Y le digo a la roca: muy bien, roca, ablándate, despierta, desperézate, pasa el puente del reino, sé tú misma, sé mía, dime tu pétreo nombre de roca apasionada. Y no sabe decirlo, no cabe un alfiler de labios en su cuerpo sin rostro. Pero yo sé su nombre: roca, le digo, y comienza a ablandarse. Aun la palabra roca no viene de las rocas. La palabra es más densa que la roca, resquebraja la roca, es el cardillo armado, que sabe de su imagen, el agua enternecida con lo que refleja. Es cierto, la palabra viene del poeta. La palabra roca no es criatura del mármol y no viene del hombre a la manera que el pájaro aparenta ser invención del árbol. El mundo del poeta no concede el sufragio ni a las más altas rocas. Pero el mundo sin rocas del poeta procede, en fin, del mundo de la roca. Eduardo Lizalde
Posted on: Mon, 14 Oct 2013 17:20:21 +0000