(PARTE 3/5) «NUEVA HUELGA EN MARCHA. CRISIS EN ORIENTE MEDIO. - TopicsExpress



          

(PARTE 3/5) «NUEVA HUELGA EN MARCHA. CRISIS EN ORIENTE MEDIO. ESCÁNDALO EN UNA FÁBRICA MALAYA», proclamaban los titulares, mientras en el piso de arriba el despertador iba pasando sus lentos y luminosos dígitos de neón rojo. Alrededor de las ocho de la tarde Dekker calentó en el horno un pastel de verduras algo dudoso, y se lo comió con alubias cocidas. A las nueve ya había limpiado los platos. Abrió la botella de whisky y se sirvió una buena medida en un vaso alto. No tenía especial predilección por el whisky, pero pensó que mejor si probaba a apurarlo con buen estilo. ¡Salud! Se levantó, llevando consigo el vaso, llegó hasta la puerta de la sala y desde allí avanzó en una oscuridad espesa y acechante. Trató de recordar la letra de una canción que tenía en la punta de la lengua. Intentaba emparejar las palabras con la melodía. ¿Cómo era? Tum, tummity tum… Era divertido, no lograba recordar la melodía; y sin embargo la letra estaba allí, danzando incansable en su cabeza. Por entonces, el nivel de la botella de whisky había sufrido una seria mengua, y Dekker, en un alarde de inmensa devoción, se fue en busca del tónico que le recetase el doctor aquella misma mañana. Después de algunos intentos, poco exitosos, de llenar con el jarabe una cucharilla de café, se largó un buen trago. El sabor de la pócima le espoleó en busca de la botella de whisky. A eso de las once tuvo de repente la desagradable sensación de estar totalmente sobrio, y de que vientos helados le silbaban en la cabeza, mientras que sus brazos y piernas no querían moverse apropiadamente. Las imágenes afloraban a su cerebro con nítida claridad. Recordaba la agonía que sentía al ver las antenas de los insectos agitándose sobre su piel con movimientos intermitentes. Recordaba el doloroso terror de sentir sus dientes cuarteándose y crujiendo como barras de tiza. Recordaba, aunque intentaba olvidarlo, la sensación de notar su cabeza inflándose como un balón, sus globos oculares hinchándose hasta que era incapaz de cerrar los párpados, aunque lo intentase con todas sus fuerzas. Sus ojos hinchándose hasta… —¡No, no, nooooo! —gimió, tratando de incorporarse y cayendo. …estallar en pequeñas y húmedas explosiones gelatinosas, al igual que una ebullición descontrolada; aquello goteaba por sus mejillas cual lentas y enormes lágrimas, mientras restos desgarrados de los globos oculares pendían de las cuencas… Se las arregló para intentar servirse más whisky. Y acabó vertiendo más sobre su regazo que en el vaso. Inclinó el vaso sobre sus ateridos labios, y derramó el resto. Toda la habitación zumbaba y le daba vueltas. El vaso se le escurrió de entre los dedos. A las doce estaba inconsciente. A las 3.47 de la madrugada estaba inconsciente. A las 10.45 de la mañana siguiente se despertó. Luego, tras haber vaciado su estómago un par de veces y dominado su dolor de cabeza con algunas pastillas, Dekker volvió a reflexionar sobre su problema con el sueño. —No se trataba de una prueba, ni siquiera de un experimento realizado bajo control —se dijo en voz alta—, pero quizás estando ebrio pueda mantenerme alejado de las pesadillas… Ahora bien, si ese maldito despertador tiene algo que ver con todo ello, puede que no haya tenido los sueños simplemente porque ayer no llegué a subir al piso de arriba para dormir… »Lo mejor sería que me desprendiera del despertador. Pero eso sería estúpido. Pura superstición. No es la calavera de un ahorcado, ni un talismán diabólico de Transilvania. Es únicamente un maldito despertador que sólo tiene un par de meses; un par de semanas quizá… Volvió a pasar otra tranquila pero dolorosa velada. Una fotografía en The Times —otra vez información sobre una fábrica de componentes electrónicos en Malaysia— captó su atención. La mujer que empaquetaba los aparatos de radio por muy poco dinero al día porque no había ningún otro trabajo…, la mujer de la fotografía, le resultó familiar por unos instantes, y después, al mirarla de nuevo más cuidadosamente, no encontró ninguna referencia que le resultase familiar. Ésa fue la única sensación en todo el día que alteró su anodina monotonía. Al anochecer todavía no se sentía completamente bien, pero una noche sin pesadillas le había dado bastante confianza. Le sacó la lengua al despertador cuando se introdujo en la cama, estiró las sábanas y dejó que la oscuridad lo rodease amistosamente. Pronto se sumergió en el sueño. Sin embargo, después de bastantes aventuras en extraños y ardientes países, volvió a ser atrapado por el diabólico sueño. Vagaba delirante en la oscuridad, dentro del difuminado espacio en el que cosas con patas brotaban de su piel, donde los dientes mascaban arena y desaparecían, donde los ojos se hinchaban cual balones horrendos… Dekker se despertó jadeante con las últimas imágenes de terror martilleándole en las sienes, para ver ante sí los dígitos 3.47 llameando en la noche. Pulsó el interruptor de la luz tratando de alejar de sí la oscuridad, y quedó tumbado sobre la cama, temblando y sudando. Su mente era un mapa vacío lleno de temor, dentro del cual, sin que supiese de dónde venía, le bailaba en la memoria la idea de que los sueños, incluso los más complejos, se supone que sólo se desarrollan durante unos escasos segundos de tiempo real. En tan poco espacio de tiempo se podían cebar muchas locuras angustiantes, pensó mientras permanecía allí tumbado con un pánico infantil hacia la oscuridad y trataba de contener su impulso de taparse la cabeza con las sábanas y las mantas. Al igual que las imágenes de un calidoscopio, girando lentamente, pasó del terror al agotamiento, y del agotamiento a la soñolencia; alejado de su cuerpo, de la cama y de las 3.47, Dekker se sumergió en las nebulosas márgenes de la duermevela. Allí, por un instante, una pálida mujer morena lo miraba fijamente, con una sonrisa incómoda. —No es nada personal, pero… ¿Había añadido algo más, sin palabras? Sus manos estaban ocupadas con un reloj digital desmantelado. Tenía la impresión de que le habían puesto un enchufe en la cabeza. A través de la conexión le llegaba una ducha de chispas brillantes que lo conmocionó hasta la rigidez. La noche se tomó informe, vacía de miedos y de pesadillas, cuando conectó el familiar rostro de sus sueños (tan familiar que estaba seguro de haberlo contemplado cada una de las noches en que soñó) con la foto de The Times. Mujeres reunidas en asamblea. «ESCÁNDALO EN UNA FÁBRICA MALAYA.»......(CONTINUARÁ)
Posted on: Thu, 01 Aug 2013 20:34:11 +0000

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