¿“Papá, cuéntame otra vez…” qué? El mitómano - TopicsExpress



          

¿“Papá, cuéntame otra vez…” qué? El mitómano también tiene su mundo ideal, empero. El idealismo del mitómano se deduce al contrastarlo con el idealismo de un hombre serio. Los idealistas, por su parte, son personas cuya “proa visionaria” (al decir de José Ingenieros) apunta a un Ideal de perfección inalcanzable; se trataría de una utopía en cuya estela de seducción se resumen los esfuerzos de nuestras vidas. Para el idealista, la felicidad no está tanto en la cima de la montaña como en su recorrido, en la lucha. No se trata de un hombre perfecto, pero sí de un ser “perfectible”. El tibio, en cambio, no posee proa alguna. Suelto en la mar de la inconsistencia y la paradoja, cual mejunje de porquería vegetal, es arrastrado hacia la nada por la resaca de los tiempos. No es casualidad, entonces, el abandono ostensible, tanto en lo físico como en lo moral, de muchas personas con afición de mito; en fin, al carecer de norte o Ideal, no tienen para qué estar bien dispuestos. Es que el mundo ideal del mitómano se cierne pesadamente sobre lo actual, lo ya establecido, como una sombra más que completa la impenetrabilidad del pantano. La constante recurrencia al pasado (siempre trágico) no se inspira en absoluto en un deseo de justicia o, al menos, perspicacia; así como los cuervos sobrevuelan tenaces la carroña putrefacta, el imbécil olisquea – relamiéndose – la escoria del ayer. Sobre ese mismo ayer amolda sus gustos, su estilo, sus vicios y su vida. El desenfado y la absurdidad son monedas corrientes en la cultura del mito, en tanto que los mitómanos son los naturales sacerdotes de las injusticias que denuncian. Consigna, por ejemplo, la canción del izquierdista cantautor español Ismael Serrano: “Papá, cuéntame otra vez ese cuento tan bonito / de gendarmes y fascistas y estudiantes con flequillo, / y dulce guerrilla urbana en pantalones de campana… Papá, cuéntame otra vez esa historia tan bonita / de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia”. Honestamente, sería lícito reconocer la eventual flema poética de Ismael (por más que sea pobre y engañosa la mayor parte de su repertorio artístico); de verdad que recomiendo algunas de sus canciones. Asimismo, no obstante, debemos advertir una denodada apología del delito en la canción referida y que, dicho sea de paso, nos viene al pelo ya que resume y ejemplifica inmejorablemente ese mundillo sádico, lacrimógeno e infame en que viven los mitómanos. La representación mental que sin esforzarnos podemos realizar al respecto nos muestra a una persona – el mitómano – que se regodea de la inviril y notablemente anti-masculina tarea (valga la redundancia) de asumirse un perdedor. Convengamos que una cosa es aceptar la derrota y otra muy distinta es, como digo, asumirse un perdedor. Se trata, pues, de un perdedor que disfruta, celebra e incluso “refriega” su condición de tal. En la retórica abundan, como Ismael nos muestra, las recriminaciones, las tergiversaciones y los anatemas. Remitiéndonos a su canción, si por un lado asociamos a los gendarmes con los fascistas ya estamos desnaturalizando la condición de los primeros por efecto de lo que connota lo segundo (el mitómano, está claro, apunta su artillería contra todo lo que represente alguna autoridad); si por otro lado señalamos que frente de los entonces “fascistas” había “estudiantes con flequillo”, además de la tumoración cerebral de quien lo afirme o lo crea, se deja al descubierto el empeño victimista en función de demonizar la parte repudiada, además de que se excusa a los primeros (que nunca fueron simples estudiantes) en desmedro de las fuerzas mismas. “Dulce guerrilla urbana”, por colmo, expresa la canción… y la verdad que eso es lo que creen los mitómanos, en tanto que nos revela a las claras la mentalidad pervertida (y por qué no degenerada) de los mismos, con el dato no menos relevante de que ya los “estudiantes de flequillo” no son tales sino sendos guerrilleros; ¿qué tiene de dulce, pues, la mentada “guerrilla urbana”? ¿O alguien ignora que la actividad de los guerrilleros, tanto en Argentina como en todas partes, consistió en sembrar el terror en la población civil mediante la colocación de bombas que asesinaban indiscriminadamente a personas inocentes? ¿Eso te parece dulce, Ismael? Pídele a tu padre, ya que tanto te interesa, que también te cuente que al “Che” Guevara lo llamaban el “Carnicero de la Cabaña”, y porque era un criminal cebado que asesinaba por antojo y siempre por la espalda en los mismísimos CAMPOS DE CONCENTRACIÓN que instaló el comunismo en Cuba. Más de 2000 asesinatos se le contabilizan a tu “guerrillero loco”, nunca en combate, siempre por la espalda y sin juicio ni condena previa. En algo vamos a coincidir, querido Ismael: estaba loco, muy loco. Verdaderamente me duele tener que referirme en estos términos con Ismael Serrano, ya que, como digo, algunas de sus canciones han sabido endulzar mis ratos (“Amo tanto la vida”, por decir una), pero la canción“Papá, cuéntame otra vez”, muy a su pesar, resume inmejorablemente la psicología de un mitómano, es decir, de una pobre persona que transforma los hechos (cuando no, los inventa) en pos de adecuarlos a una sensibilidad absurda, depresiva, sádica, inmoral. (EXTRAIDO del Blog de. DAVID REY)
Posted on: Sun, 15 Sep 2013 23:38:13 +0000

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