Trazos de Pasion (Quinta parte) Entonces reaccioné y salí - TopicsExpress



          

Trazos de Pasion (Quinta parte) Entonces reaccioné y salí corriendo de la cocina. Corría tan aprisa como mis piernas me lo permitían, aun cuando había perdido de vista la casa. Me quedé anonadado con las cosas que venían a la cabeza y que me descomponían con solo pensarlo. Me quedé muy preocupado, así que decidí ir al día siguiente a la casa del señor Miralles, a ver cómo estaba el panorama. No pude dormir, estaba muy nervioso por lo ocurrido y no sabía cómo podría reaccionar el marido al verme; me fui a vestir y empecé andar a hasta llegar a la casa del señor Miralles. Cuando llegué, tenía temblores, estaba indeciso, no sabía si tocar el timbre o no, me sudaban las manos, me faltaba el aire; pero cuando me decidí a tocar el timbre, abrió la puerta una de las sirvientas y me dijo muy alterada: -Por favor, váyase usted de aquí, no complique más las cosas, que se van a empeorar si el señor lo ve aquí. Yo me negué, quería saber cómo estaba la señora, no me podía ir sin saberlo, la cogí del brazo y le dije: -Por favor, míreme cómo estoy. No puedo dormir, no puedo pensar, si no es en ella. Dígame lo que ha ocurrido ¡dígame algo o me volveré loco! Cada vez la agarraba más fuerte hasta que vi su cara de angustia y la solté. La chica se quedó agarrotada, no sabía qué hacer, soltó una bocanada de aire y me dijo: -Mire, yo no quiero problemas con el señor Miralles, así que lárguese o llamo a los de seguridad. Como no pude sonsacarla nada, me fui muy desconsolado. No sabía qué hacer, empecé a escuchar una voz muy lejos, gritando mi nombre. Era una de las sirvientas corriendo hacia mí, me paré y esperé a ver lo que quería. Gritó ella: -¡Señor Fabio, señor Fabio! ¡Espere!- cogió un poco de aire la muchacha y me dijo- yo estaba delante, sé todo lo ocurrido y esto es lo que pasó- la paré un instante y le dije: -Espere. Mejor quedamos en algún lado y me cuenta todo lo ocurrido. Este lugar no es seguro. Ella aceptó sin ninguna duda, se la veía muy segura de sí misma. -Quedamos a las cinco en el Buen Aire ¿qué le parece? Ella aceptó, yo estaba deseando que fueran las cinco, aunque por otra parte me daba miedo saber lo ocurrido. Esperé hasta las cinco de la tarde tumbado en el sofá. Las preguntas y las respuestas volaban por mi cabeza: ¿Estaría muerta? Es posible. ¿Qué haría después? Es difícil acusar a alguien de asesinato... y más cuándo esta persona tiene mucho dinero. ¿A quién iban a creer? Yo sólo era un pintor de poca monta. Lo más posible es que la policía pensase que quería quitarle el prestigio al señor Miralles y salir en primera plana, y así dar una buena publicidad de mis obras a raíz de la catástrofe. En cierto sentido pensaba en tal beneficio, pero la imagen de aquella mujer muerta, con un tiro en la cabeza, no me dejaba respirar tranquilo. Todas aquellas preguntas tendrían su respuesta a las cinco. Salí de mi casa con una lentitud sombría. El camino probablemente fue el más largo y tormentoso de mi vida. Cada mujer que pasaba por mi lado, evocaba la preciosa mirada de ella. Ella.... Ni siquiera sabía su nombre. ¿A qué punto ha llegado mi vida? La muerte de una chica que no conozco por culpa de ese instinto primitivo y brutal. Ese instinto que nubla la mente y estimula el cuerpo. Tampoco entendía cómo alguien podía matar a su pareja. Estaba plantado enfrente del Buen Aire (bonito nombre para tal situación). Abrí la puerta y busqué con la mirada a aquella criada. El bar era muy ruidoso y se veía gente jugando a las cartas, mientras gritaban como locos. Nada, ni rastro de la criada. Pregunté al camarero por una mujer con sus características y me dijeron que no había pasado nadie por allí con ese aspecto. Pedí una mesa lejos del barullo y esperé. Habría esperado lo que hiciese falta, aunque se hubiese hecho de noche. Pasados quince minutos, tuve la mayor revelación de mi vida. Mi corazón estaba a punto de estallar de la emoción y la conmoción. Por la puerta entró ella, con su prestigiosa forma de vestir y su belleza incalculable. No podía ser, tal vez me pasé tomando whisky... Pero no, era totalmente real. Se acercó a mí y se sentó a mi lado. Con una mirada profunda, de esas que dicen mucho, sonrió. -Hola Fabio. -Ho... hola...