Un hombre vino a verme en Londres. Estaba muy perturbado . Había - TopicsExpress



          

Un hombre vino a verme en Londres. Estaba muy perturbado . Había asistido a varias conferencias que yo había ofrecido, y quería un consejo. El visitante era de una tienda de víveres en un poblado del sur de Inglaterra, y hasta ese momento no había tenido competencia. Pero ahora una de las grandes cadenas del ramo se disponía a abrir una tienda justo frente a la suya, en la calle principal y el hombre era presa del pánico. Su padre y su abuelo habían atendido el negocio antes que él, y él había pasado toda su vida en esa tienda, en cuyo piso superior vivía. No conocía ningún otro oficio. Me dijo: “ ¿Cómo puedo yo competir con ellos? Estoy arruinado”. Le respondí: “Usted lleva varios años estudiando la Verdad y conoce la Gran Ley. Usted sabe de dónde vienen sus suministros. ¿ Por qué asustarse?”. Dijo: “Debo hacer algo”. A lo cual repuse: “ Diríjase a su tienda todas las mañanas y bendígala, afirmando que el Poder Divino obra en ella para otorgar gran prosperidad y paz a todos los interesados”. El hombre movió la cabeza en señal de aquiescencia. Agregué: “Luego salga a la acera y observe el lugar donde levantan la nueva tienda, y bendígalo de la misma manera”. “¿Qué? ¿Cortarme yo mismo el cuello?-casi gritó el hombre-¿ Debo ayudarlos contra mí mismo?”. Le expliqué que lo que bendice a uno , bendice a todos, que el tratamiento es creativo , que permite un mayor negocio – una mayor prosperidad – y que lo único que podía arruinarlo era su propio temor. Le dije que en realidad estaba odiando a su competidor ( a través del temor) , que su odio podía destruir y que bendecir al “enemigo” era la forma de librarse del odio. Terminé diciendo: “ Usted no se puede cortar usted mismo el cuello con la oración: sólo puede mejorarlo todo”. Me tomó algún tiempo persuadirlo, pero al fin comprendió la idea y la llevó a la práctica. Cuando volví a verlo, varios años después, me dijo que su negocio había prosperado más que nunca desde que la tienda de la cadena había abierto sus puertas, y que a ellos también parecía irles bien. Era un hombre próspero y tenía paz. Eso es lo que Jesús quiso decir cuando ordenó: “Amad a vuestros enemigos”. Amen
Posted on: Tue, 17 Sep 2013 18:50:56 +0000

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