Un sueño. Por un momento me pareció recorrer con - TopicsExpress



          

Un sueño. Por un momento me pareció recorrer con perfecta claridad aquella tarde, las luces ya estaban apagándose, pero igual seguimos caminando con mi buen amigo Juan, por uno de los infinitos paseos allá en el reino de Dios. Estabamos tan felices. Puesto que habíamos progresado mucho, conocíamos gran parte del evangelio de Dios ahora era necesario ponerlo en práctica, venir a la tierra. Hacia un tiempo atrás dos de mis amigos mas queridos habían partido hacia la tierra y ese día me iba a enterar que ellos serian mis padres. La preexistencia había terminado para Juan y para mí, al terminar esa noche y salir el sol tendríamos cuerpos terrenales. Te das cuenta, me dijo Juan – podríamos sentir y conocer aun más, Podríamos ser semejantes a nuestro Padre Amado. Eramos tan amigos con Juan. Habíamos recorrido juntos todos los caminos de la preexistencia y ahora juntos también íbamos a partir. Caminábamos alegres cuando de pronto nos entregaron dos sobres perfectamente inmaculados, nos miramos a la vez, casi sin darnos cuenta unas lagrimas se estaban asomando, ambos sabíamos de antemano lo que estos sobres significaban y todavía no teníamos el valor necesario para abrirlos, corrimos hasta llegar a un lugar sereno, cerca del mar y rodeado de arboles. Allí lo abrimos con voraz entusiasmo y empezamos a leerlo, no sé cuanto tiempo estuve leyendo la carta, supongo que mucho, porque cuando alce la cabeza era ya una noche oscura, pero estaba tan contento que no repare el tiempo. Mis padres, aquellos dos grandes amigos que habían partido tiempo atrás, iban a aceptar el evangelio al poco tiempo de yo llegar a la tierra, tendría el evangelio de Dios en la nueva vida. Mi corazón estallaba emocionado por esta y otras bendiciones, me iba a ser fácil presumía yo, volver a mi familia celestial ya que mi nueva familia en la tierra me enseñaría acerca de Dios. ¡Que hermosa bendición!!. Cuando salte para contárselo a Juan, el ya no estaba. Corrí desesperado, temí que algo malo le hubiera pasado, seguí corriendo hasta que unos sollozos hicieron distraer mi atención y allí estaba Juan, inclinado entre unas rocas llorando, no podía entenderlo, yo estaba tan feliz con la nueva vida que se me prometía y mi buen y querido amigo estaba tristemente llorando. Sin decir una palabra pase una mano sobre su hombro, su carta estaba empapada en lagrimas y con voz entrecortada Juan Musito. ... mis padres... mis padres no conocerían el evangelio eterno, ¿te das cuenta? ... ¿Te das cuenta?. Querido amigo, que difícil será conocer la verdad y volver al amado Padre. Fuimos a despedirnos de nuestro padre celestial, sin decir nada, yo estaba admirado por la firmeza de Juan, él amaba tanto a Dios y temía tanto no conocerlo en tierra. Entonces entramos por el largo corredor que conduce a la morada del padre. Era hora de despedirnos, nos miramos a los ojos y los de Juan aun estaban llenos de lagrimas, nos abrazamos y pense que podía decirle para ayudarlo. De pronto Juan pasó la mano en mi hombro y llorando dijo: ‘quiero volver un día a mi Padre Celestial, querido amigo, tu conocerás él evangelio, Por favor encuéntrame, encuéntrame´. Nos despedimos y esas palabras se grabaron en mi corazón: “en esta vida, por favor encuéntrame”
Posted on: Mon, 07 Oct 2013 23:33:32 +0000

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