- estaba muy nervioso y no podía articular bien las palabras. -Tranquilo, sé que te resulta raro.... -Pensé que estabas muerta... ¿Es esto una broma?- empezaba a ponerme tenso -No, no es ninguna broma..... Deja que te lo explique. Verás, es largo y espero que no te resulte aburrido. ¿Podríamos ir a tu apartamento? Aquí hace demasiado ruido. -Vale, pero espero que esto no lleve a más problemas. Ni siquiera sé tu nombre... -Tranquilo Fabio, te darás cuenta de lo que estamos exagerando. ¡Ah! Mi nombre es Aydala. En mi vida había escuchado tal nombre. Sonaba original y precioso. Llegamos a mi casa. Estaba muy desordenada e incluso juraría que olía mal. -Espera, voy a encender alguna vela aromática. Realmente fui a tener un tiempo de reflexión. No sabía lo que estaba pasando y debía ser consecuente con lo que iba a decir. Tal vez esto sería una especie de juego o de complot extraño. Las cosas empezaban a tener cierto sentido y las respuestas iban formulándose por sí solas. -Fabio, estás tardando mucho...... ¿Estás bien? -Sí, ya voy. Me acerqué lentamente y vi cómo observaba la estantería de libros que tenía. -Anda, Fabio. Tienes un buen gusto para la literatura... Este libro me gustó mucho, Un mundo feliz. -Sí, es un buen libro. Aún no lo acabé. Por favor, dejémonos de tonterías y cuéntame qué ocurre. -Está bien. Acércate, sentémonos en el sofá Me acomodé, pero me puse distante. -Mira, todo empezó con la idea de mi marido de comprar cuadros de pintores desconocidos. Realmente es un apasionado de este mundo. Nada más conocerte y hacer el trato, me habló de tu situación. ¿Sabes a quién me recordaste? A él cuándo le conocí. Un pintor humilde y con ganas de evolucionar. Un pintor que hacía arte por amor al arte. Me sacaba unos cuantos años, pero me enamoré de él. Tan vivo, tan emprendedor… Con el paso de los años fue corrompiéndose por culpa del círculo de artistas en el que se metió. Pasó de hacer cuadros a hacer bolsas de dinero. Ya no le importaba la calidad de sus cuadros ni lo que transmitiesen. Sólo le importaba el dinero, el prestigio... Yo intenté adecuarme a su tipo de vida. Pero era totalmente infeliz... Hasta que apareciste tú. Todo lo que amaba de él, empezó a relucir de nuevo en ti. Me disculpo por mi actitud lasciva, no podía remediarlo. Tenía ganas de poseerte, de besarte, de amarte.... No quería que cayeses en el mismo camino que mi marido, me negaba. Empecé a sentirme aliviado y para qué engañarnos, yo también la amaba. Era preciosa, sensible.... Según hablaba, no pude resistirlo más y me acerqué. Me puse a besarla de forma brusca. Ella se retiró, me miró por un momento y empezó a besarme. La empecé a quitar la ropa, y mientras ella empezaba a besarme en el cuello, yo le tocaba los senos. Empezó a gemir de una forma dulce y yo empecé a excitarme demasiado. Nos levantamos mientras ella me quitaba los pantalones y la empotré contra la pared. Como ella dijo, empecé a dibujar caricias de amor por su cuerpo. La humedad de mi lengua inundaba cada rincón de su cuerpo mientras ella gemía de puro placer. Finalmente, me quité toda la ropa, y ella, con una voz tremendamente apasionada, dijo: -Házmelo. Fue la hora más preciosa de mi vida y espero que la suya también. Cuándo terminamos, nos tumbamos en mi cama. Ella acariciaba mi piel, mientras yo besaba su espalda. -Fabio, eres magnífico... (continuara......)
Posted on: Thu, 29 Aug 2013 00:53:24 +0000

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