Necesitamos redefinir la misión cristiana De primera intención, - TopicsExpress



          

Necesitamos redefinir la misión cristiana De primera intención, el Jesús que nos presenta esta historia parece un extraño. Una lectura superficial nos deja con un mal sabor en la boca, pensando que nuestro amoroso Señor maltrató innecesariamente a esta pobre mujer extranjera. Sin embargo, esta primera lectura es totalmente errónea. Desde el primer verso, el relato afirma el interés de Jesús por las personas marginadas. Si leemos con cuidado veremos que Jesús fue intencionalmente a las regiones de Tiro y de Sidón. Jesús fue a ministrar a la periferia; fue al encuentro de aquellas personas que durante toda su vida habían sido marginadas por los líderes religiosos en los grandes centros de poder. En este sentido, Jesús es quien provoca el encuentro con la mujer cananea. Al parecer, la Iglesia evangélica ha olvidado que Dios es quien siempre toma la iniciativa en su relación con la humanidad. Como decía el apóstol Pablo, aunque podemos decir que conocemos a Dios es mejor decir que hemos sido conocidos por Dios (Gal. 4:9a). En este caso, Jesús es quien verdaderamente tomó la iniciativa de ir a territorio pagano, propiciando el encuentro con la mujer extranjera. En este texto, Jesús ministra a personas marginadas en múltiples dimensiones de su ser. La madre era marginada por ser mujer y por ser extranjera. Para los religiosos del tiempo de Jesús, ella era una persona de muy poco valor. Por su parte, la hija no solo era marginada por su condición de mujer extranjera, también era víctima de la opresión de las fuerzas demoníacas. Jesús va al encuentro de estas mujeres marginadas y oprimidas, respondiendo a sus ruegos y restaurándolas a una vida plena. Precisamente, esta práctica histórica de Jesús nos obliga a redefinir la misión de la Iglesia hoy. El ejemplo de Jesús es claro: La misión es para los marginados, para los extranjeros, para los oprimidos y para todo aquel que es rechazado por la sociedad. Con toda justicia, podemos decir que las Iglesias Hispanas de la región del noreste han obedecido a Dios, sirviendo a los inmigrantes que por diversas razones hemos llegado a las playas de este país. Mucho antes de que las Iglesias Anglo-sajonas desarrollaron el movimiento de "Santuario", nuestras comunidades de fe eran el santuario de los inmigrantes que llegaban a la ciudad de Nueva York. Sin embargo, la situación de nuestra región ha cambiado. Por un lado, la inmigración puertorriqueña ha cesado. Los inmigrantes nuevos vienen de todas partes de América Latina, en especial de la República Dominicana y de Colombia. Por otro lado, los barrios hispanos se han transformado. Algunos, prácticamente, han desaparecido. En otros, ha cambiado la nacionalidad de los habitantes. Poco a poco nuestros jóvenes -- la segunda generación -- se mueven a otras comunidades de clase media; solo van a los barrios hispanos cuando asisten a la Iglesia o cuando visitan sus familiares. Ante esta realidad la Iglesia tiene que redefinir su misión como Iglesia Hispana. Somos Iglesia para las comunidades hispanas. Servimos primeramente a las personas que viven en la comunidad donde se encuentra nuestro templo. Somos Iglesia para las personas marginadas. Ministramos a madres solteras, a las víctimas del discrimen y a las personas oprimidas por la adicción.
Posted on: Tue, 01 Oct 2013 01:43:08 +0000

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