ROBERT WALSER En el tranvía ... Y es que uno se aburre un poquito durante esos trayectos, que a menudo le exigen veinte o treinta minutos, o incluso más. ¿Y qué se hace para procurarse cierta distracción? Se mira al frente. Mostrar con gestos o con la mirada que se está algo aburrido proporciona un curiosísimo placer. Ora se estudia el rostro del cobrador de turno, ora se da por satisfecho con la sola mirada perdida, vacía, al frente. ¿No es hermoso? Ora una cosa, ora la otra. Debo confesarlo: en la técnica de mirar de frente he alcanzado ya una cierta perfección. Si ha terminado con este pequeño ejercicio, quizás pueda uno permitirse echar un pequeño vistazo a su alrededor. La mirada vaga por el interior del tranvía, se desliza por bigotes poblados y colgantes, por el rostro de una mujer vieja y cansada, junto a un par de ojos juveniles y pícaros de una muchacha, y así hasta que uno se harta del estudio de lo cotidiano y empieza lentamente a contemplar su propio calzado, que necesita urgentemente de un remiendo. Y van sucediendo nuevas paradas, nuevas calles, y se cruza por puentes y plazas, se pasa por los grandes almacenes, y sigue lloviendo, y uno sigue haciendo como si se aburriera una pizca y sigue pensando que eso es lo más apropiado...
Posted on: Sat, 17 Aug 2013 17:30:32 +0000
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