Presencia extraterrestre… el Vaticano y los OVNIS En el año - TopicsExpress



          

Presencia extraterrestre… el Vaticano y los OVNIS En el año 1935, mientras se celebraba un ritual de iniciación en un templo de la Orden Rosacruz, uno de los allí presentes se puso a hablar con una voz que no era la suya. El gran canciller de la Orden transcribió todo lo que el hermano decía y en 1976 aquella transcripción se público en un libro titulado “Le profezie di Papa Giovanni” (“Las Profecías del Papa Juan”) pues el hermano de la Orden Rosacruz que comenzó a hablar con una voz que no era la suya no era otro que Ángelo Roncalli, arzobispo de Mesembria quien años más tarde accedería al trono pontificio con el nombre de Juan XXIII. La existencia de vida inteligente en otros planetas, como tantos otros temas, tampoco escapa al análisis de las religiones, sobre todo del catolicismo. Durante los últimos setenta años, el fenómeno OVNI ha supuesto para la Santa Sede, como institución religiosa, sencillamente poner en entredicho sus principales dogmas. Como institución política, en cambio, la presencia en los cielos de objetos voladores no identificados viene contemplándose desde una perspectiva bien distinta, desde un punto de vista que fue evolucionando, aunque todas las evidencias acerca del fenómeno se sigan examinando con la máxima discreción. “Nicolás Copérnico detuvo el Sol / Y así le dio un empujón a la Tierra / Dando una nueva visión”. Estas palabras eran declamadas en 1974 por el obispo de Cracovia (Polonia) frente a la tumba del célebre astrónomo y compatriota suyo, conmemorando los quinientos años de su nacimiento. Al mismo tiempo, y para sorpresa de los asistentes, recordaba también a otros pensadores del pasado, entre ellos al italiano Giordano Bruno, quien vivió entre 1548 y 1600 y acabó en la hoguera por sus ideas alborotadoras. El crimen de Giordano Bruno, a grandes rasgos, consistió en afirmar abiertamente que podrían existir otros planetas con vida inteligente propia. La Inquisición juzgó pernicioso aquel pensamiento, un veredicto que el obispo de Cracovia –llamado Karol Jòsef Wojtyla– quiso evocar mediante un libro de poesía. El obispo Wojtyla publicó en 1979 su obra literaria denominada “Pietra Di Luce”, en la que aventuraba nada menos que una nueva era de entendimiento basado en el perdón y en la tolerancia hacia una nueva visión cosmogónica. El alcance de los pensamientos reflejados en el libro “Pietra Di Luce” de Karol Jòsef Wojtyla provocó un importante vuelco en las ideas que, aunque actualizadas, seguían vigentes desde el inicio mismo de la religión católica. Según estas ideas, el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios partiendo del vacío absoluto, puebla el universo en solitario por motivos inescrutables que nadie conoce. Cuando Adán hizo acto de presencia en la Tierra, según las Sagradas Escrituras, no encontró a nadie excepto a sí mismo hasta que el sumo hacedor decidió darle compañía. Por extensión, la noción de otros seres vivos – ¡e inteligentes! – habitando mundos lejanos, y además de distinta apariencia, resultaría impensable dentro de tal perspectiva. El obispo de Cracovia Karol Jòsef Wojtyla, lejos de acabar perseguido por herejía, siguió adelante con sus innovadoras y abiertas ideas acerca de una nueva visión universal basada principalmente en la tolerancia. Por aquella época, monseñor Wojtyla ni tan siquiera se podía imaginar que, al cabo de pocos años, aquel pronunciamiento lo llevaría a la cúspide papal con el nombre de Juan Pablo II. La pluralidad de mundos habitados, de la cual el Papa Juan Pablo II se consideraba un firme partidario, constituye uno de los asuntos más espinosos de cuantos haya tratado la teología moderna. Baste adelantar que las opiniones al respecto conforman una insólita –y a veces inesperada– perspectiva. Evolución de pensamiento La etapa de Juan Pablo II y su relación con el fenómeno OVNI reviste un interés singular por partida doble. En primer lugar, durante aquel periodo se vivieron las manifestaciones y contradicciones más patentes conocidas hasta