Rafael Núñez (1825 - 1894) Que sais-je? Est quaedam fiere voluptas. Ovidio El corazón del hombre es un arcano Inescrutable, imagen del Océano, Laberinto sin lÃmites ni fin; Ayer gozó y hoy sufre; ayer lloraba, Y donde el yermo del dolor miraba, Hoy encuentra un jardÃn. Esta es la ley: la ley a que obligados Todos vivimos, buenos y malvados, El niño, el viejo, el hombre, la mujer; El vasallo y el rey, el opulento Y el proletario, el de saber sediento Y el harto de saber. El dolor que en el alma halla cabida, Pierde al cabo su espÃritu homicida Y cesa de ofender como dolor; Y no hay de goce bulliciosa fuente Que no agote o desvÃe indiferente El tiempo volador. ¿Es esto un bien o un mal? ¡Oh! yo he pensado En ocasiones que uno mismo el hado Es de todos aquÃ; que no es verdad Que con la dicha priven los felices, Si del destino en todos los matices Existe la igualdad. En balde el hombre la intención concibe De mejorar su suerte, piensa, escribe, Descuaja montes, profundiza el mar; Porque siempre la ley de la armonÃa Hace que toda causa de alegrÃa Lo sea de pesar. El aloe es amargo y oloroso; El opio, que a los miembros da reposo, También lleva el delirio al corazón; El hierro que extermina también crea; Aurora a veces es la infanda tea Que enciende la ambición. A la abeja que almÃbar nos procura, A un tiempo con la cándida dulzura Su ponzoña le vemos infiltrar; El viento que nos lleva hacia otros mundos, Nos sepulta también en los profundos Osarios de la mar. El Nilo al desbordar fecunda y tala; Como la Pitonisa, el genio exhala Parte de su existencia al trasmitir La creación que su mente ha concebido; Y cuántos ¡ay! la muerte no han sufrido Por la verdad decir. Ignoro si mejor es el verano De la existencia que el invierno cano, Ser titán o pigmeo, hombre o mujer; Si es mejor ser humilde que irascible; Si es mejor ser sensible que insensible, Creer que no creer. No sé si deberemos dar gemidos Cuando vemos en momias convertidos Los Ãdolos de nuestro ardiente afán; Ni sé si es egoÃsmo el sentimiento Que nos hace sufrir en el momento Que eterno adiós nos dan. Ignoro si el azote de la guerra, Como las tempestades, en sà encierra Elementos de bien bajo su horror; Si las hordas de Atila prepararon A las mismas comarcas que asolaron Un destino mejor. Asà como el laurel el rayo atrae, sobre la gloria la centella cae de la envidia encubierta y suspicaz. Aquél de triunfo emblema fiel ha sido; Mas, a pesar del rayo, ¿quién ha huido De ti, Circe falaz? No sé si lo que llaman heroÃsmo Es virtud, embriaguez o fanatismo, Odio, ambición, delirio, saciedad... En la noche que forman las pasiones, No alcanzo de mis propias emociones A saber la verdad. El insecto coral labra su ruina, Al elevar el suelo que hoy domina El hombre y el océano ayer cubrió; El ensueño del áureo vellocino Dio principio a la ciencia del marino, Que nunca lo encontró. A la cizaña el trigo anda mezclado; Asà unidos, el riego y el arado Los hacen de la tierra producir, Y, cuando la estación propicia llega, Juntos y a un tiempo el labrador los siega Su hoz al esgrimir. Asà ¡oh dolor! no sé cómo llamarte, Aunque mi corazón tu espada parte En mil pedazos al cebarse en él. No sé si de la vida en el abismo Son en definitiva un jugo mismo El néctar y la hiel. No sé si la ignorancia y la pobreza Dan al pecho del hombre más tristeza Que el influjo del oro corruptor; Si es la ciencia dudosa que aquà hallamos Escala vacilante en que pasamos De un error a otro error. Ignoro si el veneno de locusta SerÃa en el ansia de congoja adusta Para el pecho dulcÃsimo cordial; Si es más fuerte el que lucha con sus penas Que el que quiebra de su hado las cadenas A un golpe de puñal. El llanto en ocasiones es dulzura, La sonrisa repliegue de amargura, Sarcástica blasfemia la oración, Aureola el estigma de un suplicio, Implacable tortura el beneficio, Plegaria la canción. A veces avaricia es la largueza, Reserva y disimulo la franqueza, La inocencia y candor, malignidad; El intrépido arrojo, cobardÃa; La prudencia, denuedo y osadÃa; impiedad la piedad. No sé lo que deseo, lo que busco; A veces con la luz misma me ofusco, A veces en tinieblas veo mejor; A veces el reposo me fatiga; Cuando me muevo, a veces se mitiga De mi sangre el hervor. ¡Oh confusión! ¡Oh caos! ¡Quién pudiera Del sol de la verdad la lumbre austera Y pura en este limbo hacer brillar! De lo cierto y lo incierto ¡quién un dÃa, Y del bien y del mal, conseguirÃa Los lÃmites fijar!
Posted on: Wed, 07 Aug 2013 01:35:10 +0000
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