SIMPLEMENTE, DÉJATE AMAR” Hoy, Jesús reprende a dos ciudades - TopicsExpress



          

SIMPLEMENTE, DÉJATE AMAR” Hoy, Jesús reprende a dos ciudades de Galilea, Corozaín y Betsaida, por su incredulidad. Y es que a pesar de los milagros que realizó Cristo en ellas no se convirtieron. Corozaín y Betsaida somos también nosotros; Dios hace tantos milagros, tantas cosas buenas en nosotros… y sin embargo, cuánto nos cuesta agradecer, cambiar, crecer, pensar antes de actuar, ser honestos con nosotros mismos, discernir… Dice un conocido refrán: “No hay peor ciego que aquél que no quiere ver”. Más de una vez el Evangelio nos habla del rechazo hacia Jesús, ser despreciado por su propio pueblo fue para él causa de dolor e indignación: “Jerusalén, Jerusalén que matas a tus profetas y apedreas a quienes te son enviados” (Mt 23,37), “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron” (Jn 1,11), “Ustedes no me creen porque les digo la verdad” (Jn 8,45). Jesús se lamenta de la falta de fe de los judíos. ¿Estarían demasiado seguros de sí mismos? ¿Se habrían construido su propio mundo religioso olvidándose de Dios? ¿Se creerían dueños y conocedores de la verdad? Jesús nos invita a sincerarnos y a examinar hasta qué punto le dejamos abierta la puerta de nuestro corazón, si puede entrar, poner y quitar lo que quiera y cuando quiera, si puede ocupar todo el espacio o solo unos cuantos rincones; si puede disponer de nuestro tiempo, salud y fuerzas… Porque rechazarle no es solo decirle “no” sino también evadir sus propuestas, hacerle decir lo que no quiere, relativizar sus mandamientos, acomodar sus palabras según mi conveniencia, quedarme solo con lo que me gusta de él. Qué bueno sería llegar a la oración como una hoja en blanco y decirle: “Señor, aquí me tienes, escribe lo que quieras, me agrade o no, me cambie los planes o no, tú eres el autor y escritor de este obra… haz lo que te parezca” ¡Pero no! Nos sucede muchas veces como a Corozaín y Betsaida, y en vez de ayudar nos convertimos en estorbo pensando que podemos idear y escribir nuestra historia mucho mejor que el mismo Dios. ¿No será por eso que terminamos el día agotados? Vivimos como si la salvación del mundo dependiera solo y exclusivamente de nosotros… nos cargamos con cargas inútiles y ocupamos el lugar que solo le pertenece a Dios. ¡Ay de mí cuando no dejo a Dios ser Dios! Pero él está ahí para despertarnos y mover nuestro corazón hacia su misericordia. Cuánta paciencia, cuánta ternura y gracia derramada; aunque le neguemos mil veces él no nos niega, aunque le echemos lejos él no se aparta de nosotros, más bien, espera y llama a nuestra puerta (Ap 3,20). “¿Qué más puedo hacer por ti que no haya hecho?” ¡Gracias por dalo todo!: tu vida, tu cuerpo, tu amistad, tu pasión y tu cruz. Hoy, con una mirada de infinita misericordia nos dice: “Ven a mí, simplemente déjate amar y déjame ser Dios, el que todo lo puede, el que te ama profundamente”.
Posted on: Tue, 16 Jul 2013 15:48:01 +0000

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