hoy. Como cabeza visible de su Iglesia, tardó casi dos décadas en ofrecer una disculpa para con los sabios como Nicolás Copérnico, Giordano Bruno y tantos otros, pidiendo literalmente perdón por los errores del pasado. Así, los postulados de Bruno y otros pasaron a disponer de validez plena. En segundo lugar, la orientación ideológica mantenida por el Papa Wojtyla reflejó el desarrollo de las impresiones mantenidas al respecto conforme progresaba su formación teológica. Desde sus años de estudiante ya había divisado fenómenos extraños en el cielo. Claro que los propios próceres de la Facultad de Teología de Cracovia desestimaron sus observaciones tildándolo de atolondrado, anécdota que se le recordó al principio de su mandato, aunque más adelante acabó olvidada. Aquella época coincidió curiosamente con el advenimiento de la llamada era moderna del fenómeno OVNI, hacia 1948. En tan temprana fecha, la Iglesia católica no perdió tiempo negando la existencia de los platillos voladores y sus ocupantes, considerando un total desatino la divulgación de noticias referidas a los OVNIS. Pese a ello, al futuro Papa le resultó inevitable conocer los trabajos que otros pensadores dedicaban a los “visitantes del espacio”, inclusive las obras de algunos autores procedentes del clero. Es necesario poner de manifiesto que ya en el primer capítulo del Concilio Vaticano I de 1870, se distinguía entre la vida terrenal y la espiritual, deambulando ambas por caminos distintos. Mientras la primera quedaba limitada a la existencia física en la Tierra, la segunda podía aflorar en cualquier otra parte del universo a capricho de unos designios inescrutables mucho más allá del intelecto humano. Además, las corrientes más renovadoras también releían la propia Biblia, teorizando sobre la presencia divina y la ubicuidad de su obra. Algunos expertos en teología sostienen, no obstante, que en las Sagradas Escrituras –sin aludir a las ediciones apócrifas– están totalmente ausentes las referencias claras a la vida extraterrestre. En ciertos episodios atípicos, como por ejemplo la ascensión del profeta Elías o las visiones de Ezequiel, entran en escena los ángeles, entidades cuyo proceder y aspecto en absoluto son de nuestro mundo. Y aunque las descripciones de ellos en la Biblia son sumamente concretas, la Iglesia prefiere seguir adelante sin confirmar ni desmentir su existencia. Al respecto, la publicación “Ecclesia”, presentaba en 1954 un artículo titulado: “¿Podría la Biblia aclarar el misterio OVNI?”, aportando datos bastante crípticos. Reflexiones similares ofrecía dos años antes la obra titulada “Civilita Catholica”, editada por la Compañía de Jesús, mediante el artículo “La teología y la posibilidad de existencia de habitantes en otros planetas”. Sus conclusiones sostenían que los seres alienígenas no estarían sujetos al Pecado Original, y que vivían, por ende, en un verdadero paraíso espacial. Por aquellas mismas fechas se dejaron sentir opiniones no menos audaces. El teólogo, químico y paleontólogo Teilhard de Chardin expresaba en Nueva York su particular posición sobre el enigma. Cabría justificar antes que nuestro mundo sería la única fuente de vida en el Universo, planteaba, y que sólo en éste se produjo el célebre pecado. “Pero eso sería humillante –advertía– porque nos daría la impresión de que queremos salvar el dogma refugiándonos en lo inevitable”. Tampoco faltaron impresiones todavía más extremas. Por ejemplo, la del clérigo británico Eric Inglesby, quien en un escrito dominical denunciaba durante la primavera de 1955 los riesgos producidos por los OVNIS. “Como fenómeno psíquico es peligroso en su aspecto espiritual, imbuyendo falsas creencias”, leía ante sus fieles. Según sus palabras, las supuestas naves propagaban la posesión anímica del individuo, incluso mediante abducciones, calificándolas de extremadamente dañinas para la sociedad. Evidentemente el tema de la existencia de vida en otros planetas ha ido evolucionando en sus análisis por parte de la Iglesia Católica con el paso del tiempo. Las mentes se fueron abriendo al encuentro