Por cumplirse 47 años del golpe al Dr Illia, seguramente el mejor - TopicsExpress



          

Por cumplirse 47 años del golpe al Dr Illia, seguramente el mejor presidente de la historia de la República Argentina, campeón en honestidad, voy a transcribir la nota de Jorge Allievi, publicada el año pasado. El aniversario fue anteayer, pero quería poner algo muy especial, y necesité de tiempo. El dr fue derrocado por el peronismo, que él mismo dejó postular, porque estaban proscriptos. Por los sindicalistas y los militares. Sumamos a personalidades como Mariano Grondona, a quien respeto y admiro como profesional, pero en sus ideales no. Y por supuesto al padre de Timerpunk... Este gobierno de mierda, que nos dice a los que no comulgamos con ellos "golpistas", tiene como canciller al hijo de un golpista, que ayudó mucho a derrocar a Illia, y la última mención, es para el sr Landrú... que le puso el mote de "tortuga". Las tortugas son para siempre Landrú, no como esos gatitos chotos que ud dibuja en sus mamarrachos infantiloides, que los puede hacer una criatura de la primaria. "Perdónelos Doctor Illia, no sabían lo que hacían" En fin, ya desahogado, paso a entregarles la nota de Jorge Allievi. Atte Gabriel. El demócrata de América Por Jorge Allievi Creí conveniente, más en estos momentos de tanta efervescencia política y tanta “borocotización”, reflexionar acerca de uno de los hechos más negros de nuestra historia argentina, perpetrado hace 46 años un 28 de junio, intentando humildemente una reivindicación, aunque ya la historia de por sí se encarga de realizarla. Quiero referirme a quien desde el colectivo popular se ha dado en llamar “el demócrata de América”, al Dr. Arturo Umberto Illia. Amaneció con el siglo XX en Pergamino, provincia de Buenos Aires, pero adoptó definitivamente como su terruño la querida ciudad de Cruz del Eje, en donde desarrollara su profesión de médico rural y su pasión militante dentro de las filas de la Unión Cívica Radical, ocupando en forma ascendente los cargos de Presidente Departamental hasta el de Presidente del Comité Nacional en 1958. El 12 de Octubre de 1963 asumió la Presidencia de la República ante un país que se sentía derrotado, descreído de promesas y lo que es peor de la propia democracia como estilo de vida; en resumen, un país que se sentía estafado en sus creencias. No está en mi ánimo recordar su obra de gobierno por demás proficua, basta recordar simplemente el crecimiento del producto bruto, el aumento sostenido de la ocupación y los salarios, la reducción de la deuda externa y las nacionalistas leyes de medicamentos, conocidas como “Oñativia” , y el aumento en la producción del petróleo a pesar de haber anulado los contratos firmados por Frondizi totalmente desfavorables para Argentina, todo en un marco de honestidad, sin un solo escándalo por corrupción ni un solo día de estado de sitio, con una política de absoluta libertad de prensa y de expresión y por primera vez desde 1930, sin proscripción alguna. Pero al que realmente quiero destacar, es al hombre honesto, austero y recto, paradigma del político con mayúsculas que tanta falta le hace hoy a nuestra Patria. Se dijo de Don Arturo que fue lento, sectario, ineficaz y cuanto adjetivo “des-calificativo” que rondaba era un traje a medida para el Presidente. Pero “el viejo” no se doblegó jamás, ni aún después del nefasto golpe del 28 de Junio de 1966 que tan arteramente le asestaran las Fuerzas Armadas como brazo de una cobarde oligarquía empresarial-sindical que apostaba a la división y desunión de los argentinos. Un pasaje del discurso presidencial pronunciado ante la Asamblea Legislativa resume al demócrata que tenía una visión trascendente de la hora que vivía. Fíjense que paradójico, cuanta actualidad, decía Illia: “No queremos el realismo de los resentidos y los vencidos, sino el vigoroso de la gente joven, sana de espíritu y corazón... Tenemos conciencia clara de que los problemas de nuestro tiempo no se