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Un día en la Alhambra de Granada. (De mi novela "Bellezas de España") Todos los que ponen sus pies en Granada llevan en su mente el sueño de la Alambra, porque la Alambra es un sueño, una ilusión, un paraíso que los ojos humanos no podrán encontrar jamás en ninguna otra parte, pues sin ser mejor es diferente y superlativo en todos sus confines Llegamos, pues, a la Alambra en una de esas mañanas bordadas de luz. Después visitaríamos la Catedral y otros muchos monumentos que, cual flores de vistoso color se esparcen aquí y allá. Aquí es palpar la materia inmaterial de los sueños, es tocar el cuerpo incorpóreo de un néctar que se derrama en un cuento de hadas para deleitar el pensamiento y despertar la mente. La Alhambra, aquel antiguo monte umbrío donde en el ocaso de su poder construyeron los reyes moros antes de inclinar sus coronas ante el Rey de España. Ahora, desde aquí, estimados lectores, avivad vuestra fantasía para ver transformada esta umbría colina en el néctar de la felicidad. Comenzamos a caminar entre bosques de árboles y mirtos que van jalonando los senderos que se pierden entre fuentes y surtidores que manan a uno y otro lado de los barrancos y las laderas. Alfombras de flores a uno y otro lado. En medio de un aroma suave, dulce, arrullador contemplábamos las petunias, peonisas, campanillas, buganvillas, rosales, y otras muchas flores cuyo nombre no puedo abarcar. A lo lejos, abajo, la bella panorámica de los caseríos granadinos que, cual amantes y admiradores se extienden a sus pies. Volteando un poco hacia la derecha se ven la alcazaba y la torre de la Vela, unas construcciones muy antiguas cuya leyenda de sultanas y príncipes se aleja muchos siglos atrás. Nos llegamos luego hasta los Baños Reales, donde esos reyes tenían el derecho exclusivo e intransferible de tomar el sol todo el día El Palacio de Carlos quinto, donde haces de luz penetran por sus ventanas, dejando ver el patio de los leones que sostienen una amplia fuente. Desde aquí también se ve la torre de las cautivas, las hijas del sultán moro, y las fuentes del Generalife. Todo esto está plagado de romances y leyendas de amoríos. Los Jardines del Parral o Partal, que se extienden a sus pies en medio de altos álamos y flores. Ahora damos un pequeño paseo y nos encontramos con la maravillosa vista del Albayzin salpicado de cármenes y otras fuentecillas del Darro. Dar al Horra, que en sus tiempos ha sido residencia de las sultanas, hoy rodeado de melancólicos cipreses y jardines con terrazas. Aun parece escucharse el jolgorio de aquellas nocturnales que los amantes cantaban a las sultanas que envueltas en sus sabas podían verlos desde sus rejas. Allá a lo lejos se ve la gran Sierra Nevada donde sus nieves se van perpetuando de año en año sobre su cresta blanca para dar a Granada la mejor agua fresca y natural que hay en el mundo. Entre senderos de bojes y fuentecillas que manan claras y limpias vamos paseando hasta llegar a un restaurante donde huele que alimenta. Reservamos nuestra mesa y allí comimos mientras seguíamos contemplando desde la ventana los nenúfares y líquenes que se mecían sobre las aguas que van al río Ahora es la hora del café. Unos cantores con sus acordeones y guitarras se nos acercan y tocan entre bordones algunas canciones para agasajarnos. Luego se van a otra estancia, para luego salir entre los senderos que van al Alcázar para amenizar la tarde. La tarde caía. También nosotros debíamos irnos porque había muchas cosas más que ver. Es que Granada es la cuna de tantas maravillas que se necesitan varios dias para poder ver parte de su actual esplendor heredado de tiempos pasados. De granada nos vamos a Toledo, una de las capitales mas antigua de España. Desde que Tito Livio escribiese las hazañas de Marco Fulvio cuando conquistó a Toledo, allá en los tiempos perdidos antes de nuestra era, atónito ante la belleza de estos paisajes y el valor de sus moradores, escribió: Toletum, ibi, parva urbs erat, set loco munita…y han transcurrido mas de dos mil años. Poetas, arqueólogos, historiadores, teólogos, filósofos, y todas las ramas del saber partían entonces de este bello rincón de España... Aunque debo decir que aun no se ha descifrado el palimpsesto de sus tantas y cruzadas civilizaciones. Hay varios miradores en la ciudad. En uno de ellos se sentó el Barbero del Barça para fotografiar tanta belleza. De cuando en cuando suben al cielo cimborrios y agujas de templos que han levantado la fe férrea de los españoles. Esos españoles que dejaron su fe en huellas indelebles por todo el mundo hispano parlante. El Barbero nos propone recorrer sus barrios fuera del tráfago mundano en la silenciosa y plateada noche... Nos vamos hasta la puerta vieja de la Bisagra. Aquí veo al Barbero haciendo sus cálculos. Tanta admiración llamó mi atención y le pregunto en que piensa. -Pienso ; dice, en lo bien repartidos que han sido en este edificio los mementos flectores, pues es casi imposible que esta mole se derribe. Como yo no entiendo de mementos flectores le dejo solo y me voy hasta la Puerta del Sol. Se llama así porque en sus almenas luce siempre el sol, al menos que las nubes lo tapen. Continuará
Posted on: Wed, 07 Aug 2013 11:28:57 +0000

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