buenas noches a todos, empecemos con las historias :) Reloj No - TopicsExpress



          

buenas noches a todos, empecemos con las historias :) Reloj No podía creérselo. Tras tantos años buscando, después de recorrer medio mundo dando palos de ciego, y ya cuando había decidido rendirse, lo encontró donde menos se esperaba. Estaba esperándole a tan solo cuatro manzanas de su casa, en una pequeña tienda de antigüedades, de esas que alguien no se percata de su existencia hasta que, por un casual, se para delante del sombrío y minúsculo escaparate y descubre que es allí donde se esconde aquello que tanto anhela. Entró en la tienda y el olor a épocas pasadas lo envolvió, lo embriagó y acabó hipnotizándole. Apenas pudo escuchar el tintineo de las cuatro campanillas que guardaban la puerta y que tintinearon caóticamente anunciando su llegada. Así mismo, tampoco se percató de la llegada del dependiente hasta que este le tocó el brazo tras intentar llamar su atención mediante un cortés saludo hasta en tres ocasiones. En otras circunstancias habría dado un respingo sorprendido y asustado, pero esa tarde, en la que la noche había conquistado al día de forma repentina y violenta, ni se inmutó. Sus ojos estaban clavados en la vieja caja abierta del Elysee de cuatro esferas. Lo estaba analizando al milímetro, casi se podía decir que lo estaba saboreando. Tres esferas doradas marcaban la hora, el día y el mes, y otra, de color verde esmeralda y los números en rojo, señalaba los años. Dos manecillas completaban el corazón del reloj, una, la encargada de señalar los minutos, estaba engarzada con pequeños diamantes, mientras la que hacía las veces de segundero, era de oro con la inscripción Art de vivre. No había duda, ese era el reloj. -¿Qué desea, caballero?- Dijo una curtida y agradable voz tras unas enormes gafas de gruesos cristales, enmarcadas por unas pobladas cejas y una brillante calva. No hubo respuesta. El viejo anticuario quedó extrañado por la actitud del misterioso comprador y tras carraspear violentamente un par de veces, volvió a hacerle la misma pregunta, esta vez zarandeándole por el brazo ligeramente. -Yo...yo... el...el reloj... ¡El reloj! ¿Cuánto..? ¿cuánto pide por el?- Contestó el joven con los ojos desorbitados. El anciano se quedó observándole inquisitivamente, y sin decir una palabra cogió la caja de cuero que portaba el preciado objeto, y comprobó el precio que figuraba en un trozo de papel pegado con celofán en las base. -Son cuatrocientos euros, pero por ser usted, se lo dejo en trescientos cincuenta.- Contestó finalmente el anticuario, a sabiendas de que podría enfrentarse a un regateo feroz, y conseguir por el reloj no menos de cien euros. -Perfecto, me lo llevo.- Exclamó el joven, con los ojos llenos de lágrimas por la emoción, mientras atropelladamente sus dedos buscaban la cartera para abonarle el importe acordado. Sin separar un momento la vista del joven, el anticuario preparó el reloj para su venta y fue cumplimentando la factura, o como rezaba en el cabecero de la misma, el compromiso de venta. -¿Sabe?- Dijo el joven, algo mas tranquilo, cuando el reloj desapareció de su vista.-Llevo buscándolo desde hace mas de diez años. Cuando cumplí los quince, mi abuelo murió, y entre sus pertenencias encontré una reseña donde lo describía. Nada mas leerlo, acabé prendado de esta maravilla y de su leyenda...- Relató mientras terminaba de contar el dinero y se lo tendía al vendedor. Sin mas, salió de la tienda y enfilo la calle a toda prisa en dirección a su casa, bajo la inquisitiva mirada del viejo anticuario a través del cristal del escaparate. El anciano se quedó un rato allí de pie, pensando sobre lo que ese misterioso joven quería decir acerca de la leyenda del reloj... pues el únicamente conocía la maldición que había acompañado al reloj durante los últimos cien años. Con el corazón a doscientos, y la bolsa que contenía el preciado tesoro apretada contra el pecho, Eduardo llegó a su casa tras subir a toda velocidad por las escaleras de su casa. Entró y cerró con llave. Tras ponerse cómodo, se sentó en el sillón del salón y sacó de la bolsa de papel la caja con el reloj. Con la caja apoyada sobre sus rodillas, respiró hondo y la abrió. El reloj parecía brillar mas intensamente de lo que lo había hecho en la tienda. De ser cierta la leyenda, pronto se convertiría en uno de los hombres mas poderos del mundo. Se colocó el reloj en su muñeca derecha y se quedó contemplándolo, tras unos segundos, respiró hondo, cerró los ojos y giró la ruedecilla central, movimiento que hizo moverse la aguja de los años hacia atrás. Abrió los ojos y comprobó que el reloj funcionaba a la perfección y que la leyenda era cierta. No necesitó verse reflejado en ningún espejo para verificar que había rejuvenecido diez años. Ahora era un chaval de quince años . Incluso el reloj había cogido holgura frente a su delgada muñeca. El proceso de rejuvenecimiento, sin embargo, afectaba únicamente a su aspecto físico, conservando intactos sus conocimientos y su mentalidad. Volvió a girar la rueda, esta vez en sentido contrario, haciendo que la aguja avanzara diez años hacia delante. Al volver a su estado natural, no pudo reprimir una carcajada de júbilo y comenzó a reflexionar sobre las múltiples alternativas que le brindaba el reloj. Llegó a la conclusión que había dado con el elixir de la eterna juventud. Movido por la curiosidad, volvió a girar la rueda del reloj, avanzando veinte años en el tiempo. Al incorporarse y mirarse en el espejo que había sobre el sillón, se vio a si mismo como un hombre en la plena madurez de su vida. Se sorprendió al ver que era bastante atractivo, que conservaba too su pelo y que, pese a presentar alguna que otra cana, aún conservaba el vigor y el brillo de su juventud. Un rostro sin apenas arrugas enmarcaba los negros ojos, tan vivarachos como siempre. Totalmente picado por saber mas, volvió a girar la ruedecilla, y esta vez avanzó treinta años mas. De repente notó como le fallaban las rodillas, cayendo de espaldas sobre el sillón. No tenía apenas fuerzas, el pulso le temblaba y le fallaba la vista. Un poco asustado, decidió que había llegado el momento de acabar el juego por ese día, e intentó volver a poner el reloj en el año correspondiente a su edad real. Torpemente, consiguió asir la ruedecilla con sus dedos, bastante maltratados por el artrosis, pero fue incapaz de girarla, consiguiendo únicamente que la aguja de los años avanzara dos, tres y hasta cuatro años, antes de que la ruedecilla cediera y se desenroscara totalmente, cayendo al suelo, La leyenda era cierta, lo había comprobado en sus propias carnes, como también era cierto que estaba añadiendo un nombre mas a la lista de afectados por la maldición de aquel viejo reloj. By: zona_cero
Posted on: Wed, 25 Sep 2013 04:54:09 +0000

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