de nuevas corrientes de pensamiento tendientes a aceptar que la vida, tal como la conocemos, no sería el único mérito del Gran Creador. Los turbulentos sesenta Durante el comienzo de la década de los años 60, el cardenal Wojtyla inició su carrera episcopal, en un momento en que la Santa Sede atravesaba una grave crisis social. Manifestarse abiertamente a favor o en contra de determinados temas implicaba significarse en una coyuntura extremadamente delicada, con el conflicto vietnamita y la política de bloques como telón de fondo. Así decidió entenderlo el religioso polaco, separando desde entonces la diplomacia de las facetas más espirituales. Por esos días Josep Gil, antiguo catedrático en el área teológica del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona afirmaba que “El Vaticano es un Estado soberano que atiende ante todo sus asuntos políticos, dejando aparte la teología”. La regencia de Juan XXIII, con quien el cardenal polaco mantuvo una estrecha amistad, le sirvió para conocer de primera mano al hombre que renovó la doctrina imperante con intención de poner al día la Santa Sede. Aparte de fomentar el diálogo con otras religiones, Juan XXIII pensaba seriamente en la posibilidad de contactar con otras inteligencias, fuesen o no “terrenales”. “Qué pequeño sería Dios si después de crear este vasto Universo solamente lo pobláramos nosotros”, exclamaba ante sus contertulios de mayor confianza. Existe un relato publicado en el periódico SUN de Los Ángeles (California) el 23 de julio de 1985 según el cual, el Papa Juan XXIII, cuya alma es acreditada con miles de hechos milagrosos relacionados sobre todo con curaciones de enfermedades en todo el mundo, habría tenido encuentros con seres extraterrestres. Al menos uno de estos encuentros, que fue muy especial y estuvo muy bien documentado, tuvo lugar en la residencia veraniega del Papa en Castell Gandolfo en 1961. Según habría declarado uno de los asistentes de su Santidad, el líder espiritual tuvo este encuentro con seres de otro planeta justamente dos años antes de su muerte. El relato explica que el Papa y algunos de sus asistentes directos se encontraban dando una pequeña caminata por el jardín de la residencia una noche de Julio de 1.961 cuando observaron sobre sus cabezas una nave. Era de forma oval y tenía luces intermitentes azules y ámbar. Esta nave pareció sobrevolar la residencia por unos minutos, luego aterrizó sobre el césped en el lado sur del jardín. Un extraño ser salió de ella; parecía un hombre a excepción de que estaba rodeado de una luz dorada y tenía orejas alargadas. Su Santidad Juan XXIII y por lo menos uno de sus asistentes se arrodillaron sin entender exactamente lo que estaban viendo. Creyeron que se trataba de un acontecimiento celestial pero el ser estaba allí. No se trataba de una visión. Uno de los asistentes de Juan XXIII aseguró que el Santo Padre se levantó y caminó hacia el ser. Los dos estuvieron frente a frente por un lapso de entre 15 y 20 minutos; parecían hablar intensamente. En un determinado momento el ser dio la vuelta y caminó hacia su nave y se marchó. Su Santidad se dio la vuelta hacia su asistente y le dijo: Los hijos de Dios están en todas partes; algunas veces tenemos dificultad en reconocer a nuestros propios hermanos. Este asistente dijo también que el Papa Juan XXIII nunca volvió a mencionar el suceso. Después de que el ser extraterrestre retornó a su nave y despegó, el Papa y su asistente continuaron su paseo como si nada hubiera ocurrido. Varias veces después de aquel suceso el Papa y sus asistentes caminaron a través del jardín, y sus ojos miraban hacia el Cielo. El Papa nunca dijo nada sobre Ovnis pero, de ser cierto, este relato encerraría el más grande secreto contemporáneo mejor guardado por El Vaticano. Se cuenta que en muy pocas ocasiones el Papa fue de paseo solo por los jardines de Castell Gandolfo. Algunas veces los asistentes estaban seguros de que durante aquellos paseos había Ovnis en el área. Podían ver sus luces intermitentes, pero Su Santidad jamás hizo mención de ello. Más allá del relato publicado