PARA LA HISTORIA Parece ser que las costas gallega y francesa, en un momento de suma estupidez, decidieron hace once años echarse encima del petrolero Prestige y romperlo por la mitad, sin prever (en su inmensa necedad) que un líquido viscoso y mortal para el ecosistema se extendería religiosamente, como un manto, sobre ellas. El pobre capitán del barco, la tripulación en general, nada pudieron hacer contra ese abordaje, porque era de noche y quién iba a contar con una acción de semejante escalada. Los políticos que tomaron las riendas de la situación, el personal de tierra, poco pudieron hacer y el chapapote cubrió arenales y rocas con rapidez. De toda España e incluso del extranjero llegaron cientos de personas dispuestas a ayudar y con sus manos, unos guantes enormes, unas botas como las de pisar la luna y un traje blanco muy finito por el que no se colaba el frío, comenzaron a arañar las rocas quitando poco a poco aquella peste. Pasó un tiempo, las playas empezaron a recuperar un aspecto parecido al que tenían y un día alguien dijo en la tele que ya estaba todo limpio y en funcionamiento. La costa gallega no mostró ningún signo de arrepentimiento ante el daño que hizo a los políticos, al personal del barco y de tierra y hoy, once años después, ha salido la sentencia condenatoria. Dicen que por las playas circulan unas risas locas que giran en los recodos y explotan en carcajadas salvajes, como nuestros mejores fantasmas de toda la vida. Nadie sabe de donde salen pero lo cierto es que la costa tiene bien claro el castigo. Lo peor es que aquí tropezamos con la misma piedra cada poco y en algún momento del futuro nos cargaremos otro barco que iba tranquilo por nuestros mares, con sus contenedores de mierda llenos hasta la tapa, ajeno a la furia de tanto mar desatado.
Posted on: Wed, 13 Nov 2013 20:26:06 +0000
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