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Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Miércoles 30 de octubre de 2013 IMPACTO AMBIENTAL Una mirada al espejo nigeriano Juan José Morales Los comentarios que se hicieron en un panel del Festival Interna-cional de la Cultura Maya sobre los riesgos ambientales, sociales y de otro tipo que presentaría la explotación petrolera en el norte de la pe-nínsula, me hizo reflexionar sobre el hecho de que Pemex, nuestra em-presa petrolera, ha sido responsable por muchas décadas de serios problemas de contaminación en Tabasco, donde arruinó terrenos agrícolas, campos ganaderos, bancos productores de ostión y otros sitios, en perjuicio de incontables campesinos, ganaderos y pescadores. Pues bien, si todo eso ha ocurrido y en buena medida sigue ocu-rriendo pese a que Pemex es una empresa propiedad del Estado, bajo control gubernamental, sobre la cual las autoridades tienen control di-recto, y que por tales razones puede ser sujeta a estrictas regulaciones, es fácil suponer cuál sería la situación si se abren las puertas a las grandes petroleras transnacionales, como Shell, Exxon y demás. Sencillamente, ocurriría una verdadera catástrofe ambiental, pues a esas compañías las guía única y exclusivamente el afán de obtener las mayores ganancias posibles en el menor tiempo posible y les importa un bledo que puedan arruinar la agricultura, la pesca o la ganadería en los países donde operan, ni les importa tampoco la salud y el bienestar de sus habitantes. Un buen ejemplo de ello es el caso del delta del río Níger, en Nigeria, una región de 700 mil kilómetros cuadrados —más de un tercio de la superficie de México— con 31 millones de habitantes. Los campos petroleros del delta, manejados por la transnacional Shell, han dejado 600 mil millones de dólares de ganancias en los últimos 50 años. Pero los beneficiarios de esas utilidades han sido los accionistas de la empresa y los políticos nigerianos. Para los habitantes del país, y en particular los moradores del delta, lo único que ha habido es cada vez mayor pobreza. En 1980, el 28% de la población de Nigeria estaba en condición de pobreza. Veinte años después, en 2000, el 66% ya se hallaba en tal situación. Tan impresionante aumento en el número de pobres fue producto de la espantosa contaminación ambiental y la consecuente destrucción de los recursos naturales que eran la única base de la economía y la alimentación de la mayoría de los nigerianos. Y esto no lo dicen ecologistas radicales, sino el Programa del Medio Ambiente de la ONU (PNUMA), que en 2011 entabló un juicio contra la Shell acusándola de haber estado contaminando gravemente durante décadas la zona del delta, dejando a la población sin recursos para sobrevivir y en dramáticas condiciones de vida, ya que los contaminantes petroleros ocasionan muertes prematuras, leucemia, malformaciones y otros graves problemas de salud. Los análisis presentados como prueba durante el juicio, demostraron que la contaminación superaba en 900 veces el nivel máximo permitido según las normas de la Organización Mundial de la Salud. Tan sólidas y contundentes eran las pruebas, que Shell fue condenada a rehabilitar las tierras y aguas dañadas por sus actividades y compensar a la etnia ongoni, que habita la región del delta, con mil millones de dólares. Esta es la hora, sin embargo, que la petrolera no paga un centavo ni realiza una sola obra de restauración de daños. Sobra decir que el gobierno nigeriano tampoco mueve un dedo para obligarla a cumplir el fallo. Dicen que para muestra basta un botón, y creo que es suficiente mirarnos en el espejo de Nigeria para prever lo que nos ocurriría si el PRI y el PAN se salen con la suya y, mediante la llamada reforma energética, le abren las puertas de México a las transnacionales petroleras. Comentarios: [email protected]
Posted on: Thu, 07 Nov 2013 17:52:34 +0000

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