total exportado por el MERCOSUR; y los combustibles y productos de la minería del 14,1% al 18,7%; mientras que, por otro lado, las manufacturas cayeron del 48,8% al 35,7% del total. En la Comunidad Andina, los combustibles y productos de la minería aumentaron del 43% al 49,3% del total, mientras que las manufacturas disminuyeron del 23,2% a sólo el 17,5% del total. (10) En 2009, el valor del total de las exportaciones mundiales de mercancías comprendía: productos agropecuarios 9,6%, combustibles y productos de la minería 18,6% y manufacturas 68,6%. Para América del Sur y Central (excepto México), los valores respectivos eran 30,5%, 38,9% y 27,4%, mostrando claramente la inserción primario- exportadora de estas economías en el sistema mundial (Organización Mundial del Comercio, 2010: 26, 27 y 44). (10) En parte, estos cambios se deben a que entre 2000 y 2009 aumentó el precio relativo de los combustibles y minerales y, en menor medida, el de los productos agrícolas respecto de las manufacturas. Pero a esta causa que operó a escala mundial en América del Sur, se agregó el aumento del volumen físico de productos agropecuarios y minerales exportados. Este aumento fue significativamente superior al de las manufacturas. América del Sur y Central representan el 12,4% de la superficie de tierras emergidas, donde vive el 6,9% de la población mundial. Pero su participación en las exportaciones mundiales de menas y minerales es mucho mayor: de 13,8% del total mundial en 1990, llegó al 19,3% en 2009 —13 veces más que sus importaciones de menas y minerales— (OMC, 2010: 195 y 197; OMC, 2001), y se prevé que siga creciendo, ya que en 2010 atrajo el 27% del presupuesto mundial de exploración minera por metales no ferrosos (Metals Economic Group – CESCO, 2011: 4). Contrastando con esos valores, en 2009 sólo participó con un exiguo 1,5% en las exportaciones mundiales de manufacturas. En relación a esta reprimarización exportadora del aparato productivo regional, cabe señalar que las condiciones y modalidades de la privatización y extranjerización del aparato productivo regional y, en especial, de la explotación de los “recursos naturales”, han incidido negativamente sobre la composición sectorial y regional del PIB, el perfil de inserción internacional, y la capacidad de desarrollo endógeno de las economías nacionales, tal como lo indican una amplia diversidad de estudios sobre el caso. En términos generales, no se puede disociar el masivo ingreso de la Inversión Extranjera Directa (IED) de la transnacionalización de las economías latinoamericanas del concomitante proceso de reprimarización exportadora del aparato productivo regional; mecanismo y efecto de un mismo proceso, ambos están vinculados al diseño macroeconómico de generación de divisas para el pago de la deuda externa. Desde el punto de vista estructural, la IED, en el marco de apertura comercial y de crecimiento basado en la exportación de bienes intensivos en “recursos naturales”, ha provocado fuertes daños a los sectores productivos de mayor complejidad tecnológica con un alto dinamismo potencial en la generación de empleo y de valor agregado (Martins, 2005; Arceo, 2007; Albala- Bertrand, 2006). Desde el punto de vista geopolítico, han significado, para las economías centrales, la recuperación del acceso y control de las fuentes de materias primas y energías, y el restablecimiento de los flujos de abastecimiento hacia los nuevos centros dinámicos de procesamiento y consumo. (11) Expresión paradigmática de los efectos mencionados, el “boom minero” implica, desde el punto de vista de las economías nacionales, la cabal recreación de “economías de enclave”, como expresión extrema de espacios socioproductivos estructuralmente dependientes. La minería metalífera emergente de las reformas constituye un sector excluyentemente dominado por grandes corporaciones transnacionales, totalmente ligado a flujos globales-verticales de provisión, y a recreadores de un patrón asimétrico de intercambios (importación de bienes e insumos tecnológicos /exportación de commodities ambiente intensivos y de bajo valor agregado). Consecuentemente, son escasas sus articulaciones con los aparatos productivos nacionales, lo que se manifiesta en la baja incidencia en el PIB, en la exigua generación de empleo y en el muy bajo desarrollo e innovación tecnológica interna. Como puede verse en el cuadro siguiente, el sector minero metalífero está casi totalmente orientado al mercado externo y su gran incidencia en la composición de las exportaciones contrasta notoriamente con su exigua relevancia en la estructura del PIB y en la proporción de ocupados en el sector. (11) El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), promotor de las políticas de financiamiento para esta geopolítica, ha aprobado para Canadá, desde agosto de 2009, un incremento de capital exigible que subió a 4.000 millones de dólares, el que elevó el capital ordinario del BID en 105.000 millones. En un comunicado oficial, el BID afirmaba por medio de su presidente Luis Alberto Moreno: “La Asamblea de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo aprobó una decisión de Canadá de aumentar temporalmente su capital exigible en el BID, una medida que permitirá a la principal fuente de financiamiento multilateral para América Latina y el Caribe incrementar su apoyo financiero a la región en el corto plazo. […] La contribución de Canadá permitirá al BID incrementar su financiamiento para programas de desarrollo social para amortiguar el impacto de la desaceleración económica causada por la crisis financiera global”. Luego agregó: “El BID y sus países miembros agradecen profundamente a Canadá este apoyo”. En: iadb.org/es/noticias/comunicados-de-prensa/ 2009-08-06/gobernadores-del-bid-aprueban-aumento-temporal-en-capital- exigible-de-canada,5548.html En suma, es una falacia afirmar que América Latina es “mineral” o que históricamente se halla condenada a exportar “naturaleza”, como subrayan periodistas promineros, ocultando los complejos procesos históricos, a la vez políticos, económicos y sociales, que están detrás de ello. La opción “mineral”, que hoy busca implantarse desde México a la Argentina, responde a una nueva división global y territorial del trabajo, basada en la apropiación irresponsable de los recursos naturales no renovables, la cual produce nuevas asimetrías económicas, políticas y ambientales entre los países del centro y de la periferia. En este sentido, el extractivismo resultante no es un destino, sino una opción política y civilizatoria que reconfigura negativamente los territorios y economías y genera una nueva dependencia: cada vez exportamos más materias primas y avanzamos en el proceso de reprimarización, concentración y extranjerización de nuestras economías.
Posted on: Sun, 08 Sep 2013 02:16:03 +0000

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