Ni si quiera esta tan larga, y si les parece larga es porque no - TopicsExpress



          

Ni si quiera esta tan larga, y si les parece larga es porque no leen seguido. Asi que no se quejen, si la quieren leer leanla y si no absténganse de comentar sus mamadas. -Marco Lector, si es de las personas que gustan de desvelarse jugando videojuegos, que gasta su vista y conciencia hasta puntos dañinos pasando nivel tras nivel, día a día, desde que se oculta el sol y hasta el canto de las aves por las mañanas, siéntese por favor; sin embargo ahora que se encuentra leyendo le confesaré que esta historia no trata directamente de ello, tal vez solo es la introducción. Sucedió hace un tiempo. Qué chico no gusta de tomar el juego el cual siempre le ha tomado dificultad, ese que realmente representa un reto por uno, y una proeza entre los amigos; no el hecho de pasarlo, sino, el de resolver cada acertijo, de jactarse de haber pasado apasionadamente noche y día desvelado, saboreando cada momento, cada instante al jugarlo y descubrir los secretos de él. Así me encontraba en algún momento de mi vida, decidí tomarme las vacaciones para pasar un juego el cual había jugado antes pero a causa del periodo escolar no lo había jugado de una manera placentera, o dicho de otra forma, de manera adictiva. Empecé tranquilamente (si es que se puede considerar así). Cinco horas diarias, en momentos salía con amigos. Conforme transcurrieron las vacaciones y más avanzaba en el juego mayor era mi adicción por él. Y el juego tenia su dificultad, era lo que me incitaba, lo que me gustaba. En algún momento me visualizo a las tres de la mañana bajando por pan o comida para subirla a mi habitación y proseguir jugando sin invertir mucho tiempo en alguna otra cosa. Dormir a las nueve de la mañana, después de un tiempo de que sol estuviera presente, dormir dos horas hasta las once y proseguir el día jugando. Suspiro al recordar momentos tan épicos en los que gastaba tanto tiempo en algo tan simple como un videojuego, sin una sola preocupación más que seguir en el juego. Pasión constante por seguir y seguir. Eventualmente me percaté de que aquello no era del todo sano. Una noche bajé al baño, ya pasadas las doce. Es un baño sencillo. Se abre la puerta y hay un lavabo con un espejo sobre él, de manera que al entrar inmediatamente puedes ver el reflejo de tu rostro. Hay una pequeña pared que divide la sección donde se encuentra, diciéndolo directamente, el baño, y una puerta corrediza al lado de él, la cual es para separarlo de la ducha. El interruptor de la luz se encuentra a un lado de la entrada. Tengo el peculiar hábito de que cuando voy al baño, primero entro en él, cierro la puerta y después de ello prendo la luz. Y esa noche estaban la mayoría de las luces apagadas, una oscuridad en la cual uno podría tropezarse con cualquier cosa. Al llegar al baño, entré como acostumbro, una vez allí, con la escasa luz que había, volteé a ver al espejo. Noté mi camisa blanca que resaltaba un tanto en la oscuridad. Encendí la luz, me tomé un momento para verme en el espejo; podía ver las arterias de mis ojos resaltadas, una ramificación sólo comparada tal vez con los ojos de algún adicto a el trabajo. Me alejé del espejo y vi que, por un instante, mi reflejo maniobró un sutil movimiento con el brazo que yo no hice. No era algo realmente llamativo, ni siquiera algo para asustarse; sólo me pareció peculiar. Por un momento no se veía como si realmente fuera yo, parecía alguien muy parecido a mí, imitándome de alguna forma, del otro lado. Después volvió a adquirir ese aspecto cálido, no ajeno que había tenido antes. Proseguí he hice mis necesidades. Al terminar volví al lavabo, lavé mis manos, y nuevamente puse mi atención en el espejo. Dudoso de lo anterior pasado, me quedé, un instante viéndome fijamente, sin hacer gestos, sin hablar, sólo ahí mirándome. Pasó algo extraño, como si fuera un mensaje subliminal, mi rostro cambió rápidamente. Me vi con una expresión burlesca, una sonrisa diabólica, ojos rojos y fijos mirándome a mi mismo. No alcancé a ver el resto de mi cuerpo, fue por un momento y mi reflejo volvió a ser normal. Me asusté, realmente lo hice. No sabía que había sido. En parte se lo atribuí a la forma de vida que había estado llevando últimamente. El miedo fue momentáneo, efímero, se disipó rápidamente y mientras aún seguía en el baño, apagué la luz. Al abrir la puerta un poco de luz entró al baño y de reojo volteé a ver el escaso reflejo que se apreciaba en el espejo. Un bulto seguía mostrándose, como si mi figura no se hubiera movido de ahí aunque yo me hubiera ido del sitio. No presté atención a ello, era oscuro, igual aparentemente ese día mis ojos estaban débiles. Esto no me detuvo, llevaba varios días jugando y pretendía seguir haciéndolo. Sólo agregaré; esa noche, mientras jugaba, uno de los vecinos puso la canción “Rock You”, del grupo “Queen“, me parece. Esa canción me causa… No sé. Pasaron los días, y las noche también. Proseguía en el juego y aquel detalle de esa noche había quedado atrás. Otra noche, la abstinencia llegó a un punto donde la opción era una vejiga más resistente o bajar a el baño. Nuevamente bajé como lo hice noches antes. Esta ves pasé sin mirar mi figura en el espejo e hice el trabajo al que iba. Fui al lavabo, y al levantar el rostro nuevamente me vi. Me tomé un momento para conversar conmigo; me dije burlonamente —Ese muchacho, ya viste nada más que rostro. A este paso vas a terminar acabado—. Al terminar de decir estas palabras mi reflejo tomó vida propia, sonrió de una manera que me dejó paralizado, asustado, esa sonrisa que no es natural ver en una persona cuerda, una sonrisa sádica. Sus ojos ligeramente rojos, y sus movimientos totalmente independientes a los míos. El contestó —Seguro que sí, ¿eso es lo que quieres?