en el periódico SUN de Los Ángeles, Juan XXIII ha sido uno de los personajes más carismáticos e importantes del siglo XX y su religiosa y valiente figura es todavía orada y admirada por muchos devotos seguidores. Algunos de ellos reivindican haber recibido milagros curativos después de rezarle. Por otro lado, en el libro “Las Profecías del Papa Juan” de Pir Carpi, y en sus pág. 188 y 189 se puede leer el texto siguiente: “Las luces del Cielo serán rojas, azules y verdes, y veloces. Crecerán. Alguien viene de lejos. Quiere conocer a los hombres de la tierra. Ya ha habido encuentros. Pero quién vio realmente ha guardado silencio”. Se trata de un testimonio realmente magnífico el que presenta Juan XXIII en estas líneas de sus Profecías. En ellas hace una clara alusión a los Ovnis. A los extraterrestres que vienen de lejos. Y afirma sin dudas que ya hubo encuentros con estos seres extraterrestres. Así mismo la alusión a los Ovnis y extraterrestres que presenta Juan XXIII en sus Profecías lo que hacen es darle mayor consistencia y credibilidad al relato publicado en 1985. Hay quienes afirman que en horas nocturnas, la habitación del Papa Juan XXIII en el mismo Vaticano, se inundaba de una misteriosa luz. La explicación para este fenómeno se habría hallado en un viejo libro escrito por el mismo Papa, en el cual relata las celestiales visitas que recibía y especifica las largas conversaciones que mantuvo con la Virgen y con Dios mismo. El primer encuentro entre Dios y Juan XXIII ocurrió el 12 de febrero de 1959, luego recibió otra visitas en las cuales Dios y la virgen hicieron una revelación sobre el trágico futuro que le esperaba a la humanidad. En este diario el Papa habla del asesinato de un líder político muy importante y de la entrada de un país muy poderoso en una guerra que nunca ganará. También habla de los conflictos entre Israel y Palestina. Juan XXIII relata que la Virgen con lágrimas en los ojos le describió la tragedia que vivirá la tierra en la que Ella nació, una tierra teñida de sangre y cómo un grupo de locos enviarán a su pueblo a una guerra en nombre de Dios. Están equivocados, porque el Creador no desea que los hermanos se maten entre sí por Él. Juan XXIII menciona que dios lo obligó a guardar silencio hasta que llegara el momento adecuado. Habla también de la caída del comunismo, de las guerras en varias naciones de la Europa del Este, de la terrible hambruna que asolará al planeta después de los años 90 y de una nueva y terrible enfermedad que devastará el mundo a partir de 1984. El 2 de Julio de 1962 Juan XXIII recibió la última visita de la Virgen quien le dio noticias alentadoras para un mundo destruido, la alegría sería traída por extraños visitantes que aparecerán en la Tierra venidos de otros planetas para sembrar la paz. También se podrá ver en el cielo la imagen del Mesías. El anunciará el comienzo de un segundo paraíso en el planeta Tierra. Según datos confidenciales, tres días antes de su muerte, Juan XXIII recibió un mensaje de los seres del espacio. Juan XXIII revelo, en la medida que pudo, el tercer secreto de Fátima y profetizó acontecimientos que tenían que ver con la política, el espacio y el futuro del planeta. Karol Wojtyla participó en el Concilio Vaticano II de1964, interviniendo en la redacción del documento oficial donde la noción de que la vida “es universal” aparece en numerosos párrafos. Pero muchos otros conceptos que habrían podido complementar tal aseveración no fueron incluidos en el documento oficial y se archivaron, protegidos por el secretismo habitual vaticanista. A pesar de esto, varias aportaciones del sector ultraconservador se añadieron al borrador final de documento, y quien tuvo la responsabilidad de hacerlo fue el sacerdote alemán Joseph Ratzinger, quien años más tarde también fuera sucesor de Pedro con el nombre de Benedicto XVI. En los años posteriores al Concilio Vaticano II y más allá de las maniobras internas entre renovadores y reaccionarios, la cuestión extraterrestre se debatía en una pugna paralela. “¿Han pecado como nosotros los alienígenas? ¿Han caído