encuentran solamente en el campo político ni son exclusivos del terreno económico. Responden sin duda, a un complejo de causas y producen efectos diversos, muchas veces contradictorios. Por eso mismo no se han de terminar en una instancia electoral, por trascendente que parezca, ni se eliminarán totalmente despejando incógnitas de nuestra economía. Requieren soluciones de conjunto, y solamente podrán alcanzarse con seguridad si somos capaces los argentinos de aunar voluntades”. Ese es nuestro anhelo, que estas palabras se hagan carne ante la hora amarga que estamos viviendo. El 28 de Junio del ’66 se puso una bisagra a la historia. Fue indudablemente un error monumental. La historia hoy se redime y golpistas y no golpistas han comprendido la magnitud del error. Un gran amigo del Presidente Illia, el honorable y nunca olvidado Agustín Tosco, desde el semanario de la CGT de los argentinos, decía: “ En 1966 se explotó el concepto de la ineficacia, de la lentitud, no para corregir las deficiencias sino para eliminar una representación del pueblo,... Si quienes tuvieron la fuerza para dar el golpe de Estado hubieran tenido realmente objetivos populares y de grandeza nacional, no pueden quedar dudas que en lugar de dar el golpe correspondía impusieran el respeto a la voluntad del pueblo que había votado, en los programas de distintos partidos políticos, medidas que tenían fundamentalmente en cuenta los derechos y el interés de los argentinos... Pero el golpe de Estado del 28 de Junio, respondió a la necesidad de impedir el avance de esas medidas”. El Coronel Luis Perlinger, quien desalojó a Arturo Illia de la casa de gobierno hará público su arrepentimiento en una carta abierta al decir: “Caí ingenuamente en la trampa de contribuir a desalojar un movimiento auténticamente nacional. ... Usted me dio esa madrugada una inolvidable lección de civismo. ... Si bien no puedo reparar el daño causado, da a Usted, uno de los más grandes demócratas de nuestro país, la satisfacción de que su último acto de gobierno fue transformar en auténtico demócrata a quien lo estaba expulsando por la fuerza de las armas de su cargo constitucional.” Asimismo, el director del vocero del golpismo, “Primera Plana”, Ramiro de Casasbellas escribirá en el diario “El Día” de La Plata en 1978: “La moral de los dignatarios públicos también fue la norma, hasta el punto de que ni los más cerriles contendores la pusieron en duda; ... Quizá por que no se cometió el menor abuso de poder por el gobierno ... nos dedicamos a abusar de nuestros derechos desde los partidos, los sindicatos, las universidades, las corporaciones empresarias, el periodismo. ... Éramos nosotros los sectarios, los carentes de autoridad, los miembros del comité de la ceguera. ... Creímos servir a la Nación, lanzándonos contra quienes la servían realmente y terminamos sirviendo al desastre argentino.” Simplemente recordar, para finalizar, lo escrito en el diario “La Idea” de su amado Cruz del Eje, al día siguiente de su muerte acaecida un 18 de Enero de 1983: “Illia ya no es nuestro... Es de la Historia.” Si, con H mayúscula; o bien como lo reflejara ese mismo día “La Voz del Interior”, recordando entre otras cosas que en 1982 había recibido con la humildad de siempre el Premio Internacional Mahatma Gandhi por sus servicios a la humanización del poder, y decía: “Murió en el momento que más se necesitaba de él, hizo del tiempo de su existencia una fervorosa entrega a la causa de la dignidad”. Afirmando más adelante que “Pertenece a esa elite de prohombres que ya no pueden discutirse y esto, en un país de empecinados cuestionamientos como el nuestro, da la exacta dimensión de su grandeza. ... Quedan los gestos de un hombre esencialmente bueno, para quien sería pertinente una categoría que valorizaban los hombres del ’80: la de patricio. Era historia mucho antes de su muerte, Será leyenda.”
Posted on: Mon, 01 Jul 2013 04:14:03 +0000

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