— Me quedé sin palabras, mientras él me miraba fijamente, sus ojos clavados en lo más profundo de mi mirada. Al instante de verle había dado una exhalación profunda, y hasta ahora seguía sin poder inhalar, sintiendo algo frío en mi abdomen. Pude ver por instantes que no era completamente igual a mí, se encontraba despeinado, un poco sucio, con una camisa diferente a la que usaba en ese momento y un tanto rota. Para cuando salí de mi miedo mi reflejo volvía a ser el mismo, fue un momento irreal. No sabía si todo había sido un momento en el cual me desmallé y aluciné eso. Pensaba en cierta forma que había propasado la forma en la que había jugado durante ese tiempo. Así quedo mi pensamiento. Tras aquella noche, sería mentira el decirles que dejé de jugar el videojuego. Lo jugaba menos tiempo, sinceramente aún bastante, pero en menos exceso. Todavía no terminaban las vacaciones; decidí hacer algo más de mi tiempo. Una tarde salí a dar un paseo en bicicleta. Deambulaba por calles tranquilas, en ese punto del día en el que el sol brilla bellamente. Podías pasear con libertad, ver un bello panorama, no había que fijarse demasiado en los autos. En ese momento deambulaba sin rumbo fijo por una de esas zonas llenas de casas hermosas, cada una distinta de la otra; cada calle con abundancia de arboles, de modo que existía ese tipo de sombra digna de una tarde en la que al voltear hacia arriba puedes ver cómo se filtra la luz de entre los arboles. Me gustan las calles de cierta zona de la ciudad, son, por un llamarlo así, el legado de las personas que se han ido y han dejado de alguna forma su gusto, su esencia marcando cada calle, cada casa el reflejo de su vida; sus esfuerzos, esa expresión tan personal de hacer un lugar para poder vivir en mi opinión es una de las formas más puras de expresarse. Deambulaba tranquilamente por ellas, disfrutando por primera vez el viento, los colores tan vivos de la realidad. Estaba cerca de pasar por una intersección, seguí derecho y con mi vista en el panorama. Al llegar a la esquina sentí algo frío tocar mi pierna, escuché un ruido y cuando volteé… Eso es todo lo que recuerdo. Al despertar me encontraba en un lugar que parecía ser un hospital. Tras un tiempo un doctor se acercó hasta mi habitación y me comentó que había sido arrojado por un carro mientras estaba en la bicicleta; además agregó que por suerte fue un carro pequeño, de manera que en lugar de pasar por de bajo de él me aventó. También me comentó que aparentemente no tenía heridas graves. Me percaté que me encontraba con bata de hospital. Era de tarde cuando vi a la distancia a través de una de las ventanas del hospital, aparentemente sólo estuve inconsciente algunas horas, para cuando el doctor terminó de hablar yo asentí y me dijo que los que me recogieron ya habían contactado a mi familia a través de los teléfonos que se encontraban en la agenda de mi celular (qué eficaz, pensé, supongo es un procedimiento de rutina). En el trascurso en que mis familiares llegaran me senté sobre la camilla, el doctor me dijo que lo mejor sería darme un baño, el hospital contaba con regaderas. Me indicó dónde podía tomar mi ropa y fui a esas regaderas. Éstas también contaban con un espejo y un lavabo. Al verme en el espejo me percaté de algo. Me veía casi idénticamente en ese instante como el reflejo de aquella ocasión, despeinado, la ropa sucia y rota, inclusive me parecía era la misma ropa. Por un momento pasé saliva, me sentí un poco asustado. ¿Tal vez había sido real? No, lo dudo. Con mi pensamiento, no incrédulo, sino de no dejarme corromper por la mala suerte o supersticiones. Proseguí a bañarme. Me desvestí entré a la ducha y puse agua tibia. Tras un momento, esperé a secarme ya que no contaba con toalla y me puse la misma ropa que llevaba puesta (en mi casa podría cambiarme). Estaba por salir, cuando noté que algo de humedad se había acumulado en el espejo, y, como si se hubiera hecho a un lado el empaño con el dedo, decía: “Ese muchacho, ya viste nada más que rostro. A este paso vas a terminar acabado”. Mi vida es normal, no terminé traumado, no soy adicto al terror, prosigo día a día. Sin embargo eso sucedió en algún momento de mi vida, no sé . Sólo hoy día cuando me miro en un espejo ya no me apetece sonreír, o hacer expresiones, solamente prosigo. Lo único que ha quedado de aquella ocasión es una sensación, esa de cuando uno ve su reflejo, de sentirlo propio y ajeno, de temer, de sentir por un instante que el reflejo no es uno mismo, o tal vez el simple hecho de lo abrumador que resulta el sentirse ajeno a esa persona en el espejo.
Posted on: Thu, 25 Jul 2013 08:29:47 +0000

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