en la tentación?”, se preguntaba por esas fechas el sacerdote jesuita y astrónomo Benito Reyno, quien afirmaba a la vez que “Si los seres extraterrenales necesitan la redención, deberíamos dársela”. También por ese tiempo, el semanario galo Le Figaro realizó una encuesta entre teólogos de diferentes religiones sobre el tema. El texto completo conteniendo los testimonios de los encuestados se publicó con el título “Si los astros estuvieran habitados”. Exceptuando al representante católico, los encuestados coincidían en la creencia de vida en otros mundos, si bien con matices. La réplica desde la óptica tradicional no se hizo esperar y hasta hubo algunos representantes de la Iglesia que sostenían que los OVNIS eran una proyección del diablo para confundir a la gente. A instancias superiores, un comunicado oficial faltaba por pronunciarse. Antes de su muerte en 1978, el Papa Paulo VI confió a unos pocos escogidos el dilema de divulgar o no la llegada de extraterrestres si eso sucediera, ante una sociedad que él consideraba mal preparada para dicho evento. Algunos creen que dentro de ese reducido grupo estaba el cardenal Wojtyla, quien al cabo de pocos meses ascendería al papado y mantendría una línea similar de pensamiento. Filtraciones sensacionalistas Entronizado en la cúspide papal, la historia reciente demuestra que Juan Pablo II se vio obligado a canalizar su apostolado ante problemas más acuciantes. De entrada, la ingeniería genética o las nuevas tecnologías de la información constituían avances muy poco gratos a la ortodoxia oficial. En cuanto al fenómeno OVNI, los tintes acabaron perentoriamente radicalizados, aumentando la disidencia que desafiaba el encubrimiento que parecía impuesto desde Roma. Desde esa perspectiva, las filtraciones a los medios de comunicación pasaron a convertirse en la tónica habitual para dejar en evidencia tan insólito desacuerdo. “Si son reales, podrían estar más cerca de Dios que nosotros y guiarnos”, aseveraba a finales de los años setenta el dominico español Antonio Felices en una alocución radiofónica. La relación entre ángeles y extraterrestres, cuestionada casi siempre desde portavoces ligados a la Compañía de Jesús, arrancó justo en aquellos momentos. La propia figura de Cristo tampoco escapó del escrutinio crítico. De visitante espacial en los años 80, pasó a ejercer de redentor cósmico en apenas una década, generando nuevas e irresolutas especulaciones. Un Sacerdote jesuita, en una conversación sostenida en 1996 con varias agencias de noticias, planteaba abiertamente la posibilidad de que en cada posible mundo habitado hubiera residido un salvador y que esto sería motivo para impulsar el contacto con entidades extraterrestres a fin de averiguarlo. Cabe señalar que los denominados jesuitas suponen un foco opositor a duras penas controlado por el colegio cardenalicio. En tal sentido, hace más de 30 años los rumores empezaron a propagarse unos cuantos grados más en la escala. La información acerca de un equipo de sacerdotes jesuitas que buscaban la manera de catequizar a los extraterrestres en unas instalaciones ocultas en Estados Unidos saltó a las páginas de la prensa más sensacionalista. Al mismo tiempo, se pretendía con su ayuda la obtención de pruebas que evidenciaran la existencia de Dios. Si de controvertida se calificaría esta información, el discutido “Informe Cooper”, un texto que expone las acciones del mítico comité Majestic-12, desataría mayores polémicas. De acuerdo con su contenido, el gobierno norteamericano con el presidente Eisenhower al frente pidió consejo al Vaticano en 1956 sobre la procedencia de los OVNIS. En resumidas cuentas, temían que las naves extraterrestres y sus pilotos fueran “divinos”, con las consecuencias que acarrearía su persecución. Por tal motivo el gobierno norteamericano decidió darle intervención en el tema de los OVNIS a las más altas instancias eclesiásticas. Desde entonces, todas las acciones encaradas para establecer contactos con seres de otros mundos deberían ser aprobadas por el mismísimo Papa, tras consultar el dictamen de los