“…Tranquilo pibeeee…” Siempre me convoca, el amor, - TopicsExpress



          

“…Tranquilo pibeeee…” Siempre me convoca, el amor, siempre me convoca la emoción, siempre me convoca Domínico, para evocar aquél ayer que se vuelve hoy, nunca las cosas son como nos parecen ni cuando están pasando, ni en los recuerdos, porque las cosas son del color con que las pinta nuestra emoción, también considero que los recuerdos son cosas que nos están pasando cuando las recordamos, quiero decir que siempre la emoción ocurre ahora en nuestro corazón, ahora mismo, en este instante, es cuando somos felices o infelices cuando recordamos un hecho del pasado, seguramente el tiempo puede agigantar el recuerdo y potenciarlo tanto en su faz positiva como en su faz negativa, y la idealización de todo lo que nos está pasando, también lo agiganta, como de la misma manera ocurre con lo que estamos recordando. He notado que mucha gente prefiere recordar cosas buenas, y creo que eso es bueno sólo a medias, porque la vida está compuesta de los dos extremos, lo bueno y lo malo con muchos puntos entremedio, y recordar lo bueno y recordar lo malo, hace que lo bueno sea más bueno y lo malo sea más malo, pero lo bueno en un punto nos debilita, porque nos relaja, y lo malo en otro punto nos fortalece, porque nos pone en guardia, quiero decir, si un hombre de las cavernas por ejemplo salía de su cueva para cazar algún animal salvaje para comer, no solamente debía disfrutar de la caza, cuando obtenía su pieza, sino también disfrutar de las peripecias de la misma, que a veces implicaban cosas no tan buenas, de eso se trata la vida, de eso se trata el amor y de eso se trata también el odio, el amor nos eleva y nos sublima en el mejor de los ideales y el odio, de una manera controlada, claro, nos protege de quienes quieren hacernos daño. ¿Y por qué pongo el ejemplo del hombre de las cavernas?, lo hago porque considero que el hombre almacena filogenéticamente una información ancestral que viene precisamente de ese primer hombre que vivía en las cavernas, y ese proceso de desarrollo que lo llevó a ser lo que somos, está compuesto precisamente de eso, de las vivencias buenas y malas de los primeros hombres hasta hoy, para llegar a ser este hombre postmoderno de costumbres, (ethos) que son la ética de nuestras acciones, que abarca todo un abanico, desde lo bueno hasta lo malo. Y de lo bueno y de lo malo de Domínico habla este chico, que habla sobre lo que recuerda, este chico de diez años de nombre “Carlitos” que vive en la calle San Isidro 5291 de Villa Domínico, que está entre las calles Dante Alighieri y Patagones. Comencemos con lo bueno, era una día muy especial, mejor dicho una noche muy especial, pues se jugaba un partido de primera división de voley en el Sokol, club checoslovaco al que íba a jugar al voley, al fútbol y a hacer gimnasia con mis amigos “polacos”, así les decíamos los chicos criollos, a esos rubios hijos o nietos de checoslovacos, en realidad el dicho era despectivo y lo usábamos en las peleas solamente, digo despectivo, porque ningún checoslovaco acepta que lo llamen polaco, y es justo eso, tampoco un argentino se pone contento cuando en otros países lo llaman brasilero, por ejemplo, pero aparte de la confusión a propósito, de las nacionalidades para herir, había toda una cuestión histórica que separaba a los checos de los polacos, también ellos nos llamaban a nosotros en las peleas, “cabecitas negras” y tampoco nos gustaba, pero a decir verdad nos integrábamos todos muy bien la mayor parte del tiempo, tan es así que yo estaba federado como jugador de voley en la categoría cadetes, para la Escuelita Sparta, el otro club checoslovaco de Domínico (Este), y se iba a disputar un partido en la máxima categoría, entre La Escuelita Sparta y el Club Boca juniors, que jugaba de visitante, y el partido se realizaba en el Sokol, y allí fuimos todos a alentar a la Escuelita Sparta, nuestro equipo, contra Boca, yo contento porque siempre estuve contra Boca, ya que soy de River, recuerdo que estaba vestido con el clásico vaquero Far West con una polera tipo pulover, era invierno, de color verde con una banda amarilla en el centro del pecho, y como calzado llevaba unas pantuflas marrones, y recuerdo muy bien la vestimenta, porque tiene que ver con el hecho o la anécdota que hizo que quedara fijada en mi mente para toda la vida, ocurrió que en un momento del partido en una rotación, el técnico de nuestro equipo tuvo que hacer un cambio estratégico sólo por un saque, en un momento de la rotación, y decidió que entre yo, y así como estaba no había tiempo de cambiarme, tampoco tenía yo ni el bolso, ni la ropa deportiva, entonces me llama y me dice “Pibe, entrás por un saque, así que tené cuidado y presta atención, cuando hacen el saque ellos”, me dan la camiseta de la Escuelita que me pongo sobre la polera, y entro así como estoy vestido, en un partido de primera y contra Boca Juniors!!! nada menos, que tenía grandes jugadores, me pongo en el lugar que me toca a la derecha del fondo, y siento una voz de un “polaco” de los grandes, tendría treinta años y yo quince o dieciséis, “…Tranquilo pibeeee…”, y todavía resuena en mis oídos, ese sonido checo, que parece hoy celestial, de una voz eslava que venía como del fondo de la historia, y es sin duda todo un acontecimiento positivo de mi vida adolescente en Villa Domínico, muchas veces en mi vida ante situaciones difíciles, me pareció escuchar ese “Tranquilo pibe” que me tranqulizaba. Y debo ahora mencionar uno negativo para equilibrar los sentimientos y no perder el sino de la presente, y como de “polacos” de Domínico estamos hablando, sólo mencionaré el que para mí fue el peor de todos, Franto o el mal (Francisco Blaa), el que me tiraba cascotes y hasta ladrillazos cuando tocaba la trompeta, uno casi le da a mi hermana Bety en el patio interno colorado de mi casa, y se dice que mató al perrito negro de mi mama, con la puerta de su casa ahogándolo, y que me robo y dobló la trompeta con la rodilla para romperla… “…Tranquilo pibeeee…” Carlos Sueldo.
Posted on: Sun, 01 Sep 2013 07:50:51 +0000

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