Un tema, varios autores En Cuento azul –el primer cuento del - TopicsExpress



          

Un tema, varios autores En Cuento azul –el primer cuento del libro Cuentos completos de Marguerite Yourcenar– leo: «La doncella se dejó llevar sin oponer resistencia y sus lágrimas, al caer sobre las maderas del puente, se transformaban en bellas aguamarinas, así es que sus verdugos se las ingeniaron para darle motivos que la hicieran llorar.» De inmediato recuerdo el cuento Lágrimas de oro, de Alejandro Jodorowski, en el que ese hecho fantástico descrito por la escritora francesa –sin ser el tema principal de su cuento– se vuelve el tema central del cuento del escritor chileno. Recuerdo, a la vez, la denuncia de plagio hecha por el escritor mexicano Teófilo Huerta contra José Saramago, pues la novela Las intermitencias de la muerte, del escritor portugués, trata el mismo tema principal trabajado el cuento ¡Últimas noticias!, de Huerta. En ambas obras hay parecidos muy llamativos. Saramago dijo que nunca leyó ese cuento; Pilar del Río, su viuda, que «desde hace tiempo la historia circulaba por internet». La diferencia a la vista es que Huerta escribió un cuento y Saramago una novela. Un par de semanas atrás al amigo pintor Juan de Dios Valdez se le acusó de plagio porque usó una fotografía encontrada en internet para pintar un cuadro. Cuando Juan de Dios me habló del tema –que se volvió polémico con discusiones casi estériles–, le dije que, sin entrar en las complejidades actuales de qué es plagiar, lo primero que debió hacer era mencionar que esa pintura estaba basada en una fotografía tomada del tal fuente digital, algo que hizo después de publicar la imagen del cuadro en proceso. La única obligación ética del artista, del trabajador del arte en sus distintas expresiones, es ser honesto consigo mismo. Esa obligación, a la vez, debe ser visible, como lo hizo Milan Kundera. El escritor bohemio y francés, al usar una obra para crear una propia, lo menciona desde el principio. Kundera tomó la novela Jacques el fatalista y su maestro, de Denis Diderot, y escribió una obra de teatro, titulándola: Jacques y su amo: homenaje a Denis Diderot. No era una adaptación de la novela. Era una obra propia. Antes de que alguien me salte a la yugular, lo aclaro: no necesariamente debe ser un homenaje a la obra que se tomó para crear una nueva. También se puede recurrir a lo que hizo García Márquez, como tantos otros escritores: en el epígrafe de su libro Memoria de mis putas tristes citó el fragmento de la novela La casa de las bellas durmientes, de Yasunari Kawabata, que es parte fundamental de la última novela publicada del escritor colombiano. Un tema, obviamente, puede tener varios autores. A dos o más autores, como dijo Saramago al hablar sobre la acusación de plagio contra él, se les puede ocurrir un mismo tema e incluso trabajar la misma trama, pero nunca será la misma obra, porque cada percepción del mundo es distinta y no todos tienen el mismo talento, si es que lo tienen. Pero si sucede que se toma una obra para crear otra, lo repito: la obligación ética del autor es ser honesto y mencionar que su obra está basada en la de alguien más. Sebastian Ocampos
Posted on: Fri, 06 Sep 2013 23:38:50 +0000

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