expertos. Es una constante conocida que el Vaticano suele abordar los temas particularmente conflictivos a nivel mundial mediante comisiones que se reúnen en el mayor de los secretos a espaldas de la humanidad. ¿El mutismo persistirá? Ya no quedan dudas acerca de lo que significa El Vaticano como fortaleza inexpugnable de protección para la información sobre temas escabrosos que, según ellos, podrían vulnerar en gran medida la sensibilidad de las personas. De hecho mucha gente en el mundo no cree ni acepta la posibilidad de que exista vida inteligente en otros planetas y que seres extraterrestres puedan llegar hasta nosotros en sus naves pero sí acatan con total convicción el texto de la Santa Biblia que está plagado de mensajes de un ser que, supuestamente, se encuentra en los cielos, mucho más allá del resto de los mortales. El escritor peruano Eric Frattini, autor del libro Secretos Vaticanos afirma: “Para la iglesia católica, aquello que no es sagrado es secreto”. “Y como aparato gubernamental tiene también sus fallas”. No debería sorprender que, durante el papado de Juan Pablo II, los sótanos de la biblioteca del Vaticano se abarrotaran de informes concernientes a la actividad OVNI. Estos informes procedían de reuniones confidenciales, previo escrutinio de la Comisión Teológica Internacional. En tiempos más actuales se acentuó aún más el hermetismo del Vaticano en cuanto a la confidencialidad de las informaciones relacionadas con los extraterrestres, ya que un Papa ostentó hasta su nombramiento la presidencia de la Comisión Pontificia Bíblica y, desde 1981, compartió la prefectura de la Congregación para la Doctrina de la Fe, lo que antiguamente se llamó Inquisición, cuya principal misión se centra en controlar las disidencias internas. Esta peculiar aglutinación de poder recayó en el cardenal Joseph Ratzinger, quien dejó patente un celo francamente extremista en su labor. Con monseñor Ratzinger elevado al papado bajo el nombre de Benedicto XVI, apenas puede extrañar el carácter altamente restrictivo con que se trata todo lo relacionado al fenómeno OVNI. De hecho, el sitio oficial de Internet del Vaticano dispone de un verdadero muro electrónico en el apartado de “archivos secretos” que impide cualquier consulta. Por añadidura, aquellos documentos más comprometidos ni siquiera constan en los principales apartados. El Vaticano, con Benedicto XVI como Papa trató permanentemente de aislar los aspectos teológicos de otros más inmediatos. Téngase presente, por evocar un caso concreto, el bloqueo informativo que el mismo Benedicto XVI efectuó sobre las predicciones de la Virgen de Fátima y sobre las especulaciones suscitadas. Con todo esto, las esperanzas de obtener una mayor trasparencia en temas relacionados con el fenómeno OVNI se verán sumamente recortadas. Minimizadas igualmente serán las posibilidades de encontrar declaraciones puntuales de sacerdotes investigadores sumamente versados en la materia. “Los OVNIS y los extraterrestres son reconciliables con Dios”, sentenció hace algunos años el demonólogo y exorcista Corrado Balducci, amigo personal de Juan Pablo II, en la televisión italiana y previamente en el diario Times, y agregó que de ser los extraterrestres superiores a los humanos, en absoluto eso generaría dudas sobre las enseñanzas de la cristiandad. En tanto Michael Wolf en su obra “Cazadores del cielo” afirma que “No hay duda de que el Vaticano está muy preocupado por el tema porque, de confirmarse la existencia de inteligencias extraterrestres, acabarían obligados a actualizar su doctrina para los años venideros”. Sean o no los OVNIS materia de fe, afortunadamente pueden analizarse aún desde puntos de vista netamente objetivos. Solo resta dilucidar si el nuevo rumbo tomado por la Iglesia continuará como hasta ahora o comenzará a tener una visión más amplia del tema, acorde al mismo tiempo con la lógica racional y el bienestar espiritual que produce la verdad en todas las personas del mundo. Fuente: Planeta Oculto
Posted on: Wed, 03 Jul 2013 21:05:16 +0000

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