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presenta hoy en la Feria del Libro: Así lucran las universidades privadas Un nuevo libro de la periodista y premio Nacional de Periodismo, María Olivia Mönckeberg, escudriña en el negocio que levantó la educación superior privada desde la década del 80. La investigación “Con fines de lucro: La escandalosa historia de las universidades privadas en Chile” (Editorial Debate), indaga sobre los mecanismos usados por estas casas de estudio para lucrar. La periodista y directora del Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI) comenzó a pensar en este libro en medio de las movilizaciones de 2011, año en que se fueron sumando otros hitos que ella recoge, como el interés de Southern Cross por entrar a la Universidad del Mar; hecho que revela, según comenta, “cómo estos modelos de negocio tratan de ser aplicados en las universidades”. El libro también da cuenta de los efectos que ha tenido en las universidades la existencia del Crédito con Aval del Estado, que se diseñó el año 2005. “El movimiento estudiantil sigue con sus demandas latentes y, mientras tanto, estas universidades han continuado lucrando”, dice María Olivia. “Lo que sí han tratado de hacer es maquillarse, con movidas legales, creación de sociedades de papel, aparentes cambios. Y los asesoran respetadísimos estudios de abogados”. En ese documento inédito al que tuve acceso se encuentran interesantes datos que advierten sobre posibles anomalías en esas operaciones que darían origen a ganancias para los dueños de las empresas relacionadas, en desmedro de las respectivas universidades. Porque al prestar sin interés ni reajuste a empresas relacionadas, lo que se hace es traspasar dinero desde la universidad hacia las inmobiliarias o sociedades de los mismos dueños en condiciones privilegiadas para los controladores. A continuación puede leer parte del Capítulo XV, “Préstamos y compras”: Desde que los estudiantes obligaron a poner atención en lo que estaba ocurriendo con el lucro, algunos especialistas, comisiones parlamentarias y los fiscales han incursionado en el oscuro mundo de las universidades privadas. Al indagar, uno se encuentra con verdaderas cajas de sorpresa en la contracara de estas instituciones que en nombre de la ley se llaman universidades, pero que funcionan como empresas orientadas a obtener el máximo de utilidades. Con diferentes tamaños y muy diversas en sus maneras de asumir el trabajo académico, la gran mayoría opera como una empresa cualquiera y algunas como financieras, en las que el dinero se traspasa entre las sociedades en la medida en que lo estiman adecuado sus dueños. Las de mayor tamaño suelen actuar como verdaderos holdings, donde las sociedades relacionadas están a la orden del día. Entre las más pequeñas hay compañías familiares que suelen actuar con criterios parecidos. En este panorama se observan sociedades que prestan los más variados servicios, desde aseo y mantención, informática o publicidad, a grandes inmobiliarias que construyen, arriendan locales y se vinculan con ellas. Y entremedio nacen, crecen y mueren innumerables sociedades de papel, usualmente llamadas sociedades de inversiones, concebidas para manejar esos recursos a su antojo. Casi no existen en ese mundo las sociedades abiertas de esas que puede supervisar la Superintendencia de Valores y Seguros. Por el contrario, en este negocio cada día sus actores inventan nuevas fórmulas que ocultan a los verdaderos dueños. A las anónimas cerradas se suman las de responsabilidad limitada —que también son herméticas y no reguladas por ninguna entidad pública— y la última moda son las «sociedades por acciones», conocidas por su sigla «SpA», que oculta más todavía la propiedad de los controladores. En julio de 2012 el Ministerio de Educación intentó hacer una clasificación de las «sociedades relacionadas» de las universidades. Pero se quedó corto. La lista es mucho más larga y compleja que la que hizo pública el entonces ministro Harald Beyer. Quienes tienen en sus manos este negocio sacan importantes ventajas de la situación tributaria, ya que las universidades privadas —igual que las públicas y tradicionales— no pagan Impuesto a la Renta —como las demás empresas— ni Impuesto al Valor Agregado (IVA) por los aranceles que cobran a los estudiantes. También tienen exenciones en las contribuciones de bienes raíces. Todo esto porque se las asimiló al tratamiento que históricamente tenían las universidades públicas y las tradicionales en Chile, como comenté en El