Segunda entrega de mis experiencias con Antonio Pedro. Por Jorge - TopicsExpress



          

Segunda entrega de mis experiencias con Antonio Pedro. Por Jorge Moisés Hernández Aldana. El destino y la Providencia quiso que me encontrara con él fuera de sus presentaciones, esto ocurrió así; En la avenida de Puente de Alvarado esquina con Zaragoza en el D.F. existía un restaurante de Mariscos de Nombre Mandinga, un día caminando por ese lugar, me quedé petrificado, pues dentro del establecimiento estaba Antonio Pedro platicando con unas personas, entre las que reconocí al señor Luis García, (dueño del lugar, con el había compartido mesa en una de las presentaciones de Antonio Pedro). Pegué mi cara contra el vidrio del ventanal y les hice señas desesperadas para que notarán mi presencia y Luis García me indicó que me dirigiera a la puerta del restaurant, el cual estaba ya cerrado. Al principio, Don Luis me dijo sin reconocerme que el establecimiento ya estaba cerrado y que era una reunión privada por lo que no podía entrar; le recordé que semanas atrás habíamos compartido mesa en una presentación de Antonio, me reconoció y me dijo que esperara y se acercó a Antonio Pedro, quien asintió con la cabeza y fue hasta entonces que Don Luis me permitió entrar, me sentó en una mesa y me dijo que Toño en unos momentos me atendería. Ahí estuvimos platicando más de una hora y le conté un sueño que tuve hacía más de cuatro años anterior a conocerlo físicamente. En ese sueño veía la televisión y anunciaban a Pedro Infante, ( tal vez como recuerdo de aquel programa de Sube Pelayo Sube que vi en 1972) y el que salía era un hombre viejo y me sentía ofendido por pretender que ese viejito era Pedro Infante, pero como te digo ese fue un sueño cuatro años antes y el sueño se hizo realidad, ahora estoy convencido que fue una premonición. Estuvimos hablando (o más bien yo hable por espacio de una hora), le comenté también todo lo que lo admiraba, que cuando dieron la noticia de su muerte tenía yo 12 años y había escuchado en la radio que corrían rumores que Pedro Infante no había muerto, y yo me sentí contento de que pudiera ser cierto, le dije que yo había crecido escuchando sus canciones, las cuales hice mías y las entonaba para enamorar a mis novias y las entonaba para reconfortarme o para sufrir con ellas el desamor, el se sintió contento por mis palabras y me invito a que uniera al grupo de amigos a jugar cartas que era lo que hacían cuando los interrumpí, eso mismo hacían todos los martes por la tarde cuando se cerraba el restaurante. Nunca fui ni soy adicto al juego, pero con tal de estar cerca de él, acepté la invitación y ahí comenzamos a entablar amistad, pues a mí no me importaba perder o ganar, aunque para ser sincero, la suerte me sonreía y la mayor de las veces ganaba, en cambio a Antonio, pareciera que siempre la traía de espaldas pues casi siempre perdía. Cuando observaba que ya se iba quedando sin dinero, discretamente tomaba de mis ganancias y se las pasaba por debajo de la mesa para que pudiera continuar jugando, lo que me agradecía con la mirada y así comenzó a desarrollarse una bonita amistad con Toño.
Posted on: Wed, 14 Aug 2013 22:43:57 +0000

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