Para los zotiqueanos, en el principio fue el verbo... Pero ese - TopicsExpress



          

Para los zotiqueanos, en el principio fue el verbo... Pero ese verbo se manifestó en forma de conjuro mágico. El Árbol de la Inmortalidad «La muerte acaba con una vida, no con la vida como manifestación», se repetía el mago Mëlatrak pocos segundos antes de iniciar el ritual. El planeta tierra se encontraba a billones de años luz del suyo; y peor aún, ya ni siquiera existía en la memoria de los descendientes alienígenas de los humanos en ese alucinante futuro. Pero el mago sabía que guardaba el objeto más preciado del universo: El Árbol de la Vida; que aún hundía sus raíces en ese punto del espacio-tiempo donde habitaba la Inmortalidad: El Jardín del Edén. Pues sin importar cuán avanzada estuviera su civilización, su dominio de la muerte era falso, como falsa era su inmortalidad artificial: él necesitaba la original, no sus copias. El tiempo y la muerte no diferenciaban el pasado terrestre del futuro cósmico. Por eso decidió viajar al Jardín del Edén: para comer del fruto prohibido. Concentró todo su ser en la antigua figura geométrica del Cubo de Metratón, que simbolizaba el Árbol de la Vida. Lo hizo hasta que vio sus trece círculos y las líneas que interconectaban cada uno de sus centros entre sí, convertirse en una figura tridimensional de naturaleza cristalina; dentro de la cual se sumergieron los átomos de su cuerpo desintegrado hasta que se confundieron con los destellos prismáticos que ardían en su seno: los vientos del tiempo, soplando dentro de la estructura híperdimensional del cristal hacia su propia Nada. Mëlatrak se sintió caer como una gota de néctar de uno de los frutos del Árbol de la Vida… De la inmortalidad. Sabía que su ser había completado la ruta de la alquimia divina desde su raíz hasta su fruto. Era un nuevo retoño ¡inmortal como los dioses! Miró su hermoso tronco en forma de espiral genética de color violeta y su follaje compuesto de filamentos luminosos que nunca rebasaban la banda roja del espectro. Pero no vio frutos. Se volvió hacia el jardín. Vio sorprendido que no había plantas o animales, sólo miles de versiones de sí mismo, sintonizadas con el punto temporal de sus propias vidas. Era inmortal porque no estaba conectado a ningún tiempo, pero si a todos los espacios… Y en ellos habitaba la muerte; que le haría compañía en su inmortalidad disfrazada de las versiones de sí mismo. Fin
Posted on: Fri, 27 Sep 2013 16:15:29 +0000

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