negocio de las universidades en Chile. Además, pueden recibir donaciones que implican descuentos de impuestos para quienes donan. A eso se agregan otros proyectos con fondos públicos y desde luego el Crédito con Aval del Estado (CAE). Es así como los aranceles de los estudiantes y las facilidades tributarias establecen el marco dentro del cual se despliegan las posibilidades lucrativas para unos cuantos controladores. Falta todavía mucho por averiguar y por sistematizar para poder establecer con certeza las formas y montos que ha alcanzado el lucro en las universidades en los últimos quince años. En buenas cuentas, cuánto dinero se han llevado «para la casa» o para otras inversiones y negocios sus dueños y controladores. Porque precisamente han hecho las cosas de tal manera que resulte difícil determinarlo. Pero —como hemos visto — hay figuras y artilugios que lo permiten. Uno de los mecanismos que fue detectado por el ex secretario ejecutivo de la CNA Patricio Basso es el de los préstamos sin interés ni reajuste que venían haciendo en los últimos años las universidades a empresas relacionadas. Lo que él percibió al analizar los estados financieros es que la Universidad Santo Tomás había prestado una importante suma a la inmobiliaria del conglomerado. Por esa figura, calcula Basso, la universidad habría perdido patrimonio por unos trescientos millones de pesos en el año 2011. Similar operación encontró en el caso del grupo Apollo, dueño de la Uniacc. Hablar de lucro y las discutidas minutas le significaron su despido. Lo ocurrido con la deuda sin intereses ni reajustes que advirtió el ex secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) Patricio Basso en la Universidad Santo Tomás no es un hecho aislado. En ese caso lo que aparentemente hizo la corporación fue «documentar» con un interés bajo el crédito que le había otorgado a la empresa relacionada después de detectado el problema. La minuta reservada que elaboró el equipo SIES (Sistema de Información de Educación Superior) del Mineduc en diciembre de 2012, sobre «las cuentas por pagar y cobrar a entidades relacionadas», entrega más información sobre estas situaciones. Se puede observar que los préstamos a empresas relacionadas han sido en los últimos años una práctica habitual por parte de las universidades privadas de diferente tamaño. En ese documento inédito al que tuve acceso se encuentran interesantes datos que advierten sobre posibles anomalías en esas operaciones que darían origen a ganancias para los dueños de las empresas relacionadas, en desmedro de las respectivas universidades. Porque al prestar sin interés ni reajuste a empresas relacionadas, lo que se hace es traspasar dinero desde la universidad hacia las inmobiliarias o sociedades de los mismos dueños en condiciones privilegiadas para los controladores. «En la presente minuta nos enfocamos en cuentas por cobrar y pagar que tienen las universidades con entidades relacionadas», señala el texto que consigna algunas situaciones que llamaron la atención de los expertos del SIES en más de veinte universidades, la gran mayoría privadas. Y señala que dentro de este tipo de transacciones presentadas en los estados financieros auditados en 2011, «encontramos transacciones con condiciones crediticias especiales (sin reajustes o tasas de interés y/o plazo de vencimiento), transacciones de montos significativos que no incluyen características crediticias y, finalmente, pago por adelantado de préstamos contratados con entidades relacionadas». La Uniacc —tal como lo advirtió Patricio Basso en la CNA— mostraba en 2010 un crédito al Instituto Superior de Artes y Ciencias de la Comunicación (IACC) por 5.722 millones de pesos, expresados en moneda nacional, sin intereses ni plazo establecido. Entre las que están siendo investigadas registran también esta práctica la Universidad Pedro de Valdivia —aunque con sumas menores— y la colapsada Universidad del Mar. Según los expertos del Mineduc, al analizar los estados financieros, esta última «presenta un número importante de cuentas y documentos por cobrar a entidades relacionadas», pero no encontraron información sobre las características crediticias de los préstamos. En 2011, los créditos que estaban en esa condición sumaban 2.165.947.095 pesos y en 2010 alcanzaban una suma similar. Esta constatación contrasta con la premura que demostraban los dueños de la Universidad del Mar y sus empresas relacionadas para exig
Posted on: Fri, 08 Nov 2013 11:29:04 +0000

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